Enrique Santiago, abogado de IU en la acusación particular del caso Bárcenas, ha relacionado el paso de Álvarez Cascos por el ministerio de Fomento con una de las obras más polémicas: la construcción de la variante de Pajares del AVE Madrid-Oviedo, con un coste de 6.000 millones de pesetas, donde tres de las empresas adjudicatarias, que ejecutan el 50% de las obras, "aparecen como pagadoras en los papeles de Bárcenas y
además realizando pagos superiores a los 100.000 euros coincidiendo con las
fechas de la adjudicación". El túnel construido, además, ha acabado siendo "un inmenso sumidero de agua que hoy
-9 años después- hace imposible que se abra ni para una línea de alta velocidad
ni para una línea de cercanías. Es una obra faraónica que ahí se ha quedado y
nadie sabe bien qué hacer con ella".
Álvarez Cascos también ha sido uno de los beneficiarios de los sobresueldos que el PP ofrecía a sus dirigentes. El propio Santiago los ha evaluado en unos 600.000 euros. Pese a ello, como mostró el pasado verano en su comparecencia judicial ante el juez Ruz, ha perdido la memoria de muchas de las que ocurrieron en el PP años atrás. Parece que mantiene en alto lo que en 2009 dijo de su anterior compañero: "una personas honorable". Los papeles de Bárcenas han sacado a la luz cosas diferentes que ponen en duda muchas cosas. Por cierto, en ellos también aparece el nombre del marido de María Dolores de Cospedal como donante.
Pero ahí no queda la cosa: en 2011, cuando asumió la presidencia de Asturias, declaró un patrimonio de 1,5 millones de euros, sin embargo, el PSOE denuncio públicamente que días antes había cedido la titularidad en seis de sus empresas y que algunas de ellas incluso habían tenido relación con concesiones públicas. Tampoco ha faltado quienes le han vinculado con la trama Gurtel.
Hace años, en 2000, cuando el PP consiguió la mayoría absoluta en las Cortes, llamó la atención que Francisco Álvarez Cascos dejara de ser vicepresidente primero del gobierno y ministro de Presidencia para pasar a ser aparentemente un simple ministro y, además, de una cartera con poco peso político: la de Fomento. Recuerdo una reunión provincial de IU en Cádiz en la que el entonces coordinador, Ignacio García -en la actualidad vicepresidente del Parlamento de Andalucía-, apuntó a la importancia que el PP iba a dar al tema de las obras públicas. No erró. Por lo que hemos visto, la decisión de José Mª Aznar no fue baladí, sino de gran calado. La construcción de infraestructuras de todo tipo se convirtió en uno de los pilares del modelo económico que levantó el PP y en el que el PSOE ha colaborado fielmente, aunque lo niegue o, al menos, lo minimice. Un modelo que ha servido para llenar las arcas de las grandes empresas financieras, inmobiliarias y constructoras, y que ha generado una corrupción feroz con el desvío de fondos públicos, inflados sistemáticamente, para optimizar los beneficios empresariales, financiar a determinados partidos y favorecer a particulares.
Álvarez Cascos ya no está en el PP. Se enfadó en su día con De Cospedal porque no contó con él como candidato a la presidencia de Asturias. Eso provocó un cisma grave en el partido en esa comunidad. Los patrimonios de ambos -y de sus entornos-, sin embargo, son saludables. Entre honorables anda el juego.