miércoles, 20 de mayo de 2020

Desde Cuba: "Quererse de lejos", unas décimas de amor y contra la pandemia

El pasado 22 de abril se emitió a través de la Televisión Cubana un vídeo en el que nueve actores recitaron el poema colectivo “Quererse de lejos  (amor versus pandemia)”, obra de Ricardo Riverón Rojas, Yamil Díaz Gómez, Jorge Luis Mederos Betancor (Veleta) y Williams Calero Calero, que son integrantes del Club del Poste de Santa Clara. El poema está dividido en tres partes y consta de nueve décimas, la figura literaria que les gusta cultivar y que en la isla caribeña resulta muy popular.

El vídeo se grabó por iniciativa del Ministerio de Cultura cubano y está insertado en la campaña de reconocimiento y gratitud hacia las personas que están en la primera línea del combate contra la pandemia del covid-19: médicas y médicos, enfermeras y enfermeros, y demás especialistas y trabajadores de la salud. Que trabajan con denuedo por todos los rincones del país o que lo hacen en misiones humanitarias por el mundo.

El pueblo cubano, en general, y la gente del mundo de la cultura, en particular, no dejan de dar muestras de su espíritu solidario, como también no dejan de sorprendernos por las iniciativas que toman. Y en esta ocasión con unos bellos versos cargados de amor, que, al escucharlos o leerlos, generan tantas emociones.


Quererse de lejos
(amor versus pandemia)

I

Este virus criminal,
muchacha, te hace lejana.
Cercanas, tú y la mañana
me alivian de cualquier mal.
Te vi, y te quise frutal,
rumorosa y decidida.
Pero acato esta medida
de aislarme de lo que vi,
pues me separa de ti,
pero nos salva la vida.

Tu pupila en el pañuelo;
debajo de él: tu boca;
mi beso, que no te toca,
se detiene ante ese velo.
En mi desmayado anhelo
ya te beso con mirarte.
Sé que lograré abrazarte,
pues venceremos al mal
y el aislamiento social
no me va a aislar de soñarte.

Entre las cosas que espero,
espero por ti, mujer,
ahora que quiero tener
tu olor en mi cuerpo entero.
Todo de ti saber quiero:
de tu azúcar, de tu sal,
de tu miel y tu panal
para guardar la fragancia,
porque este abrazo a distancia
me libra de todo mal.

II

No por lejos tu figura
se me hace pequeña, hijo;
recuerda que yo no fijo
límites a tu estatura.
Me quedo con la ternura
que estrecha todos los lazos,
para unir los dos pedazos
de nuestro abrazo visual,
como si desde el portal
te abrazaran veinte brazos.

Te saludo con el codo;
tú bien sabes la razón:
es mi codo la ilusión
de sentirte de algún modo.
Cuando lo salvemos todo,
sabré que salvé tu ser.
Tendré el corpóreo placer
de entregarte día tras día,
los besos y la alegría
que se hicieron humo ayer.

Y entrarán en nuestro abrazo
sin brazos, tantas personas;
vendrán de todas las zonas
sin titubear, paso a paso.
En el alba de este ocaso
crecerá nuestra verdad.
Y cuando la enfermedad
no nos contagie a ninguno,
a ver si nos damos uno
que abarque a la Humanidad.

III

Hoy que la fiebre se asoma
con un puñal en los dientes,
y recorre continentes
hablando su cruel idioma.
Hoy que hasta a la piel de Roma
llega luz desde la Habana,
soñemos con el mañana
más limpio del universo.
Yo solo entrego este verso,
y espero tras mi ventana.

Te miro pasar, doctor,
camino al laboratorio,
como un ángel promisorio
en la patria del dolor.
Por eso aplaudo tu honor,
tu bálsamo de piedad
y esa firme voluntad
de cruzar la lejanía,
enfermo de cubanía,
curando a la Humanidad.

Como nos devolverás
a la salud y al abrazo,
la hora del cañonazo
es la hora de la paz.
Doctor, tú no tienes más
fortuna que una ovación:
por la férrea vocación
de que siempre haces derroche,
el pueblo, noche tras noche,
te aplaude desde el balcón.