El Catoblepas. Revista crítica del presente es una publicación de la red electrónica de periodicidad mensual que sigo con asiduidad. Colabora con sus artículos un gran número de personas, de variada y variopinta procedencia político-ideológica, lo que la convierte, según mi apreciación, en una rara avis del conocimiento. Cuidado, no estoy defendiendo la uniformidad de opiniones, sino que sólo destaco una característica, que no tiene por qué ser negativa. Entre quienes escriben con mucha frecuencia está Gustavo Bueno, verdadera alma de la revista, un filósofo de renombre, de procedencia y metodología marxistas, pero que en los últimos años viene defendiendo posturas que resultan sorprendentes, al margen de la carga de racionalidad (¿“racionalicismo”?) que parece que le imprime a sus argumentaciones. Quizás en otra ocasión le dedique algún comentario. Otro es José Mª Laso, jubilado de su cátedra de Derecho y viejo luchador antifranquista del PCE, que mantiene una postura de mayor fidelidad en su trayectoria, dentro de una mezcla entre el comunismo tradicional, la figura de Gramsci y el eurocomunismo de los años 70.
Se han mantenido en la revista polémicas o debates importantes, como las habidas entre Enrique Moradiellos, profesor universitario, y Pío Moa, exitoso escritor de superventas, en torno a la Guerra Civil; o entre Carlos Blanco Escolá, militar estudioso de lo militar, y Francisco Alamán, militar panegirista de Franco, en torno a la competencia profesional de dicho general.
En El Catoblepas (animal mitológico que mira siempre hacia la tierra) se nota una gran influencia de Gustavo Bueno, como maestro de varias generaciones de estudiantes en la Universidad de Oviedo, donde ejerció la docencia desde 1960. Muchas de las personas que forman el consejo de redacción de la revista están vinculadas, directa o indirectamente, a su magisterio. El propio José Mª Laso preside la fundación Gustavo Bueno. Su influencia se refleja en la caracterización materialista de dichas personas (como el mito que da nombre a la revista: mirar a la tierra, es decir, a la realidad) y, en parte, según mi opinión, en ciertos desvaríos que emiten cuando buscan interpretar la realidad social.
A mí me publicaron en 2005 el artículo “Reflexiones en torno a la Constitución Europea. Acerca de la naturaleza de la constitución europea y de cómo se organizan los poderes” (nº 36, febrero), en pleno debate del referéndum, básicamente el mismo que salió en Rebelión, aunque con algunas variaciones y una mayor extensión. No voy a hacer referencia a su contenido, pues ya lo hice en otro comentario (22 de junio de 2009).
Hoy mismo he recibido el aviso, y lo he podido comprobar, de la publicación de un segundo artículo, con el título “La Historia de España de los últimos 75 años y el fenómeno revisionista” (nº 89, julio; http://nodulo.org/ec/2009/n089p17.htm). Lo escribí hace tiempo, como indico al principio del mismo, a modo de respuesta de otros dos artículos de sendos miembros del consejo de redacción (Juan Manuel Rodríguez y Felipe Giménez) sobre la figura de Franco, en los que se mostraban muy receptivos hacia los escritores, que no historiadores (lo escribo en masculino, porque no conozco a ninguna mujer) revisionistas de la Historia de España del siglo XX, y muy críticos hacia quienes se dedican a realizar una labor investigadora ardua y tenaz en pro de un mayor conocimiento de lo ocurrido durante la guerra y el franquismo. Y en especial ese capítulo pendiente que es la feroz represión ejercida contra las personas que lucharon por la dignidad en los años 30 (hablando de tú a tú a quienes habían tenido el poder hasta entonces, en palabras del historiador cordobés Francisco Moreno) y sufrieron la peor de las derrotas desde 1936-39.
No quiero acabar este comentario sin referirme a la reflexión final del artículo. Tras diferenciar los conceptos de objetividad, o “capacidad de investigar y la voluntad para descubrir el error”, y neutralidad, que no es más que “una ilusión”, “el problema es cuando hay quien, confundiéndolas, cree mostrarse neutral y objetivo, produciendo obras que adulteran, en mayor o menor medida, el conocimiento histórico”.
Se han mantenido en la revista polémicas o debates importantes, como las habidas entre Enrique Moradiellos, profesor universitario, y Pío Moa, exitoso escritor de superventas, en torno a la Guerra Civil; o entre Carlos Blanco Escolá, militar estudioso de lo militar, y Francisco Alamán, militar panegirista de Franco, en torno a la competencia profesional de dicho general.
En El Catoblepas (animal mitológico que mira siempre hacia la tierra) se nota una gran influencia de Gustavo Bueno, como maestro de varias generaciones de estudiantes en la Universidad de Oviedo, donde ejerció la docencia desde 1960. Muchas de las personas que forman el consejo de redacción de la revista están vinculadas, directa o indirectamente, a su magisterio. El propio José Mª Laso preside la fundación Gustavo Bueno. Su influencia se refleja en la caracterización materialista de dichas personas (como el mito que da nombre a la revista: mirar a la tierra, es decir, a la realidad) y, en parte, según mi opinión, en ciertos desvaríos que emiten cuando buscan interpretar la realidad social.
A mí me publicaron en 2005 el artículo “Reflexiones en torno a la Constitución Europea. Acerca de la naturaleza de la constitución europea y de cómo se organizan los poderes” (nº 36, febrero), en pleno debate del referéndum, básicamente el mismo que salió en Rebelión, aunque con algunas variaciones y una mayor extensión. No voy a hacer referencia a su contenido, pues ya lo hice en otro comentario (22 de junio de 2009).
Hoy mismo he recibido el aviso, y lo he podido comprobar, de la publicación de un segundo artículo, con el título “La Historia de España de los últimos 75 años y el fenómeno revisionista” (nº 89, julio; http://nodulo.org/ec/2009/n089p17.htm). Lo escribí hace tiempo, como indico al principio del mismo, a modo de respuesta de otros dos artículos de sendos miembros del consejo de redacción (Juan Manuel Rodríguez y Felipe Giménez) sobre la figura de Franco, en los que se mostraban muy receptivos hacia los escritores, que no historiadores (lo escribo en masculino, porque no conozco a ninguna mujer) revisionistas de la Historia de España del siglo XX, y muy críticos hacia quienes se dedican a realizar una labor investigadora ardua y tenaz en pro de un mayor conocimiento de lo ocurrido durante la guerra y el franquismo. Y en especial ese capítulo pendiente que es la feroz represión ejercida contra las personas que lucharon por la dignidad en los años 30 (hablando de tú a tú a quienes habían tenido el poder hasta entonces, en palabras del historiador cordobés Francisco Moreno) y sufrieron la peor de las derrotas desde 1936-39.
No quiero acabar este comentario sin referirme a la reflexión final del artículo. Tras diferenciar los conceptos de objetividad, o “capacidad de investigar y la voluntad para descubrir el error”, y neutralidad, que no es más que “una ilusión”, “el problema es cuando hay quien, confundiéndolas, cree mostrarse neutral y objetivo, produciendo obras que adulteran, en mayor o menor medida, el conocimiento histórico”.