Dos elecciones
autonómicas simultáneas: las gallegas y las vascas. Son dos comunidades
relevantes. Dos de las tres reconocidas en la Constitución como
históricas. Habían plebiscitado durante la Segunda República
sus propios estatutos de autonomía y el franquismo los mandó al fuego del
fascismo. Pero desde entonces ha llovido mucho.
Galicia
Es uno de los baluartes de la derecha. Ésta ha gobernado desde 1980 como AP y como PP. Manuel Fraga ocupó la presidencia de la Xunta 15 años, desde 1990 hasta 2005. Hubo dos paréntesis: uno raro, entre 1987 y 1990, tras una moción de censura que desbancó a Gerardo Fernández Albor para poner al psocialista Fernando González Laxe; el otro, entre 2005 y 2009, con el bipartito PSOE-BNG y el también psocialista Emilio Pérez Touriño al frente.
Alberto Núñez Feijóo recuperó para el PP el gobierno gallego en 2009. Astuto, ha sabido evitar el riesgo de una posible derrota adelantando en un año las elecciones. Ha querido desvincularse de la política del gobierno central. Por eso durante la campaña no han aparecido Rajoy y sus ministros, salvo el último día. Por eso las siglas PP han sido poco utilizadas. Por eso se ha personalizado tanto en el propio Núñez Feijóo. Han sabido aprovechar la enorme base social conservadora que tienen. Una base social en la que no faltan rasgos clientelares, cuando no caciquiles, sobre todo en el mundo rural. De ahí que en lugo y Orense arrase. Han vendido hábilmente su producto, autocalificando la gestión de gobierno como buena (me pregunto, entonces, si lo era, qué sentido adelantar las elecciones). Les ha salido bien la jugada. Incluso mejor de lo esperado. Porque, queriendo desmarcase del gobierno de Rajoy, han acabado dándole un balón de oxígeno. Pero, ojo, ha perdido votos: 108.000 sobre 2009 y 208.000 sobre las generales de 2011.
¿Y la oposición? Muy mal. El PSOE, en una debacle. Ha perdido 190.000 votos sobre 2009 y 158.000 sobre 2011. El BNG, sufriendo la escisión de Beirás y su grupo, ha perdido casi la mitad de los votos sobre 2009 y 40.000 sobre 2011. La alianza del grupo de Beiras con Esquerda Galega, Alianza Galega de Esquerda, ha irrumpido con fuerza. Ha alcanzado 200.000 votos, que suponen el 14%. Localizados, sobre todo, en La Coruña y Pontevedra, y, dentro de éstas, en las áreas urbanas.
País Vasco
Es otro mundo. Mucho más complejo. Ha sido escenario de una encarnizada lucha violenta durante décadas. Desde el estado y desde un sector de la sociedad. ETA hace un año depuso la lucha armada, aunque no todavía las armas. El territorio vive un proceso de paz. Esperanzador. Apenas ha habido cambios en los actores políticos, no así en el comportamiento de cada uno. Eso está suponiendo que se esté produciendo un replanteamiento estratégico, evidente en la izquierda abertzale y más tímidamente en otros grupos, como el PNV y el PSE.
Hace tres años las elecciones dieron una imagen fuertemente deformada de la realidad. No pudo concurrir, porque no la dejaron, la izquierda abertzale. Se recurrió para ello a la ley de partidos, que la vinculaba directamente a ETA. Decenas de miles de personas quedaron sin representación. El mapa político resultante no se correspondía con la realidad. Por eso salió elegido como lehendakari Patxi López, aupado por un aumento en votos y el apoyo que le dio el PP en la investidura. Durante los tres últimos años se ha iniciado el proceso de paz, auspiciado desde la propia izquierda abertzale y, en cierta medida, apoyado por el PSE y el PNV. No así el PP, que, dentro de su discurso españolista, está internamente tensionado desde los sectores más duros.
Esta nueva situación ha afectado al nuevo mapa político. Lo ocurrido el domingo ha vuelto a poner al PNV como ganador. Y en las tres provincias. Ha perdido votos sobre 2009: 13.000; y también ganado: 60.000 sobre 2011. Consecuencia de un trasiego entre partidos: ha recibido préstamos desde el PSE y el PP; ha intercambiado votos con Bildu (en 2011, Amaiur). El PNV, y más con Urkullu al frente, es moderación, centrismo... Para los tiempos que corren, sirve ante el envite lanzado desde Cataluña y ante la crisis económica. El PNV como tapón ante una temida ruptura territorial del estado.
La izquierda abertzale es la segunda fuerza, con un 25% de los votos. Ha perdido, no obstante, 7.000 votos sobre 2011. En Guipúzcoa, donde gobiernan en la Diputación Foral, 15.000. En Álava y en Vizcaya han subido, lo que ha equilibrado los apoyos por provincias. Unos resultados que en parte consolidan la fuerza con la irrumpió tras años de ilegalización. Pero con limitación.
El PSE se ha dejado 114.000 votos sobre 2009 y 42.000 sobre 2011. Son muchos. Repito, los tuvo prestados en las anteriores autonómicas, pero también le ha pesado que haya gobernado gracias al apoyo del PP. Por lo demás, sufre la debacle general del PSOE. El PP ha perdido 15.000 votos sobre 2009 y nada menos que 80.000 sobre 2011. Un fuerte castigo por ser la expresión del gobierno de los recortes y, en el caso vasco, del más rancio españolismo. UPyD no se ha beneficiado de ello, pues los votos que ha obtenido son los mismos. Le ha salvado Álava.
EB (la antigua marca de IU en el País Vasco) y EA-IU, un desastre. La suma de los dos supera los resultados de EB en 2009 y hasta los de 2011. De haber ido juntos podrían haber subido aún más. Han pagado muy caro su desencuentro.
¿Y ahora qué?
En Galicia ha ganado la derecha. Sin paliativos. Y en el País Vasco, también, aunque con un margen más estrecho.
En Galicia ha ganado la fuerza centralista, si bien ha tenido que hacer un alarde de galleguismo regionalista. En el País Vasco ha triunfado el nacionalismo conservador.
En Galicia la izquierda es más débil. Fuera del PSG, es fundamentalmente nacionalista. Ha recobrado desde AGE pujanza en el discurso de izquierdas y ha empezado a sentar las bases de una futura convivencia entre nacionalistas (Anova de Beiras) y federalistas (EU-IU).
En Galicia la izquierda es más fuerte. Bildu, no obstante, no es homogénea. Conviven en su seno la gente que fue parte de Batasuna (mayoritaria), Eusko Alkartasuna, Aralar (ex de Batasuna) y Alternatiba (ex de EB-IU). Ignoro el futuro de EB y EA-IU, pero sus apoyos no son desdeñables. Como en Galicia, puede aprender a convivir desde los presupuestos de izquierda.
¿Y España? No lo sé. En noviembre toca Cataluña. Todo sigue en movimiento y lo que venga no va a ser igual. Como tampoco está siendo igual la situación social y económica, que sigue controlada por quienes la han provocado. La salida a tanto embrollo, que sea, como decíamos en la transición (y
no salió y así nos va), por la vía democrática. Es decir, más derechos,
los que no tenemos (por ejemplo, el de autodeterminación) y los que nos están
quitando con la excusa de la crisis.
Nota: Después de comer me ha venido a la mente la melodía principal de Novecento, que a su vez he asociado con el cuadro "El cuarto estado". En la red he encontrado la versión que ha hecho Sara Fuentes de la obra de Pelizza da Volpedo. Me ha gustado y por eso la he puesto.