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viernes, 23 de mayo de 2025

sábado, 30 de noviembre de 2024

Antonio Romero: un comunista íntegro


Ayer me llegó el mensaje: Antonio Romero había fallecido. Llevaba muchos  años en la cuerda floja de la salud y, pese a ello, supo resistir. Cosa lógica en él: era un luchador. Por la vida en el amplio sentido de la palabra. Por su vida propia, como persona, pero también desde su manera de entender el mundo. Nacido en el seno de una familia humilde, característica de ese campo andaluz atestada de latifundismo, se forjó desde joven como jornalero y, casi en paralelo, como comunista. Destacó por su valentía y verbo fácil, capaz de transmitir a la gente lo que quería con claridad, optimismo y gracia. Dueño de una sonrisa cuasi permanente, a finales de los 80 y principios de los 90 era frecuente verlo en el Congreso batallando contra ese felipismo que se llenó desde el primer momento de neoliberalismo, terrorismo de estado, atlantismo y corrupción. Y fue ese felipismo el que no dudó impedir que en 1995 se convirtiera en alcalde de Málaga. Lástima, porque desde entonces el PP no ha soltado el mando de una ciudad que ha cogido una deriva al servicio de la especulación en su más sórdida expresión. Lo saludé en dos ocasiones -1999 y 2000-, la segunda de las veces con un sabor amargo por culpa de un malentendido. Pero nunca dudé de él. Por lo que hizo y por lo que quiso hacer. La estocada de la muerte le llegó temprano en su vida, lo que no impidió que hiciera todo lo posible para que se fuera retrasando lo más posible. Y es que comunista tenía que ser.     





sábado, 16 de noviembre de 2024

Celeste Caeiro, la mujer de los claveles rojos (y un poema para recordarla)


Ha fallecido Celeste Caeiro, una humilde mujer, trabajadora de un restaurante de Lisboa, que el 25 de abril de 1974 se hizo famosa por haber empezado a poner claveles rojos en la boca de los fusiles de los soldados insurgentes. Había comenzado la revolución contra la dictadura portuguesa y ella, con su gesto sencillo y original, dio origen al símbolo con el que ha pasado a ser conocido ese hecho histórico.

En 1999 la poeta alentejana Rosa Guerreiro Dias le dedicó un poema: “Celeste em flor”. Ahora lo reproduzco y se lo dedico a la heroína popular para seguir recordándola.


Para ti Celeste em flor,
Esta pequena homenagem feita
por uma poetisa popular alentejana.
Rosa Guerreiro Dias
25 de Abril de 1999.

Tu foste de palmo e meio
de voz doce e olhar brilhante.
Falas hoje sem receio
desse momento importante.

Foste o vaso, foste a terra
onde o craveiro aflorou.
E assim amainaste a guerra,
a guerra que não sangrou.

Com um molho de cravos na mão
ndaste p’la Baixa à toa
sem saber da revolução
que se passava em Lisboa.

À Rua do Carmo chegaste,
viste soldados armados.
Mas tu não te atrapalhaste
deste Cravos Encarnados.

Deste um cravo a cada mão
mais nada tinhas p’ra dar
e o tropa com emoção
na espingarda o foi espetar.

Com este gesto, mulher
trouxeste ao país Glória.
Não és uma mulher qualquer
nem qualquer uma entra p’rá História.

És somente portuguesa
uma mulher em tantas mil
mas irás ser com certeza
mulher dos cravos de Abril.

[Tenías una pulgada y media
con una voz dulce y ojos brillantes.
Hoy hablas sin miedo
de ese importante momento.

Eras el recipiente, eras la tierra
donde surgió el clavel.
Y de esa manera aliviaste la guerra,
la guerra que no sangró.

Con un manojo de claveles en la mano
caminaste por la Baixa como si nada,
sin saber de la revolución
que tuvo lugar en Lisboa.

Llegaste a la Rua do Carmo,
viste soldados armados.
Pero no te interpusiste en el camino
de esos Claveles Rojos.

Pusiste en cada mano un clavel,
pues no tenías nada más para dar,
y cada soldado con emoción
lo colocó sobre su fusil.

Con este gesto, mujer,
trajiste Gloria al país.
No eres una mujer cualquiera,
pues cualquiera no pasa a la Historia.

Eres solo una portuguesa,
una mujer entre tantas miles,
pero definitivamente lo estarás
como la mujer de los claveles de Abril].

jueves, 3 de octubre de 2024

lunes, 15 de enero de 2024

Muere Anita Sirgo, veterana luchadora antifascista y comunista


Me he enterado del fallecimiento de Ana Sirgo, veterana luchadora antifascista y comunista asturiana. Supe de ella por primera vez cuando vi 
la película A golpe de tacón, dirigida por Amanda Castro, en la que se cuenta un episodio ocurrido en la primavera de 1962 durante la huelga minera en las cuencas asturianas. La propia Ana y Constantina Gómez, junto con otras cientos de mujeres, protagonizaron en sus pueblos y en la propia capital diversas acciones de apoyo a los mineros en huelga, recogiendo alimentos, alentando la solidaridad, recabando apoyos... 

Mujeres valientes que, como madres, esposas, hermanas e hijas de mineros, se sumaron a la lucha, dentro de una huelga que alcanzó una resonancia no sólo en el ámbito del país, sino en el internacional. Fueron famosos los escritos de solidaridad suscritos por intelectuales y artistas en España y en otros países en favor de los mineros, como también lo fue el dibujo que el propio Picasso les dedicó al año siguiente. Y fue tal la tenacidad de los mineros, con la ayuda de esas mujeres, que el ministro José Solís Ruiz acabó ordenando que se asumieran las reivindicaciones. Un momento también en que las comisiones obreras empezaron a cobrar importancia en el seno del movimiento sindical.

Pero ese éxito tuvo su cara oscura: la de la represión, que afectó a los mineros y a algunas mujeres. Como ocurrió con Anita y Tina, como se las conocía familiarmente. Detenidas, al igual que sus propios maridos, fueron torturadas y rapadas en el cuartelillo de la Guardia Civil de Sama de Langreo a manos de un capitán sádico: Antonio Caro Leiva. Llegaron a estar recluidas en prisión durante un tiempo y hasta se les condenó a pagar elevadas multas. El ministro de Información, Manuel Fraga, negó que hubiera habido violencia y promovió desde su ministerio las mofas correspondientes desde los medios de comunicación del régimen. 

Tina no superó las secuelas de la situación extrema sufrida, falleciendo en 1965. Anita, que quedó sorda de un oído, se vio forzada a exiliarse en Francia, aunque dos años después acabó regresando a su casa. Pertenecía a una estirpe de gente luchadora. Muy de niña vivió cómo su padre, en 1937, se vio obligado a huir al monte, combatiendo al fascismo con las armas hasta que fue acribillado en 1942. Todavía hoy no se sabe dónde está enterrado. Vivió también el encarcelamiento de su madre y de algunos de sus familiares. Sufrimiento y miseria la acompañaron durante años. Compartió al militancia en el PCE con su marido, Alfonso Braña, sin que cesara su compromiso en la lucha contra la dictadura y con ello nuevas detenciones. Tampoco cesó su entrega en lo que, pasados los años, llegó tras la Transición. 

Firmante de la conocida como querella argentina contra quienes perpetraron durante el franquismo delitos de lesa humanidad, su fallecimiento le ha impedido haber conseguido un resquicio de satisfacción. Pese a todo, los nombres de Anita y Tina se han ido manteniendo en la memoria. Una de las calles de Gijón lleva sus nombres. Y como antes señalé, las dos aparecen, junto con las mujeres que las acompañaron, en la película A golpe de tacón.


Procedencia de la información

Cristina S. Barbarroja (2015). "Anita Sirgo, la guerrillera del tacón", en Público, 16 de junio (https://www.publico.es/politica/anita-sirgo-guerrillera-del-tacon.html). 
Claudia Cabrero Blanco (2010). "Las mujeres y las huelgas de 1962", en Fundación Juan Muñoz Zapico. Comisiones Obreras de Asturias, tomado de Asturias social, enero (https://www.fundacionjuanmunizzapico.org/huelgas1962/huelgas1962_prensa_2003-2011.htm?IdNoticia=as_201001).
Amanda Castro (2007). A golpe de tacón, película (https://amandacastro.es/a-golpe-de-tacon.php).
Patricia Simón (2018). "Las mujeres que pararon dos meses Franco", en Pikara Magazine, 6 de marzo (https://www.pikaramagazine.com/2018/03/las-mujeres-que-pararon-dos-meses-a-franco/).

lunes, 13 de noviembre de 2023

Falleció Joan Jara, la paloma que tanto quería Víctor Jara


Ayer falleció en Santiago de Chile Joan Jara, la compañera de Víctor Jara. Había nacido en Londres, donde se formó como bailarina clásica. En 1954 llegó a Chile,  desarrollando su actividad profesional como bailarina, coreógrafa y profesora. Unos años después unió su vida a la de Víctor Jara, director de teatro y en los inicios como cantante, con quien tuvo su segunda hija, Amanda. Su nombre aparece en la bella canción que, como explicó Joan en su día, "contiene la sonrisa de su madre y la promesa de la juventud de su hija". Tras el asesinato de su marido, a mediados de 1973, decidió regresar a su país de origen con sus dos hijas. "Sabía que una parte de mi ser había muerto con un hombre cuyo cadáver yacía ahora en un ataúd", escribió en 1983. Según la ley británica fue registrada como Joan Jara, pero, independientemente de haber perdido su apellido familiar, Turner, lo aceptó como una forma de mantener la memoria de Víctor. Pese a la distancia, se mantuvo activa como una chilena más en la lucha contra la dictadura. En 1982, en el fragor de la represión intensificada por el resurgir de las protestas, volvió a pisar el suelo de Chile, como también hicieron sus dos hijas. Llegó con un visado de turista y con la amenaza de ser expulsada si participaba en actos políticos. Descubrió de inmediato que las canciones de Víctor se cantaban en cualquier sitio y que en "su tumba siempre había flores frescas, trozos de papel con mensajes escritos y poemas encajados entre los ramos". Prosiguió con su labor en el mundo de la danza y no cejó en su lucha por aclarar el asesinato. En los años 90 participó en la creación de la Fundación Víctor Jara, con el fin de seguir proyectando la figura de su marido. Con el paso del tiempo ha ido sabiendo más de lo ocurrido, quiénes participaron en su muerte y cómo algunos han sido condenados por la justicia. Ahora, a sus 96 años, ha volado hacia lo infinito esa mujer a la que su compañero, allá por 1961, le dedicó otra conocida y bella canción:

Paloma, quiero contarte
que estoy solo, que te quiero.
Paloma, quiero contarte
que estoy solo, que te quiero,
que la vida se me acaba
porque te tengo tan lejos.
Palomita verte quiero.


(Imagen: Fundación Víctor Jara; citas: Joan Jara, Víctor Jara, un canto truncado).

lunes, 25 de septiembre de 2023

Hasta siempre, Juan José y Genoveva


En apenas nueve meses -entre diciembre pasado y el actual septiembre- se nos han ido Genoveva y Juan José. Geneviève y Jean. Recuerdo nuestra despedida en el mes noviembre de hace seis años, con el mar y la arena de la playa de un día soleado como testigos. Yo había salido de mi clase matutina, buscando esa tranquilidad que aporta el maravilloso paisaje marino que nos rodea, mientras  Genoveva y Juan José ultimaban su adiós a lo que había sido su tierra de acogida estacional desde doce o trece años antes. No fue una despedida definitiva, pues quedamos en volver a reencontrarnos. ¡Lástima que no hayamos podido cumplirlo! Atrás hay recuerdos imborrables. Empapados de la complicidad que se desprende cuando la amistad es verdadera. Como esos encuentros en torno a una mesa llena de los olores que desprenden la comida y los licores, con esas conversaciones en la que dejábamos caer nuestras ganas de recordar, de reivindicar, de vivir... 


Me viene a la memoria la caminata por la sierra de Aracena, allá por 2006. O esos días de estancia en Priego, en octubre de 2016, perfumados por los olivos, recogiendo membrillos en Zagrilla o visitando las ruinas íberas y romanas de Almedinilla. Unos meses ante, en junio, les dediqué una entrada en
mi cuaderno. Quería que sirviera, a la vez, como una semblanza de sus vidas y como prueba de amistad. Ahí la dejo para poder leerla, porque la vida de Juan José, hijo del exilio siendo muy niño, lo merece: "Juan José y Genoveva, una amistad desde Bretaña". Ahora me queda el consuelo de poder verlos cada día a través de esa pintura hecha por el mismo Juan José y que con tanta generosidad nos regalaron a Felisa y a mí. 


sábado, 8 de julio de 2023

Murió Mariano Gamo, otro cura rojo, fiel a la realidad que le tocó vivir


Me enteré ayer de la muerte de Mariano Gamo. Fue etiquetado durante los años del tardofranquismo, como "cura obrero", "cura rojo", "cura comunista"... No tan rara avis, pues
, como tantos otros, no sólo dieron un giro en sus vidas personales, sino que participaron en dar un giro histórico en el seno de la Iglesia Católica española, que desde siglos  atrás formaba parte del poder dominante. La misma que aportó a la guerra de clases de 1936-1939 el calificativo de Cruzada y que acabó convirtiéndose en uno de los pilares de la dictadura franquista. Y nadie más que él pudo comprenderlo, siendo hijo de un fusilado por "los rojos". A comienzos de los años sesenta se hizo eco de lo que se proclamaba en el Concilio Vaticano II. Como hicieron José María Llanos, Díez-Alegría, Francisco García Salve, Pere Casaldáliga... Pero fue, ante todo, en la parroquia de Moratalaz, un barrio obrero de Madrid, donde se puso en contacto con la realidad. Conoció la miseria en la que vivía la gente humilde y trabajadora: explotación, engaños, incultura, arbitrariedades, abandono... Fue donde convirtió su parroquia en la Casa del Pueblo de Dios. Donde acogió a quienes luchaban por la justicia y la libertad. Donde fue detenido, para al final ser condenado y encarcelado. En los años setenta llegó a militar en la ORT, un partido comunista de corte maoísta, y se presentó en sus filas como candidato en 1977. Luego, encauzada la Transición, cuando vino la crisis de la izquierda radical, no se movió de su compromiso de dos décadas atrás. Se mantuvo en el comunismo, esta vez a través del PCE, y asumió en los años noventa ser diputado de Izquierda Unida en la Asamblea madrileña. Y es que, como dijo hace unos años, se mantuvo fiel a la realidad que le tocó vivir.

sábado, 11 de febrero de 2023

Muere Carlos Saura, un día antes de su reconocimiento en la gala de los Goya


Cuando apenas quedaba un día para que se le entregara el premio Goya por su trayectoria artística, nos hemos encontrado con el fallecimiento de Carlos Saura.  Autor de una extensa filmografía, ha tratado diversos temas, que van desde la Guerra Española hasta el mundo de la música, pasando por su interés por las intimidades del entorno de la burguesía, problemas sociales del momento o personajes de otras épocas de nuestra historia. Buena parte de sus primeras películas tenían un fuerte contenido intelectual, con reflexiones profundas, a veces complejas, llenas de simbolismo, a lo que no fue ajena su manera de transgredir la censura. Puso el acento, cuidándola, en la fotografía de sus películas, para lo que se rodeó de excelentes profesionales. Ha sido receptor de numerosos reconocimientos, no tanto en forma de premios como por la crítica y más en el ámbito internacional que en el español. Algo que, además, arrastró a quienes trabajaron con él en la interpretación o en las tareas técnicas. Tras un éxito arrollador en los Goya de 1991, fue perdiendo protagonismo, lo que él mismo reprochó, crítico con la forma de hacer cine que ha ido prevaleciendo hasta nuestros días.

En un recuento rápido he podido ver en torno a 17 de sus películas. La primera fue Llanto por un bandido (1963), que, siendo adolescente, emitieron por TVE a principios de la década de los setenta. Me impactó el tratamiento que hizo del bandolero José Mª "el Tempranillo", como un luchador frente al absolutismo fernandino y en paralelo simbólico a la dictadura franquista. Ya en los años de la Transición fueron llegando otras, bien de sus primeras obras, como La cazaPepperment frappé, El jardín de las deliciasAna y los lobos o La prima Angélica; o bien de las que pude ir viendo cuando se estrenaban en las salas de cine, como Cría cuervosElisa, vida mía, Los ojos vendados o Mamá cumple cien años. De los años posteriores recuerdo Deprisa, deprisa, Bodas de sangre, Carmen, El Dorado, ¡Ay, Carmela!, Sevillanas o Goya en Burdeos.

Aragonés como Francisco de Goya, Luis Buñuel o su propio hermano Antonio, con Carlos Saura estamos, por tanto, ante uno de los grandes del cine español y también, por supuesto, del europeo. 

martes, 22 de noviembre de 2022

Murió Pablo Milanés, que fuera ese torrente de voz de la revolución


La madrugada del nuevo día nos ha traído una mala noticia: la muerte de Pablo Milanés. Hace unos días había llegado a España muy enfermo y al final ha tenido lugar lo irremediable. Tenía una voz inconfundible, por su potencia y su timbre, que nos transmitió tantas canciones, en buena parte propias, que luego cantábamos entre amigos y amigas, o coreábamos cuando asistíamos a sus recitales. Fue con el disco La Nueva Trova Cubana en vivo, en el que participó junto a Amaury Pérez,  Sara González y el Grupo de Experimentación Sonora, donde empecé a escuchar sus primeras canciones (¿te acuerdas, Jorge, hermano?): las dedicadas a Salvador Allende y a Latinoamérica y, sobre todo, "Yo pisaré las calles nuevamente", que tuvo al Chile ahogado por el golpe militar de 1973 como motivo de la letra. Luego fueron llegando a mis oídos más discos, y más y más canciones: "Amor""Años", "Si morimos" (basada en un poema de despedida de Ethel Rosemberg), "Para vivir" (entre las mejores canciones de amor de la historia, según Luis Eduardo Aute), "Aniversario II", "Yolanda", "El breve espacio en que no estás""Identidad"... Musicó a José Martí, como hizo en "Abril" o "Es rubia, el cabello suelto", y Nicolás Guillén, en "Tengo". Cantó junto a sus amigos y amigas, como Ana Belén, Joan Manuel Serrat, Mercedes Sosa, Luis Eduardo Aute, Silvio Rodríguez, Chico Buarque... Toda una lista, en fin, larga de discos y canciones del que ha sido uno de los máximos exponentes de la Nueva Trova Cubana y de la música cubana del último medio siglo. Se nos fue Pablito, como le llamaban allá en la isla caribeña. 

domingo, 20 de noviembre de 2022

Ha fallecido Hebe de Bonafini, pionera de las heroicas Madres de la Plaza de Mayo


Me acabo de enterar del fallecimiento de Hebe de Bonafini. Una de las figuras más representativas de las heroicas Madres de la Plaza de Mayo, un grupo que presidió casi desde su fundación. Dos de sus tres hijos, así como una nuera, fueron víctimas mortales de la represión llevada a cabo por el gobierno militar argentino. Tras sus detenciones entre 1977 y 1978, todavía se sigue sin saber dónde se encuentran sus cuerpos. Eso la llevó a iniciar una lucha que ha durado hasta su muerte, que ha sucedido cuando estaba a punto de cumplir 94 añosOtra de esas mujeres sufrientes, Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, ha declarado sobre ella: "Personas así llenan la historia". 

En octubre de 1997 le dediqué una breve semblanza en el número 21 de Debate Ciudadano de Barbate, la cual reproduzco: 

"En 1977, un año después de que los militares se hiciesen con el poder en Argentina, un grupo de mujeres de más de cincuenta años empezó a reunirse todos los jueves en la plaza de Mayo de Buenos Aires, frente al palacio presidencial, y se dedicaron a dar vueltas de la pirámide situada en el centro. Ataviadas con un pañuelo sobre la cabeza, que se ha convertido en su verdadero símbolo, querían averiguar dónde estaban sus hijos e hijas, e incluso sus nietos y nietas, al principio con una cierta candidez ("me dirijo al presidente, pero también al hombre, al padre, al hijo (...). Quiero creer en los gobernantes y solicito de usted una audiencia (...). Le escribo con el corazón de madre", escribió en una ocasión Hebe de Bonafini al general Videla). Entre estas mujeres destacaron Graciela Fernández, Estela de Carlotto o Marta Oyanahrte, pero quizás sea Hebe de Bonafini la que mejor haya representado al conjunto. Era una corriente ama de casa y madre de dos desaparecidos, que con su verbo rápido y contundente ("la rabia puede cambiar el mundo") ha expresado con emoción un mensaje lleno de amor y esperanza ("queremos a nuestros hijos, que nos digan dónde están"). Despreciadas en los primeros años (las llamaban "las locas de la plaza de Mayo"), desafiaron la dictadura con valentía y decisión ("siempre en el límite de lo permitido, pero una razón interior nos impedía medir nuestros riesgos") y pronto su presencia se hizo sentir por todo el mundo. Hebe se ha entrevistado con jefes de gobierno, ha visitado los distintos organismos internacionales políticos o humanitarios y su rostro no ha parado de salir por los medios de comunicación. Acabada la dictadura prosiguieron su lucha para que los culpables de la terrible represión durante los 7 años de dictadura fueran juzgados y condenados. A pesar del demoledor informe que presentó una comisión presidida por el escritor Ernesto Sábato (certificaron 9.000 personas desaparecidas, aunque se habla de 30.000) y de que en 1985 el juicio a los  nueve miembros de las juntas militares acabara con tres cadenas perpetuas, las presiones sobre los presidentes  Alfonsín y Menem posibilitaron la aprobación de medidas legales entre 1986 y 1990 que han exonerado de las responsabilidades por sus crímenes a los otros implicados y han acabado por indultar a los condenados. "No nos reconciliaremos jamás con los asesinos", ha dicho Hebe, que sigue dispuesta a continuar la lucha: "contamos con nuestras propias fuerzas, no cederemos, no nos callaremos". 

miércoles, 31 de agosto de 2022

Falleció Mijail Gorbachov, un rescoldo de lo que fue el fin de la URSS


Tras las muertes sucesivas, entre 1982 y 1985, de Leonid Breynev, Yuri Andropov y Konstantin Chernenko, fue Mijail Gorbachov quien accedió a la secretaría general del PCUS. Fueron años difíciles y decisivos para la URSS, pues la política de rearme desarrollada por el presidente Ronald Reagan desde EEUU supuso para el gigante euroasiático un esfuerzo superior a sus posibilidades: si en EEUU los gastos militares representaban un 5% del PNB, para la URSS superaban el 10%, a lo que había que añadir que un potencial económico inferior entre un tercio y la mitad. Los costes derivados de la guerra de Afganistán habían agravado aún más la situación, a lo que se fueron uniendo los problemas existentes en algunos países aliados. Especialmente, en Polonia, con el movimiento de oposición en torno al sindicato Solidaridad; y en Hungría, donde se estaba llegando lejos en la liberalización económica y la tolerancia política.

En este contexto la llegada de  Gorbachov al poder resultó decisiva. Desde el primer momento mostró un talante y una imagen diferentes, pero fue, sobre todo, la puesta en práctica de una política reformista, más visible desde 1987, lo que acabó provocando el debacle de la URSS y con ello, a la vez, el fin de un modelo político-económico y de una época. 

Tres fueron los pilares en los que se basó el proyecto de Gorbachov: la perestroika (reestructuración), con la que buscó una economía más efectiva y flexible; la glasnost (transparencia), que supuso mayor transparencia informativa y tolerancia política; y una decidida apuesta por la distensión internacional. Eso conllevó el desplazamiento de los elementos más conservadores del PCUS, el apoyo de los más reformistas, entre los que figuraba Boris Yeltsin, e incluso el acercamiento de algunos sectores de la disidencia.

1989 fue un año de gran importancia: las elecciones auparon a Gorbachov a la presidencia de la URSS, se anunció la retirada de las tropas de Afganistán, se llevó a cabo una reducción unilateral de efectivos militares y se firmó con EEUU la supresión de armas nucleares de alcance medio. Todo ello le atrajo muchas simpatías: entre los sectores más reformistas del sistema; entre los países aliados, donde también surgieron movimientos reformistas o se fortalecieron los ya existentes; y entre los círculos de poder de los países occidentales.

Pero la situación interna, lejos de mejorar, se agravó. Lsituación económica se fue haciendo cada vez más insostenible. A ello se unió el surgimiento de problemas en las distintas repúblicas, especialmente en las bálticas (Estonia, Letonia, Lituania) y en el Cáucaso (Azerbaiyán, Georgia, Armenia), donde se dieron peticiones independentistas o conflictos interétnicos, que se agravaron con la situación económica.

Pero en 1989 hubo más cosas, como la sustitución en los países aliados de los viejos dirigentes por otros nuevos y el progresivo desmoronamiento de sus gobiernos.  La caída del muro de Berlín en noviembre fue un momento culminante y uno de los símbolos de los nuevos tiempos.

El mandato de Gorbachov al frente de la URSS finalizó en diciembre de 1991. Ese año había comenzado con el desmantelamiento del CAME, a lo que le siguió en julio la autodisolución del Pacto de Varsovia y un mes después el intento de golpe de estado desde los sectores más conservadores de la URSS. Tras su fracaso, Gorbachov pasó a un segundo plano, a la vez que lo ganó Yeltsin desde su puesto de presidente de Rusia. Finalmente, en diciembre, mediante el Tratado de Belaveyskiya (entre Rusia, Ucrania y Bielorrusia), se constituyó una efímera Comunidad de Estados Independientes, a la vez que se finiquitó definitivamente la URSS. 

La figura de Gorbachov ha sido valorada de una forma ambivalente, dependiendo del ámbito político. En lo que fue la URSS, tanto en sus momentos finales como en la actualidad, predomina claramente lo negativo. En general se le considera como el principal responsable del inicio de una etapa muy dura en retrocesos sociales, que tuvieron a Yeltsin como principal exponente, y del fin de la URSS como superpotencia, con el consiguiente sentimiento de humillación colectiva. En los países occidentales, sin embargo, Gorbachov sigue siendo considerado un personaje histórico primordial en el devenir del mundo de nuestros días.    

Pero veamos algunas valoraciones, provenientes esta vez del campo de la historiografía, que nos pueden ayudar a entender lo que ha representado:

"Gorbachov accedió al poder con una visión 'neoburocrática' que con el paso del tiempo fue perdiendo terreno en beneficio de un proyecto más próximo a lo que aquí hemos entendido como 'criptocapitalismo'" (Carlos Taibo Taibo Arias, Los jerarcas soviéticos: de Lenin a Gorbachov, 1996).

"Más que cualquier otro individuo, fue responsable de [la] destrucción [de la URSS]. Pero también fue, cabría decir, casi el único responsable de acabar con medio siglo de pesadilla de guerra mundial nuclear y, en la Europa del Este, de la decisión de liberar a los países satélites de la URSS" (Eric Hobsbawm, Años interesantes. Una vida en el siglo XX, 2003).

"En 1985 Gorbachov fue promovido al puesto de Secretario General. Y en aquellos momentos él era un hombre de Occidente. En relación con esto Thatcher jugó un papel decisivo. Ella condujo a Gorbachov y fue ella quien dirigió esa operación de destrucción de la URSS. Ella, Thatcher, y no los americanos" (Alexander Zinoviev, en una entrevista realizada por Antonio Ortiz Fernández, 2007).

"Gorbachov suele ser considerado un temerario reformador liberal, pero en realidad fue un conservador. Su meta era preservar la URSS como potencia de gran envergadura, con la necesarias concesiones en lo tocante a la reducción de costos y transformar la nomenklatura en un cuerpo de tecnócratas capitalistas cómodamente instalados en las grandes corporaciones estatales abiertas al capital extranjero a través de empresas conjuntas" (Georgi Derluguian e Immanuel Wallerstein, "De Iván el Terrible a Vladimir Putin: Rusia en la perspectiva del sistema-mundo", 2014).

"Pasará a la historia como el arquitecto del desastre: la restauración pura y simple del capitalismo y el estallido de la Unión Soviética" (Samir Amin, La Revolución de Octubre cien años después, 2017).

martes, 31 de mayo de 2022

Nos ha dejado Joaquín de Alba Bernal, pero permanecerá en nuestro recuerdo

Te recuerdo subido en lo más alto de una escalera,
como buscando una estrella 
escondida en el cielo de la noche.
Tu mundo fue el de la mar.
Allí forjaste la reciedumbre de esos héroes 
que os jugáis la vida en cada viaje.
Tuviste conciencia de lo que eras
y sentiste la necesidad 
de empujar con tus iguales
para que la dignidad 
se convierta en el aire necesario 
que haga habitable, sin distinciones, 
el lugar donde vivimos. 
Por eso te gustaba enviar en tus mensajes 
esos puños que simbolizan la fuerza de la unión.
Siempre estabas sonriente 
y nunca te faltaron esas palabras de aliento 
que ayudan cuando se está en el fragor de cada batalla.
Joaquín, sólo hay una cosa inevitable en la vida
el momento de perderla.
Y hoy, con mucho dolor,
te ha tocado a ti, compañero.
Permanecerás siempre en nuestro recuerdo
y estoy seguro que cada noche 
te buscaremos entre las estrellas que nos iluminan 
y evitan que nos venza la oscuridad.
 




domingo, 27 de febrero de 2022

Amigo Óscar, ¡qué lástima cuando la muerte llega tan pronto!

Me acabo de enterar: a finales del mes pasado falleció Óscar, un amigo de mi juventud. De esos dos maravillosos años, entre 1975 y 1977, que pasé en el club juvenil del barrio. Rodeado de buena gente. De esos chicos y esas chicas que despertábamos al mundo de la adultez. Descubriendo y experimentando en la vida en cosas como la música, la poesía, las excursiones, la amistad, el amor y hasta la política. Sí, la política. Porque llegué allí por y para eso. Para vivir la experiencia de la lucha contra la dictadura que fenecía y soñar con la revolución. Y allí estaba él. Atrevido, atractivo, sin complejos... Estuvo entre quienes montamos un grupo musical, paseándonos sin pudor por los barrios de la ciudad. Empezamos con un homenaje a Víctor Jara, para luego ir ampliando el repertorio con otras canciones, entre las que destacaron "La muralla" de Nicolás Guillén y los Quilapayún o la "Santa Bárbara" minera. Estábamos Juanín, Mari Carmen, los Javis, Benigno... y Óscar. Con su voz entre potente y bella. "Grave para la edad, rotunda, aunque sin pulir", como escribí en 2009. Llegó a unirse a "la  Joven", como decíamos de la JGR. Lo hizo tímidamente y por poco tiempo. Le pesaba su familia, dividida entonces entre el PCE y el PSOE. Al final, todos, incluido él, acabaron en el partido de "la casa común". Con el paso de los años, cuando regresaba a mi ciudad natal, no dejé de verlo de vez en cuando. Fueron pocas las ocasiones, la verdad. Pero nunca faltó una conversación agradable. Y hasta cariñosa. Óscar, de veras que siento tu pérdida. ¡Y qué lástima cuando se hace llegar tan pronto! 

lunes, 3 de enero de 2022

Recordando al artista Vicente Feliú, recientemente fallecido

El pasado día 17 de diciembre falleció el cantautor Vicente Feliú, uno de los integrantes de la Nova Trova Cubana, de la que formaron parte Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Noel Nicola, Amaury Pérez, Sara González... Fue hermano del también cantautor Santiago Feliu, fallecido en 2014, que perteneció a una generación más joven de la Nova Trova. A raíz de su muerte se ha publicado una entrevista inédita realizada para Cuba Debate. Nos sirve de recordatorio de lo que fue su vida y su obra artística. Una de sus canciones más afamadas ha sido "Créeme", cargada de una gran belleza musical y poética, y que ha sido muy versionada por otros artistas. Ayer pude escuchar, a través del portal electrónico Cuba Información, una de esas versiones, en esta ocasión a cargo del Coro Nacional Infantil, dirigido por Digna Guerra y Ladys Sotomayor. Un bonito homenaje a Vicente Feliu en el 63 aniversario del triunfo revolucionario en la isla caribeña. 

Créeme
cuando te diga que el amor me espanta,
que me derrumbo ante un te quiero dulce,
que soy feliz abriendo una trinchera.
 
Créeme
cuando me vaya y te nombre en la tarde
viajando en una nube de tus horas,
cuando te incluya entre mis monumentos.
 
Créeme
cuando te diga que me voy al viento
de una razón que no permite espera,
cuando te diga no soy primavera,
sino una tabla sobre un mar violento.
 
Créeme
si no me ves y no te digo nada,
si un día me pierdo y no regreso nunca.
 
Créeme,
que quiero ser machete en plena zafra,
bala feroz al centro del combate.
 
Créeme,
que mis palomas tienen de arcoiris
lo que mis manos de canciones finas.
 
Créeme, créeme,
porque así soy
y así no soy de nadie.

domingo, 28 de noviembre de 2021

Se nos fue Almudena Grandes, pero nos queda su amor por quienes mantuvieron su dignidad en la derrota


El cáncer se ha llevado por delante la vida de Almudena Grandes. Una de mis novelistas favoritas. De la que he sido capaz de leer una buena parte de sus libros, desde que allá por 1989 empecé con su Las edades de Lulú, con la que ganó el premio La sonrisa vertical de ese mismo año. Luego le han ido siguiendo novelas como Estaciones de paso, El corazón helado, Los besos en el panAtlas de geografía humana y Castillos de cartón. Libros de relatos como Estaciones de paso y Modelos de mujer. O las novelas que constituyen su serie, émula de la de Benito Pérez Galdós, Episodios de una guerra interminable, formada por Inés y la alegría, El lector de Julio Verne, Las tres bodas de Manolita,  Los pacientes del doctor García, La madre de Frankenstein..., a la espera del que debería haber sido su último episodio: Mariano en el Bidasoa. Todos ellos, menos El lector de Julio Verne, en mi biblioteca. Con ganas de leer otros dos que aún no he podido hacerlo: Los aires difíciles o Malena es un nombre de tango

Puedo añadir, sin contar sus artículos en la columna fija que tenía en El País, dos escritos más. Uno, la introducción que hizo para Anaya de España. Guía completa de viajeros, en correspondencia con sus estudios académicos de Historia del Arte. Y el otro, "Razones para un aniversario", dentro de la obra colectiva Memoria del futuro. 75 aniversario II República española. Y fue precisamente de este libro, que presentó en el verano de 2006 en nuestro, por muchos motivos, querido Conil junto a su compañero de vida Luis García Montero, del que guardo la dedicatoria que me hicieron y que puede ser ya para mí un pequeño tesoro, junto al más grande que constituyen sus obras leídas y especialmente esas tan maravillosas que dedicó con tanto amor a las personas que perdieron la guerra, pero que, pese a todo, supieron hacer de la dignidad el designio de sus vidas.

Me acaba de llegar un poema, de Luis García Montero, que dedicó hace unos años a Almudena Grandes:

Como el cuerpo de un hombre derrotado en la nieve,
con ese mismo invierno que hiela las canciones
cuando la tarde cae en la radio de un coche,
como los telegramas, como la voz herida
que cruza los teléfonos nocturnos
igual que un faro cruza
por la melancolía de las barcas en tierra,
como las dudas y las certidumbres,
como mi silueta en la ventana,
así duele una noche,
con ese mismo invierno de cuando tú me faltas,
con esa misma nieve que me ha dejado en blanco,
pues todo se me olvida 
si tengo que aprender a recordarte.

En el mensaje que he recibido hay un añadido: "¡Hasta siempre, Almudena!". Como también hago yo y, creo, que muchísimas personas más.


(Primera imagen: retrato hecho por Oriol Malet).

jueves, 2 de septiembre de 2021

Nos seguirá quedando la música de Mikis Theodorakis

Correría 1973 ó 1974 cuando fui a ver con mi hermano Jorge la película Zorba el Griego (de Mihalis Cacoyiannis, 1964), estrenada en España una década después de su aparición. Más allá de los papeles protagonistas de Anthony Queen e Irene Papas, o del impacto que supusieron para mis 15 años algunas escenas, me resultó reconocible de su banda sonora la ya conocida melodía del "Sirtaki"Años después de ver Zorba el Griego supe que esa música era de Mikis Theodorakis. 

El artista griego acaba de fallecer. Fue profuso y variado en su creatividad. Tocó géneros que van desde lo propiamente sinfónico hasta las bandas sonoras del cine, pasando por la ópera, el ballet o los himnos. Una parte de sus composiciones tienen como protagonistas a personajes de la rica y ancestral historia de su país. No le faltan otros personajes, individuales o colectivos, de tiempos más actuales y extraídos del pueblo, como combatientes antifascistas o luchadores sociales. 

En el mundo del cine, algunos años después (¿1976, 1977...?) de Zorba el Griego pudimos ver en España Z (de Constantin Costa Gavras, 1969), una película que había estado prohibida durante la dictadura, entre otras cosas porque trataba de la gestación del golpe de estado de los coroneles en Grecia. De ella sí supe que el autor de su banda sonora era Theodorakis, como lo fue de las de Estado de sitio (de Constantin Costa Gavras, 1972), Serpico (de Sidney Lumet, 1973) o Actas de Marusia (de Miguel Littin, 1976), también estrenadas en este país nuestro tardíamente. En la primera de ellas el músico griego echó mano del grupo argentino Los Calchakis, cuyos componentes pusieron sus instrumentos andinos al servicio de una melodía cargada de la épica de las acciones de los tupamaros uruguayos.

Conozco de Theodorakis algunas obras más. Por ejemplo, la orquestación que hizo de poemas del Canto General (1971) de Pablo Neruda o la cantata que le dedicó a Federico García Lorca (1983). También, el "Canto Olímpico" que, con letra de Dimitra Manda, compuso con motivo de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Y, claro está, su participación en el disco colectivo dedicado a García Lorca, Poetas en Nueva York (1988), para el que musicó el poema "Son de negros en Cuba", que fue interpretado por Georges Moustaki. 

Toda esa actividad estuvo acompañada de un compromiso político a lo largo de su vida. Fue antifascista y comunista. Combatió en su juventud las ocupaciones militares sucesivas de su país durante la Segunda Guerra Mundial por parte de Italia y Alemania. Luego, ya adulto, hizo lo propio contra la dictadura de los coroneles instalada en 1967. Es cierto -todo hay que decirlo- que no le faltaron comportamientos más que sorprendentes, como ocurrió cuando se acercó a la derecha de su país. Hace unos años, en 2012, volvió a salir a la luz cuando, a sus 87 años, tuvo el arrojo de estar en la punta de lanza de la resistencia de su pueblo frente a una nueva agresión exterior, en esta ocasión la de los gobernantes neoliberales de la Unión Europea. Así lo reflejé en una entrada, que titulé "La dignidad de un anciano llamado Theodorakis".  

Con Theodorakis se nos ha ido un personaje cargado de una experiencia vital muy rica. En lo cultural y hasta en lo político. Se le echará de menos, pero nos seguirá quedando su música.     

domingo, 9 de mayo de 2021

Murió José Manuel Caballero Bonald, en su esperanza de ser lo que ya ha sido

Llevo días en una vorágine de fallecimientos y acabo de enterarme de otro, no en mi entorno familiar, sino, en esta ocasión, del mundo literario: el de José Manuel Caballero Bonald. Alejado ahora de mi casa, donde podría haber consultado los libros que leí de él, voy a remitir a una entrada que le dediqué hace casi nueve años, con motivo de la concesión del Premio Cervantes: "Cordura y coherencia en José Manuel Caballero Bonald"

En ella mencioné a sus dos libros leídos: Ágata ojo de gato, muy valorada y la preferida por el propio escritor; y su recopilatorio completo de poemas Somos el tiempo que nos queda, que sigue siendo para mí uno de los libros de cabecera en la poesía. Dos libros sólo, pero de los que extraje una sensación mucho más que agradable. 

Mi conocimiento de Caballero Bonald se hunde a mis años de juventud, en las postrimerías de la dictadura, a través de la revista Triunfo. Enseña del antifranquismo y de la que era ávido lector pese a mis 16, 17 ó 18 años, en esa publicación semanal podíamos más que informarnos de lo político y de lo cultural. Y en esto último era donde nos ofrecía su sabiduría, incluida la relacionada con el mundo del flamenco, del que, como buen jerezano de origen y sentimiento, hacía gala.

Se nos ha ido un referente literario, pero también ético. Sensible siempre con los momentos que le tocó vivir, en 2013 lo hizo con el sentimiento de indignación que se extendió por el país, encallado en ese régimen atiborrado de corrupción, inmovilismo político, privilegios y desidia social. Y es que, a la pregunta de un lector sobre si estaba indignado, contestó con un rotundo "Desde que nací".

Reciente es el poema "Bienaventurados los insumisos", cuyo contenido nos lleva a lo que ha sido una constante coherencia a lo largo de su vida:

Ni la justicia con sus manos ciegas,
ni la bondad de ojos efímeros,
ni la obediencia entre algodones sucios,
ni el rencor que atenúa
la desesperación de los cautivos,
ni las armas que arrecian por doquier,
podrán ya mitigar esas lerdas proclamas
con que pretenden seducirnos
aquellos que blasonan de honorables.

Quienquiera que merezca el rango de insumiso
descree de esa historia y esas leyes.
El poder de los otros
nada sino desdén suscita en él.
Ha aprendido a vivir al borde de la vida.  

Y de 1954 data "Mi propia profecía es mi memoria", en cuyos dos versos finales nos dice:

Mi propia profecía es mi memoria:
mi esperanza de ser lo que ya he sido.

(Imagen: Público, 2013).

jueves, 6 de mayo de 2021

A nuestra querida Conchi


Hay veces que la muerte de un ser querido produce un fuerte abatimiento. Es lo que me ha ocurrido con mi querida hermana Conchi por la que ahora siento, con los versos que dedicó Miguel Hernández a Ramón Sijé, que "tanto dolor se agrupa en mi costado, / que, por doler, me duele hasta el aliento". Un dolor que está también en su familia, en sus amistades y en ese innumerable número de personas a las que diariamente insuflaba su apoyo, su alegría y su amor. 

Durante el funeral dos de sus sobrinas leyeron un escrito entrañable, y yo mismo hice lo propio de un retrato que hace once años le dediqué y que estuvo publicado durante un tiempo en este cuaderno. A sugerencia de mi hija, Julia, he decidido publicarlos junto con un escrito suyo, otro más de Fernando y el mensaje que desde Bruselas envió Diana cuando conoció la noticia.


Fue mi favorita en el reparto, aunque ya antes le habían asignado su papel: ser mi ángel de la guarda. Su voz desde el balcón, los bálagos de jabón, la colonia en la cabeza… “Hueles a calle”, me decía cuando volvía de mi segunda escuela. “Canguingos y patas de peces”, me contestaba cuando, ansioso, le preguntaba por lo que había de comer. Aprendió un oficio delicado. Por eso llegaba tarde a comer de casa de la señora Daría. Ha bordado mucho, ya menos, pero cómo ha bordado su vida. Fue valiente durante la madrugada de ese maldito septiembre (¿te acuerdas, Jose?) y escuchó mis palabras para que lo entendiera. Sé que tiene fundido a su Dios con quienes sólo soñamos en la Tierra. Es el sacrificio permanente. La generosidad personificada. Si no, que se lo pregunten a su padre y a su madre, que están, estoy seguro, en su cielo. Yo, desde luego, lo atestiguo. Estuvo conmigo en mi infierno.

(Jesús, 2009)



Conchi, ejemplo de vida estoica. Era mi madrina. ¡Lo siento tanto!

(Diana, 2021)



Querida Conchi de nuestros corazones.

¡Cómo no quererte, si eras nuestra segunda madre, la segunda abuela de nuestros hijos! Nuestra Conchi. 
 
Cada Día de la Madre te mandábamos un mensaje felicitándote y nos decías “que yo no soy tu madre”. Pero, en realidad, te gustaba que lo hiciéramos y cada año repetíamos. Ayer no nos dio tiempo. 
 
Creo que hablamos por todos cuando decimos que a nuestros novios y nuestras novias los conocías antes que nuestras madres. Siempre fuiste nuestra confidente. 
 
Pensabas en todos y nunca en ti. Eras pura bondad. ¡Cómo no quererte!
 
Siempre independiente, nunca quisiste renunciar a ello y así te has ido, independiente y porque lo que nunca quisiste fue molestar. 
 
Estarás siempre presente en nuestras vidas y te llevaremos en nuestros corazones. Nos verás desde el cielo, porque allí estarás con los abuelitos y tu hermana Pilar. 

TE QUEREMOS, CONCHI.

(Marta y María José, 2021)



Hay quien tiene un padre y una madre, yo tuve la suerte de tener a tres o a cinco abuelos. No lo sé muy bien, pero en mi vida estuvo Conchi, mi “Pochi”.

Mi abuela Felisa, mujer de la época, trajo al mundo a nueve criaturas, siendo la última mi padre. Y como eran muchos, Conchi fue la encargada de cuidarlo. Lógicamente no viví su infancia, pero desde pequeña siempre vi que entre ellos había algo especial, diferente al resto de hermanos… Y ese vínculo se hizo extensivo a mi madre. No eran hermanas de sangre, pero se querían, cuidaban y actuaban como tales. Todo eso hizo que mi hermano y yo sintiéramos algo más de lo que se siente por una tía y eso que nos separaban unos cuantos cientos de kilómetros. Nosotros, abajo, en el sur, en la playa. “Mis sobrinos de Barbate”, como decía siempre que se encontraba con alguien, que eran muchas veces, porque andar con ella era una “tortura”. ¡Se paraba con todos!... porque a todos conocía…

Y es que Conchi era especial en mi familia y en su barrio. Ella, por el contrario, estaba “en el norte”, aunque, si miramos un mapa, Salamanca en el norte, norte… no está. A pesar de la distancia, no recuerdo unas vacaciones sin ella: terminábamos y empezábamos el año juntas; las semanas santas, también; y los veranos, en agosto, para celebrar el cumpleaños de papá. Las pasábamos en su casa, que era la de los abuelos, ya ausentes. Fue ella quien vivió con ellos y los cuidó, como buena hija y buena cristina…, pero, sobre todo, porque le nacía de dentro sin esperar nada a cambio… Y eso, creo, que si se lo preguntáramos a cualquiera de los que la conocieron, era una de las cosas que más la definían.

Desde muy pequeña yo decía que quería “estudiar en Salamanca con Conchi” y por eso a mis 16 años mis padres decidieron que me subiera. ¡Qué contenta nos pusimos las dos! Y qué vacío se le quedó cuando, sólo un año después, volví a casa, porque no logré adaptarme, hacer amigos… Hoy diríamos alto y claro que sufrí bulling, por lo que no estuve dispuesta a más. Las dos supimos que no volveríamos a vivir juntas, pero eso no impidió que ese año, a pesar de todo, vivir juntas fue maravilloso: los lunes y miércoles íbamos andando a la piscina, y, mientras yo nadaba, ella hacia “sus visitas”; los martes, inglés en casa de su amiga Lourdes; los jueves, teatro. En medio paseábamos con mi prima María, que había sido madre hacía poco, y a las dos nos encantaba acompañarla, estar en los baños del pequeño, en sus cenas y hasta en la puesta de los pañales. ¡Qué gracia nos hacía verlo correteando con el culillo al aire! Sé que no son grandes cosas, pero para mí lo fueron y compensaba las pesadillas que pasaba cada mañana en el instituto.

Cuando regresé al sur, volvió la rutina anterior y nunca faltaron las vacaciones ni las llamadas…, porque, eso sí, hablábamos mucho, muchísimo, y eso hacía que nos sintiéramos cerca. Y así fue hasta que empecé a trabajar y apareció Lolo en mi vida. Cuando compartes tu vida con alguien, conciliar se vuelve más difícil, porque, igual que quieres que la otra persona entre en tu vida, ella quiere que lo hagas en la suya y eso implica hacer reajustes. Nos veíamos menos y hablábamos más, pues no había semana que no lo hiciéramos. Ya no pasábamos el fin de año juntas, pero sí los puentes y, cuando le rogué a mi jefe que me permitiera disponer de algunos días de mis vacaciones a libre elección para poder ver a mi familia del norte y me contestó que no…, supe que no era mi sitio.

En el puente de Andalucía, en febrero del 2020, subimos Lolo y yo: 3 días. Recuerdo sus patatas a la vinagreta y sus filetes de carne (porque, aunque en Salamanca hay pinchos…, se come en casa de Conchi y ¡qué rica está su comida!), su charla en la cocina mientras desayunábamos, el Pronto, una confesión que me hizo en la que acabamos llorando las dos, la infusión de después de comer y hasta lo que decíamos de la que se estaba liando con el coronavirus…

Fue la última vez que nos vimos. Las restricciones no nos lo permitieron. Y en mi familia, otra cosa no, pero responsables y concienciados somos un rato. 15 meses después recibí una llamada de esas que nunca esperas: Conchi, sin previo aviso, se había ido. Se la llevó un infarto, a ella, aún con mucha vida, llena de energía y sana.

Tenía una gran cualidad: era alegre y siempre sabía ver el lado bueno de las cosas. Y cuando me encontraba bajilla de ánimos, me decía: “Julieta, acuérdate de la abuela”. Yo, con los ojos de una niña, la recuerdo y, siendo sincera, no mucho, porque se fue pronto de mi vida… Pero, a partir de ahora, en quién sí pensaré en mis momentos bajos será en Conchi.

Te querré siempre, infinito, y descansa en tu cielo, pues aquí en la Tierra papá, mamá, Víctor y yo te recordaremos.

(Julia, 2021)



Conchi, única e intransferible

Niño agitado, rebelde, inquieto...Tía firme, correcta: “las cosas no se hacen así...”.

Quizá, la persona más cercana y a la vez la más distante. Siempre estaba cuando la necesidad lo requería. No lo hacía por obligación, no era una ayuda por interés, era una filosofía de vida. Su objetivo era llenar el vacío, de luz la oscuridad, de comida al hambriento, de alegría al triste... Era la muleta del cojo, el dinero del pobre, la música del sordo, el bastón del ciego.

Y cuando la alegría y la perfección llegaban a tu vida, más que alegrarse, disfrutaba de tu éxito, de tu alegría, desde la distancia, sin incordiar, sin querer obtener ningún beneficio. No le gustaban los abrazos, no le gustaban los besos, no le gustaban las fotos ni el postureo...

La tía Conchi, la segunda madre de primas, primos, mi hermano..., auténtica e intransferible. Y me llevo en mi corazón, cual rebelde sin causa, los abrazos y besos que a mí sí que me dejaba darle, quizá porque sabía que eran necesarios, que eran auténticos.

Querida tía, ahora que ya estás con los abuelitos, permite que te demos las gracias por haber dejado un legado de cómo tiene que ser una buena persona en vida.

Por siempre, tu sobrino agitado, el rebelde, el inquieto.

(Fernando, 2021)