miércoles, 26 de febrero de 2014

Malos tiempos para la lírica













































Conozco el poema de Bertolt Brecht "Malos tiempos para la lírica" desde mi temprana juventud, a mediados de los setenta, dentro del por entonces muy conocido libro 
Poemas y canciones que había editado Alianza Editorial. Así nos lo ofrecen en su traducción Jesús López Pacheco y Vicente Romano: 

Ya sé que sólo agrada
quien es feliz. Su voz
se escucha con gusto. Es hermoso su rostro.

El árbol deforme del patio
denuncia el terreno malo, pero
la gente que pasa le llama deforme
con razón.

Las barcas verdes y las velas alegres del Sund
no las veo. De todas las cosas,
sólo veo la gigantesca red del pescador.

¿Por qué sólo hablo
de que la campesina de cuarenta años anda encorvada?
Los pechos de las muchachas
son cálidos como antes.

En mi canción una rima
me parecería casi una insolencia.

En  mí combaten
el entusiasmo por el manzano en flor
y el horror por los discursos del pintor de brocha gorda.
Pero sólo esto último
me impulsa a escribir.

Unos versos tristes, en todo caso, que aludían a los años que Alemania vivía tras el acceso del fascismo nazi al poder. El poema acaba con un arrebato contra el fascismo que estaba destrozando cualquier atisbo de esperanza, pero que impulsaba al autor a seguir escribiendo como una forma de combatir su horror, calificando satíricamente y sin empacho a Hitler como un pintor de brocha gorda.

El título del poema fue una frase que empezamos a utilizar con frecuencia entre los círculos de la izquierda política, aludiendo a una situación que se nos iba presentando cada vez más difícil, en la medida que los sueños que habíamos creado se nos iban desvaneciendo. Luego, ya en los años ochenta, el famoso grupo de música Golpes Bajos lo popularizó con una canción homónima, cuya letra reza así:    

El azul del mar inunda mis ojos.
El aroma de las flores me envuelve.
Contra las rocas se estrellan mis enojos
y nuevas sensaciones me devuelven.
Malos tiempos para la lírica.

Las ratas corren por la penumbra del callejón.
Tu madre baja con el cesto y saluda.
Ya casi ha terminado tu jersey de cotton.
Dedicas tu sonrisa blanca y pura.
Malos tiempos para la lírica.

Seguro que algún día, cansado y aburrido,
compartirás con alguien nuevo amanecer.
Trabajo de banquero bien retribuido.
Tu madre con anteojos volverá a tejer.
Malos tiempos para la lírica.
Malos tiempos para la lírica.

El autor de este texto, Germán Coppini, ha fallecido hace pocas semanas y conociendo su adscripción ideológica, además de estar inspirada en el dramaturgo alemán, alude también a la desesperanza de la España de esa década, cuando los triunfos electorales del PSOE desvanecieron cualquier atisbo de cambio que no fuera su programa de modernización, la palabra talismán semiótico que ilustró la integración definitiva de nuestro país en el mundo occidental capitalista y atlantista. Aquí ya no había un pintor de estampas que horrorizaba a la gente con sus discursos, sino un mundo de apariencia más amable, que servía para crear un futuro "de banquero bien retribuido". Una forma, en fin, de definir la ilusión de ascenso social dentro del sistema económico que se estaba poniendo al día y, a la vez, consolidando. 

Esta tarde he acudido a buscar la canción por la red y, no siendo entendido, asiduo y devoto de esos grupos, he vuelto a escucharla o, más bien, reconocerla en su melodía. ¿Y a cuento de qué viene todo lo que estoy contando? Hoy es de esos días donde uno se siente, si no triste, melancólico. Por algunas razones concretas, claro, pero ante todo por la acumulación de situaciones cuya deriva intuyo, más que se me antoje, difícil. Ya no es el fascismo extemporáneo al que se refirió Brecht ni tampoco son los primeros pasos del social-liberalismo que inspiró a Coppini. Estamos en un nuevo tiempo. Espero recuperar el entusiasmo por el manzano en flor. 

(Foto: "Retrato de Bertold Brecht", de Rudolf Schlichter)