En el poema "Romance de la guardia civil", del libro Romancero gitano, Federico García Lorca escribió en 1928: Con estas palabras se refirió el propio poeta a su libro en los años 30: "El libro en conjunto, aunque se llama gitano, es el poema de Andalucía, y lo llamo gitano porque el gitano es lo más elevado, lo más profundo, lo más aristocrático de mi país, lo más representativo de su modo y el que guarda el ascua, la sangre y el alfabeto de la verdad andaluza y universal. (...) Un libro donde apenas si está expresada la Andalucía que se ve, pero donde está temblando la que no se ve. Y ahora lo voy a decir. Un libro antipintoresco, antifolklórico, antiflamenco, donde no hay ni una chaquetilla corta, ni un traje de torero, ni un sombrero plano, ni una pandereta; donde las figuras sirven a fondos milenarios y donde no hay más que un solo personaje, grande y oscuro como un cielo de estío, un solo personaje que es la Pena (...); pena andaluza, que es una lucha de la inteligencia amorosa con el misterio que la rodea y no puede comprender" (Federico García Lorca, Obras completas, v. 6, p. 359).
Tienen, por eso no lloran,
de plomo las calaveras.
Con el alma de charol
vienen por la carretera.
Jorobados y nocturnos,
por donde animan ordenan
silencios de goma oscura
y miedos de fina arena.
También dijo por esos años que "yo creo que el ser de Granada me inclina en la comprensión simpática de los perseguidos... Del gitano, del negro, del judío" (Andrés Sorel, Yo, García Lorca Lorca, 1977, p. 79).
Vengámonos al siglo XXI y pongamos en vez de guardia civil, gendarmería francesa; en vez de Primo de Rivera, Alfonso XIII, Cánovas o quien se quiera de esa ralea, Sarkozy.
Dejemos de nuevo al poeta con sus versos.
¡Oh ciudad de los gitanos!
¿Quién te vio y no te recuerda?
Que te busquen en mi frente.
Juego de luna y arena.
Por eso lo mataron. ¿Quiénes fueron? Siguen viviendo.