Hoy hace 75 años se firmó la rendición incondicional de la Alemania nazi, después de la conquista de Berlín y, en ella, del Reichtag por las tropas del Ejército Rojo. Atrás habían quedado casi seis años de guerra desde la ocupación alemana de Polonia, momento en que el Reino Unido y Francia declararon la guerra al III Reich alemán, y casi cuatro desde que se inició la Operación Barbarroja, que tenía como objetivo la conquistar de la URSS.
El día de hoy debe servir para que, una vez más, haya que insistir que la derrota del nazismo hay que entenderla desde la tenaz y heroica resistencia que los pueblos de la URSS, su ejército y sus dirigentes desarrollaron en ese tiempo. Un sacrificio que supuso la muerte de dos decenas de millones de personas, entre combatientes y población civil. Muertes que se produjeron en los campos de batalla, en los lugares de residencia o en los campos de concentración. Una lucha que atrajo a las dos terceras partes de las divisiones militares alemanas, mientras que EEUU y el Reino Unido, las otras potencias aliadas, se resistían a abrir el frente occidental.
Lo decisivo de la derrota alemana no estuvo en lo que ocurrió tras el desembarco de Normandía en el verano de 1944, una contraofensiva que tardó, al menos, un año en llegar. Decisivas fueron, sobre todo, la resistencia habida para evitar que Moscú cayese en manos alemanas en el verano de 1941 y el traslado desde 1939 al este de los Urales de las industrias militares; la derrota en la batalla de Stalingrado, entre junio de 1942 y febrero de 1943, que frenó el avance alemán hacia los recursos petrolíferos del Cáucaso; o la derrota en la batalla de Kurks, en el verano de 1943, que supuso la antesala de la salida de las tropas alemanas del territorio soviético.
Para la URSS, hasta 1991, y la actual Rusia, sobre todo, pero también para algunas otras exrepúblicas soviéticas el día 9 mayo es una fiesta nacional. Supone el recuerdo de una victoria militar por la que se pagó un alto precio. Y supone también el recuerdo de quienes fenecieron o sufrieron las secuelas del horror.
Cada año la gente sale a la calle para celebrarlo y Moscú se convierte en el centro de esas celebraciones. En junio de 1945 tuvo lugar en la Plaza Roja de esa ciudad el primer desfile de la victoria. Puede verse en uno de los documentales hechos con imágenes grabadas del momento. Años después, en 1957, una película, Vuelan las grullas (en España, con el título Cuando pasan las cigüeñas), dirigida por Letiat Yurabli, rememora lo ocurrido durante la guerra a través de unos personajes que no dejan de ser el reflejo de esa gente corriente que se puso al servicio de la defensa de su patria soviética.
No faltan tampoco, entre tantas canciones e himnos, dos muy conocidas, hechas con treinta años de diferencia, pero cuyas notas siguen sonando y emocionando en nuestros días a mucha gente. Uno es el himno titulado "Guerra sagrada", compuesta por Alexander Alexandrov durante el mismo conflicto. Y otra, la canción "Día de la Victoria", compuesta en 1975 por Vladimir Shainski sobre un poema de Vladimir Jaritonov, que se hizo al poco tiempo muy popular en la antigua URSS.
(Imagen: fotograma de los momentos finales de la película Vuelan las grullas, de Letiat Yurabli).