sábado, 19 de abril de 2025

Presentado el número 4 de la revista Carmen



A finales del mes pasado mes de marzo se presentó el número 4 de la revista Carmen. Cuaderno de poesía de Barbate, editado por la concejalía de Cultura, que inició su andadura en 2022. Como ha ocurrido en las anteriores ocasiones, contiene colaboraciones que suponen una variada muestra del panorama poético local. He seleccionado varios de los poemas, entre los que he incluido uno propio.


Lo que siento

Cuando el sol se viste de oro
con los primeros rayos de la amanecida,
la aurora se abre paso
con su sonrisa de luz infinita.

El prematuro silencio despunta
y en su capazo me arrullo
y viendo clarear el día
al baile de colores me uno.

Y entonces me hago de sueños
y dejo acunar los sentimientos
y al horizonte lejano me encamino
entregándome a los brazos del destino.

Mis pasos irrumpen en la orilla
de una playa solitaria
y en el cristal de sus aguas me sumerjo
y fundirme es todo lo que quiero.

El mar arrastra la brisa
que me llega como un torbellino
y me hago de espuma y salitre
y su aliento es mi destino.

Y mis pasos que el agua borra
pero que guarda la arena dorada
van dejando una estela de versos
para todo lo que siento y amo.

(Isabel Alcaraz Rocha)


Cuándo

(Antonio Aragón Fernández)


Silencioso grito

¿Dónde estoy?
¿Por qué me envuelve esta angustia?
Una desesperanza me parte el alma.
Grito y no oyen, porque mi voz
no sale de mi garganta.
Mi cuerpo se vuelve cada vez más pequeño, 
sin fuerza para moverse.
¿Quién es ésta que está aquí?
¿Dónde está mi esencia?
¿En qué momento la perdí?
Ríos de lágrimas recorren mis mejillas 
que van dejando surcos de tanto fluir.
Quiero salir...
volver a reír, a sentir esperanza, 
sin ninguna cuerda invisible 
que coarte mi libertad, 
que me tenga maniatada, 
que casi no me deja respirar.
Poderoso subconsciente que manipulas mi mente 
y eres capaz de crear una imagen que no existe en realidad.
Me he enfrentado a muchas cosas, 
he librado mil batallas, 
he caído y levantado y ahora tú me anulas, 
me debilitas, me haces caer y caer...
Pero no podrás conmigo, voy a seguir trabajando 
para conseguir vencerte.
Dejarás de gobernarme, volveré a ser la que fui 
y por fin podré salir de esta cárcel inexistente 
que sólo se crea en mi mente.

(Mari Ángeles Coello)


Tu perfecta imperfecta

Me rompí, un día me rompí
y ahí estabas tú, en silencio
como en segundo plano.
Y por mucho tiempo me sentí rota,
pero ahí seguías tú.
Y gracias a tu silencio, tus llantos
insonoros e invisibles ante los demás,
tu comprensión incomprensible,
los besos en la distancia,
los abrazos que alimentan el alma
aunque la piel no se tocara.
Y así me compuse,
gracias a tu silencio,
a tus llantos, a tus besos, a tus abrazos...
Pero ahora siento tu piel con la mía.
Y así me compuse,
para ser tu perfecta imperfecta.

(Mariluz Corrales Corrales)


En el pescante

En el pescante, siempre en el pescante,
como un héroe de la Iliada,
como John Wayne,
en su diligencia delirante,
como don Quijote sobrecogido
sobre el lomo de su Rocinante.

En el pescante, las bridas en la mano,
como un patrón de pesca
contra el viento de levante,
como un remero que remara
a ritmo de sus sístoles y de sus diástoles,
como un Ayrton Senna al volante.

En el pescante, siempre en el pescante.
Que la vida lleve aparejado
sus caballos galopantes,
siempre al galope, siempre en el pescante,
como en un Pegaso que sobrevolase
todos los océanos y todos los mares.

En el pescante, siempre en el pescante,
aunque la vida nos empuje
con su empuje electrizante,
la mirada al frente,
los ojos penetrantes,
cabalgar por las praderas verdes,
por los áridos desiertos deslizarte
hasta perder la noción de ser,
hasta desnaturalizarte.

En el pescante, siempre en el pescante,
con el gesto firme y la mirada arrogante,
defender cada minuto de esta vida
como si fuera el último de los instantes,
como si definitivamente Dios
hubiera dejado de importarte.

En el pescante, siempre en el pescante.
Que no dirijan tu vida ni los vientos
traicioneros de la vida ni los temporales.
Que cuando la muerte, por fin, te dé alcance,
tu corazón no esté anclado a nada ni a nadie.

(Francisco Malia Sánchez)


Golondrina

Aquí está mi golondrina
revolando este cantar;
remando va cantarina
de esta parte de la mar.

Detente frente a su puerta
para darle este recado:
"¡Sal de la cama, despierta!
que está aquí tu enamorado".

Tengo yo una golondrina
volandera
que me trina
cantarina
cuando viene en primavera.

Oscurita de plumaje,
tan alegre y tan graciosa,
vienes tú sobre el oleaje
a rozarte con mi rosa.

En la puerta de mi amor
has colgado un nuevo nido;
dile con dulce candor
que mi amor ha florecido.

Tengo yo una golondrina
volandera
que me trina
cantarina
cuando viene en primavera.

(Francisco Malia Varo)


Afrodita iluminada

Fuiste concebida cuasi desnuda,
pero tu cuerpo desprende una sensualidad contenida.
Naciste con el nombre de Afrodita,
para tornar después a la Venus luminosa,
presente durante las noches al alba.
Te han representado siempre como la más bella
y por eso tu embrujo seduce a quien se acerca.
De ti se han inventado mil historias
-de celos, de desencuentros, de peleas…-
y hasta han llevado tu morada a la boca de un volcán.
Tu figura, pintada o esculpida,
se la han disputado, hasta sublimarla, los mejores artistas.
Muchos han mostrado tu desnudez con recato
y tantos otros lo han hecho en toda su plenitud.
Hay quien se acordó de tu nacimiento
y te retrató llegando del mar sobre una concha,
empujada por Céfiro y recibida por la Primavera.
Está ese genio que -pudoroso, acaso temeroso o virtuoso-,
jugó con el mito y la realidad,
situándote vuelta de espaldas,
pero sin olvidarse de tu cara,
que, aun difusa, quedó reflejada en un espejo.
Se dice también que eres la que, desde una ventana,
apareces en medio de un bombardeo,
portando una vela con tu mano derecha
y alertando sobre la destrucción de la vida.
En cierta ocasión te hicimos posar para retratarte
y te situamos sobre una silla.
No sé qué fue de lo que hicieron los otros
-¿lo recuerdas, hermano?-,
tan sólo lo que mis ojos vieron.
Dejé de lado ese tinte de bronce simulado que tenías
para iluminarte con trazos encendidos.
Y ahora puedo contemplar el contorno de tu silueta
y los colores que te recubren.

(Jesús María Montero Barrado)


Atún muerto

En la orilla de un chorro
hay un atún muerto
más amarillo que rojo
y más apestoso
que saco ardiendo.

¡Qué pena de atún salvaje!
Pienso en mis adentros
morir en una orilla
pudiéndote coger el Kañejo
o pudiendo acabar
en los fogones de El Campero.

¡Pobre atún sin almadraba!
Aunque en verdad pienso
o lo ha desbarrigado un esparte
o le ha echado huevas al cepo
y no se ha dejado atrapar
por las redes del comercio.

Ya vienen a ronquearlo
algunos desde el pueblo
y tumbado en mi toalla
desnudo como el atún muerto
observo la mar y el ronqueo
¡Vaya dos mundos opuestos!
Minas de boyas de oro
y navajas que recogen los desechos.

(Sergio Román)


La ironía

Pienso y existo,
existo mientras
no pienso.
Acaricio y toco,
toco pero
no raspo.
Encuentro recuerdos,
y al recordar
solo me pierdo.
Siento y noto,
pero noto
que no siento.
Quiero y deseo,
pero deseo
que no quiero más.

(Pedro Sibello)