sábado, 9 de mayo de 2020

El torturador que se fue con sus medallas























Murió Manuel González Pacheco. Conocido como "Billy el Niño", se hizo famoso por añadir un plus de sadismo y chulería en sus acciones de policía franquista. Consiguió pronto ascensos, medallas y gratificaciones, que no cesaron hasta 1982, cuando decidió/decidieron que pasara a la retaguardia de la empresa privada. 


Así pasó mucho tiempo desapercibido y bien remunerado. Hasta hace unos años, cuando sus víctimas decidieron acabar con la rabia contenida para airearla en nombre de la justicia y de la dignidad. Sólo una jueza argentina, María Servini, se atrevió a procesarlo por crímenes contra la humanidad. Aquí, mientras tanto, todavía siguen mirando para otro lado, poniendo trabas o negando evidencias. Aquí, mientras tanto, las cloacas del estado siguen actuando para que tipos como ese al que llamaban "el Niño" estén saliendo de rositas por lo que hicieron. Resulta paradójico que el covid-19 se haya llevado por delante en unas pocas semanas a una víctima y al verdugo. Pero con una diferencia sustancial: Chato Galante lo hizo con sus medallas de dignidad; el policía, con unas medallas de ignominia, manchadas de sangre y dolor. 


Allá por los años 1973 y 1974, en los inicios de la dictadura militar uruguaya, Mario Benedetti escribió el poema "Hombre preso que mira a su hijo", al que años después musicó Pablo Milanés. Unos versos que sirven para comprender eso de víctimas y verdugos:


al "viejo" hache


Cuando era como vos me enseñaron los viejos

y también las maestras bondadosas y miopes
que libertad o muerte era una redundancia
a quién se le ocurriría en un país
donde los presidentes andaban sin capangas.

que la patria o la tumba era otro pleonasmo
ya que la patria funcionaba bien
en las canchas y en los pastoreos

realmente botija no sabían un corno
pobrecitos creían que libertad
era tan sólo una palabra aguda
que muerte era tan sólo grave o llana
y cárceles por suerte una palabra esdrújula

olvidaban poner el acento en el hombre

la culpa no era exactamente de ellos
sino de otros más duros y siniestros
y éstos sí
cómo nos ensartaron
en la limpia república verbal
cómo idealizaron
la vidurria de vacas y estancieros

y cómo nos vendieron un ejército
que tomaba su mate en los cuarteles

uno no siempre hace lo que quiere
uno no siempre puede
por eso estoy aquí
mirándote y echándote
                                  de menos

por eso es que no puedo despeinarte el jopo
ni ayudarte con la tabla del nueve
ni acribillarte a pelotazos

vos ya sabés que tuve que elegir otros juegos
y que los jugué en serio

y jugué por ejemplo a los ladrones
y los ladrones eran policías
y jugué por ejemplo a la escondida
y si te descubrían te mataban
y jugué a la mancha
y era de sangre

botija aunque tengas pocos años
creo que hay que decirte la verdad
para que no la olvides

por eso no te oculto que me dieron picana
que casi me revientan los riñones
todas estas llagas hinchazones y heridas
que tus ojos redondos
miran hipnotizados
son durísimos golpes
son botas en la cara
demasiado dolor para que te lo oculte
demasiado suplicio para que se me borre

pero también es bueno que conozcas
que tu viejo calló
o puteó como un loco
que es una linda forma de callar

que tu viejo olvidó todos los números
(por eso no podría ayudarte en las tablas)
y por lo tanto todos los teléfonos

y las calles y el color de los ojos
y los cabellos y las cicatrices
y en qué esquina
en qué bar
qué parada
qué casa

y acordarse de vos
de tu carita
lo ayudaba a callar

una cosa es morirse de dolor
y otra cosa es morirse de vergüenza

por eso ahora
me podés preguntar
y sobre todo
puedo yo responder

uno no siempre hace lo que quiere
pero tiene el derecho de no hacer
lo que no quiere

llora nomás botija
                           son macanas
que los hombres no lloran
aquí lloramos todos

gritamos berreamos moqueamos chillamos maldecimos
porque es mejor llorar que traicionar
porque es mejor llorar que traicionarse

llorá
       pero no olvides.