sábado, 30 de mayo de 2020

El asesinato de Mineápolis y las raíces del racismo en EEUU





















































La violencia racista en EEUU viene de lejos. Hunde sus raíces desde el primer momento de la llegada de la población europea, inicialmente de predominio anglosajón, a la costa este-atlántica. Imbuida de un mesianismo religioso puritano-calvinista y sintiéndose perseguida en Gran Bretaña durante el siglo XVII, encontró en esa parte de América una nueva Tierra Prometida, que conllevó la expulsión, cuando no el genocidio, de las comunidades indígenas. A medida que fueron creciendo en número, fueron ocupando más territorios hacia el oeste y, como consecuencia, ampliando el proceso genocida sobre las tribus indígenas que iban encontrando por el camino


La necesidad de mano obra dentro de un crecimiento económico ininterrumpido hizo que, como se estaba haciendo en los territorios que rodean el mar Caribe y las islas que lo surcan, empezase a utilizarse mano de obra esclava. Y para ello se creó el  indecente tráfico de seres humanos, que procedían de las costas centro-occidentales del continente africano y eran reducidas a la esclavitud. En los estados situados al sur se utilizaron preferentemente en las plantaciones algodoneras, cuyo fruto suministró la materia prima necesaria para las fábricas europeas, sobre todo británicas, y coadyuvó al despegue económico que tuvo como momento culminante la primera revolución industrial iniciada a finales del siglo XVIII. Y así se mantuvo hasta la segunda mitad del siglo XIX. 

Entre tanto, las colonias británicas que se formaron en la costa este norteamericana acabaron independizándose de su metrópoli europea. Se constituyeron como EEUU y se dotaron en 1787 de una constitución liberal, la primera de la historia, en la que, pese a los principios de soberanía nacional, separación de poderes y reconocimiento de derechos, se excluyó, junto a las mujeres, a las comunidades indígenas y a la población esclava afroamericana.   

La abolición total de la esclavitud tuvo lugar en EEUU 1863, en medio de una sangrienta guerra civil que duró el quinquenio 1861-65. Sus consecuencias, empero, derivaron, sobre todo en los estados del sur, en otras formas de violencia sobre la población afroamericana: palizas, redadas, linchamientos..., ocasionadas por grupos paramilitares, como el Ku Klux Klan, y hasta por las fuerzas policiales. No faltó en esos estados la creación de una legislación específica, de carácter racista,  conocida como el Jim Crow, que conllevó la separación racial, la discriminación de la comunidad afroamericana y la violación de derechos fundamentales. 

Abolida en 1965, pese a las presiones de buena parte de la población blanco-europea y la violencia ejercidas por algunos sectores (como ocurrió en 1968 con el asesinato de Martin Luther King), el odio racial y la discriminación de hecho no han desaparecido. Es lo que explica que siga existiendo un influyente supremacismo blanco-europeo y, como consecuencia, se sucedan tantos episodios de brutalidad policial. Como el ocurrido el pasado lunes en Mineápolis (Minesota) con George Floyd, cuyo asesinato, como muestra la imagen, resulta estremecedor.