sábado, 2 de mayo de 2020

Vincent van Gogh: un recorrido por su obra desde una perspectiva social












No recuerdo el año concreto, pero hace alrededor de un cuarto de siglo, estando en verano en Salamanca, hice un vídeo dedicado a Van Gogh, para lo que utilicé mi pequeña cámara doméstica. Posiblemente se encuentre entre tantas cintas que conservo de los años 90 y que ahora me costaría tiempo ponerme a buscarlo. El otro día, rebuscando entre los papeles, encontré el guión que elaboré, con el añadido de los tiempos en que debía ir grabando las imágenes. A falta de otra cosa, porque se trataba de una práctica, aproveché para hacer el texto y tomar las imágenes el volumen dedicado al pintor en la colección Genios de la Pintura, editada por Sarpe en 1979. Ahora he decidido no tanto reproducir dicho texto como utilizarlo de base para esta entrada. Del original sólo ha quedado la idea. El resultado es lo que se ofrece a continuación.     


Vincent van Gogh nació en el año 1853 en el pueblo de Groot-Zundert, en los Países Bajos. Era hijo de un pastor de la Iglesia Reformada holandesa y trabajó desde muy joven como empleado en una empresa del mercado de obras de arte. En 1876 una crisis emocional lo llevó a dejar su trabajo para orientarse de una forma apasionada a la religión. Aunque fracasó en los estudios eclesiásticos, se dedicó a tareas de apostolado, optando por acercarse al mundo de la gente desheredada.

En 1879 fue enviado a la comunidad minera de Borinage, en el norte de Bélgica, donde fue testigo de la dura realidad de los mineros y las trabajadoras y conoció el sindicalismo y el socialismo con el que intentaban combatir los estragos de la explotación y la miseria. Fue el comienzo de una crisis religiosa que acabaría desembocando en la pérdida de la fe religiosa. Atraído por el mundo de la creación artística, empezó a realizar dibujos al carboncillo, en los que reflejó la vida de esa gente. 



En 1880 tomó la decisión de dar un nuevo giro en su vida, esta vez con el dibujo y la pintura. Tras una temporada intensa de formación en Bruselas, inició una actividad artística en la que no tardó mucho en adquirir una personalidad propia. Al principio estuvo marcado por un realismo inspirado en Millet, de cuyas obras hizo copias de una forma reiterada, y Honoré Daumier. Se sintió atraído por la dimensión social de sus obras, en las que cobraba sentido la dignificación del trabajo campesino y fabril frente a la miseria de sus vidas. Como estilo cultivó en mayor medida el dibujo, que aplicaba sobre papel sepia y modelaba con carboncillos y tizas. El resultado fueron obras de tonalidades terrosas y oscuras, casi monocromáticas, una de las cuales, de 1881, es "El sembrador". 


En 1881 regresó a los Países Bajos, donde residió en las ciudades de Etten, La Haya y Nuenen. Eso le supuso la posibilidad de estrechar los lazos afectivos con su hermano Theo, que trabajaba como marchante de arte y acabaría siendo su protector. Su estilo, por otro lado, evolucionó hacia el naturalismo, a lo que contribuyó en gran medida la obra literaria de Emile Zola. De 1882 datan varias versiones de "Pena", en una las cuales añadió un texto breve del historiador Jules Michelet que reza así: "¿Cómo es posible que pueda haber una mujer tan sola y desamparada?". La modelo, a la que llamaban Sien, era una prostituta que Van Gogh había acogido en su casa y con la que convivió durante unos meses. Sobre el contenido de la obra en una carta a su hermano le confesó: 

“he tratado de poner un poco de sentimiento en esta figura. Sólo espero que este dibujo te plazca. (…) En mi opinión, este dibujo es la mejor figura que he dibujado hasta ahora, por eso pensé que debía enviártela”.



Empezó a ser frecuente que tendiera a pintar al óleo y hacer distintas versiones (en dibujo, como litografías…), lo que mantuvo a lo largo de su vida. En los cuadros al óleo añadió grisallas a las tonalidades terrosas, que acompañaba de contrastes  sombras/blancos y veladuras, y de impastos y trazos más anchos. Una de esas obras es "El tejedor del telar", de 1884, en la que, a la vez, denunciaba la deshumanización del trabajo industrial y dignificaba a quienes lo realizaban. O, quizás la más famosa de esos años, "Los comedores de patatas", de 1885, sobre la que el propio Van Gogh escribió en una carta dirigida a su hermano Theo:

"He querido reflejar la idea de que estas personas que comen patatas bajo la lámpara, metiendo las manos en el plato, con esas mismas manos han trabajado la tierra. He tratado que, de este modo, mi cuadro exalte el trabajo manual y el alimento tan honestamente ganado". 



En palabras de Giulio Carlo Argan estamos ante artista que 

"se pregunta, angustiado, sobre el significado de la existencia, de su propio estar-en-el-mundo. Y, naturalmente, se pone de parte de los desheredados, de las víctimas: los trabajadores explotados, los campesinos a los que la industria, junto con su tierra y su pan, les quita el sentimiento de la ética y de la religiosidad del trabajo".   


En 1885 se trasladó a la ciudad belga de Amberes, donde vivió poco tiempo, pero que le sirvió para conocer la obra de Rubens, de la que se sintió atraído por el colorismo del artista flamenco, a su vez prestado de la escuela veneciana: 


"Rubens ejerce sobre mí una impresión fortísima. Encuentro sus dibujos excepcionalmente buenos (...);  me seduce absolutamente su manera de dibujar un rostro con toques de pincel, mediante trazos de un color rojo puro".


Pese a que pintó pocas obras en esa ciudad, una de ellas es "La nodriza", de 1886, donde se percibe la impronta rubensiana  en el empleo del carmín y el verde esmeralda. 



Pero fue su marcha a París en ese mismo año lo que le puso en contacto con la vanguardia del arte del momento, conociendo a algunos de sus protagonistas, entre los que estaban el sexagenario Pissarro y, de la nueva generación de postimpresionistas, Toulouse Lautrec, Gauguin o Seurat. Consciente de que París era un mundo diferente, hizo de ella un lugar idóneo para seguir aprendiendo, como en 1886 le dijo al pintor H. M. Levens en una carta:

"En Amberes no sabía en absoluto lo que eran los impresionistas; ahora que los he visto, y aunque no formo todavía parte de su grupo, he admirado algunos de sus cuadros. (...) El verdadero dibujo consiste en modelar con el color".



Dispuso de pocos recursos para sustentarse, más allá de la ayuda de su hermano o de lo obtenido por la venta de algunas obras, pero eso no supuso que dejara de trazar planes de cara al futuro. En 1887 le transmitió a su hermana Wilhelmina:

"Si no tuviese a Theo, me sería imposible lograr con mi trabajo lo que persigo. (...) Mi propósito, en cuanto pueda, es ir a pasar una temporada al 'Midi', donde hay más color, más sol. (...) Más adelante, cuando pueda encontrar modelos para las figuras, espero poner de manifiesto que lo que busco es todavía diferente que pintar flores o paisajes verdosos".



En la capital francesa aprendió el empleo de los colores complementarios, pero también conoció las teorías sobre la luz y los colores tan en boga. Es lo que puede percibirse, entre otras, en "El puente de la Grande Jatte" o "Mujer en el café de Tambourin". Sus obras empezaron a perder la cuasi monocromía de su etapa anterior para acabar ganando una luminosidad que, incluso in crescendo, le acompañó hasta el final. Su atracción inicial por el impresionismo, aun cuando ya había dado paso a la etapa posterior, supuso el encuentro con una nueva forma de expresarse en lo formal y en lo temático.

En 1888 decidió trasladarse a la pequeña ciudad de Arlés, en la Provenza. Tal como había indicado a su hermana, buscaba la luz y el color que el ámbito mediterráneo le podía proporcionar. Su paleta se llenó de una policromía sin precedentes, dando lugar a una expresividad cada vez más extrema en actitudes, formas y colores. Las pinceladas ondulantes, las veladuras gruesas y los colores intensos fueron dando forma a sus cuadros. Como escribió en una carta a su hermano Theo:

"no busco representar con exactitud lo que tengo delante de los ojos, sino que me sirvo del color de forma arbitraria para expresarme con más fuerza".



Abundaron las escenas al aire libre, preferentemente de día y en el campo, como hizo  en "Campo de trigo al atardecer". Siempre atraído por la luz y empleando obsesivamente el azul y, sobre todo, el amarillo. Pero no le faltaron las escenas nocturnas de cielos estrellados y los interiores, como puede verse en "Terraza de café de noche". Sobre este cuadro escribió:

"no se trata de un color localmente verdadero desde el punto de vista realista del "trompe-l'oeil" [golpe de ojo], sino de un color que sugiere una emoción cualquiera de un temperamento ardiente".



Pese a que siguió teniendo dificultades para poder hacer retratos, no le faltaron ocasiones para conseguirlo. En la familia Roulin encontró la complicidad necesaria y un afecto mutuo. En uno de los que dedicó a Joseph, el padre, recuperó lo que en otro tiempo había hecho con personajes del campo, las minas y los talleres: lo dispuso sentado sobre un sillón y junto a una mesa de gran sencillez, ataviado con su uniforme azul de cartero y con una mirada directa, elevando en dignidad humana a quien no dejaba de ser empleado de un oficio humilde.  



Cuando llegó a Arlés su idea inicial fue la de fundar una comunidad de artistas, algo que sólo se quedó en el intento. El único que se atrevió a visitarlo, y con poco entusiasmo, fue Paul Gauguin. Aunque mantuvieron una relación de colaboración, nunca dejó de estar exenta de tensión. Fue una relación frágil, que se vio rota cuando protagonizaron ese episodio confuso que acabó con la oreja izquierda de Van Gogh seccionada. En uno de los autorretratos hechos al poco de su salida del hospital posaba mirándose a un espejo todavía con el vendaje sobre su cabeza y fumando una pipa. El empleo del verde para su abrigo y el fondo rojo, junto al naranja, nos lleva a esos colores que para él expresaban "las terribles pasiones humanas".  



A partir de ese momento su situación anímica empeoró, hasta el punto que en 1889 tuvo que ingresar en el sanatorio psiquiátrico de Saint-Rémy-de-Provence, donde permaneció un año. Su restablecimiento no le impidió seguir desarrollando una intensa actividad pictórica, en la que extremó aún más sus formas a base de remolinos celestes y la ondulación de los árboles. Entre éstos aparecieron los cipreses, como hizo en "Noche estrellada", uno de sus cuadros más reconocibles. Sobre ellos expresó en junio de 1889 a su hermano lo siguiente:

"Los cipreses me sorprenden siempre; quisiera hacer algo como las telas de los girasoles, porque me sorprende que nadie los haya pintado todavía como yo los veo. En cuanto a líneas y proporciones, un ciprés es bello como un obelisco egipcio".



En mayo de 1890 trasladó de nuevo su residencia, en esta ocasión a Auvers-sur-Oise, un pueblo del entorno de París. De esta manera pudo tener una mayor cercanía física con su hermano Theo, a lo que se añadió la presencia del doctor Gachet, amigo de su hermano y médico de Pissarro, que lo atendió en la medida de sus posibilidades.


Sus estados de ánimo siguieron alternándose entre el desasosiego:

"he reemprendido el trabajo, aun cuando el pincel me caía casi de la mano";

y la euforia:

"me encuentro totalmente en una condición de sosiego casi excesivo, en un estado necesario para pintar".

En el cuadro que dedicó a la iglesia de Auvers la dispuso para ser vista desde el ábside, algo que ya hizo 16 años antes con la iglesia de Nuenen. En esta ocasión, sin embargo, con dos importantes diferencias: los colores terrosos de antaño fueron sustituidos por sus conocidos colores expresivos, entre los que destaca el azul cobalto, casi oscuro, del cielo; y las líneas rectas, por otras ondulantes. 

    
Uno de sus últimos cuadros fue "Campo de trigo con cuervos". Mucho se ha escrito sobre lo premonitorio del tema, dada la presencia del color negro a través de esas aves revoloteando entre las espigas secas. Lo cierto es que en la última carta que envió a su hermano Theo había escrito:

"(...) si el estío tiene la oposición de los azules con un elemento anaranjado en el bronce dorado de los trigos, se podría hacer justamente un cuadro que expresase muy bien el aire de las estaciones, con todos los contrastes de los colores complementarios (rojo y verde, azul y anaranjado, amarillo y violeta, blanco y  negro".


















El 29 de julio, poco más de dos meses de su llegada a Auvers, murió Van Goh. Lo de menos es saber si fue él mismo quien acabó con su vida pegándose un tiro sobre su pecho mientras pintaba en el campo o si fue consecuencia de un accidente provocado por la negligencia de un joven. Sobre su mesa había escrita una nota que decía:

"Por mi trabajo, arriesgo la vida, y mi razón ha naufragado casi en la empresa...".


Atrás había quedado una obra extensa para los pocos años -apenas once- que se dedicó a la creación artística. Ante todo fue una obra cargada de intensidad. Se ha escrito mucho de los condicionantes que pudo tener el trastorno mental que padecía y de lo innovador de su estilo, una puerta abierta a otros, como el expresionismo o el fauvismo. Siendo cierto, quizás habría que centrarse más en lo que nunca dejó de ser un artista rebelde, observador de la realidad dominante y sensible con sus víctimas. El mismo que, cuando en París acabó abandonando los temas sociales, no hizo otra cosa, como ha señalado Argan, que desentrañar dicha realidad en toda su dimensión:

"Ya no se trata de representar el mundo de manera superficial o rotunda; (...) afronta la realidad para captar y apropiarse de su contenido esencial, la vida. Esa vida que la sociedad burguesa, con su trabajo alienante, extingue en el hombre".


Bibliografía  

Argan, Giulio CarloEl Arte Moderno. 1770-1970, v. 1 (Valencia, Fernando Torres, 1976).
Autoría colectiva. "Van Gogh y Toulouse-Lautrec", en Historia del Arte, v. 8 (Barcelona, Salvat, 1976).
Autoría colectiva. "Van Gogh", en Diccionario Larousse de la Pintura, v. 6 (Barcelona, Planeta-Agostini, 1988).
Borrás, Gonzalo M. Introducción General al Arte (Madrid, Istmo, 1984).
Fonti, Daniela. Van Gogh (Barcelona, Sarpe, 1979).
Galería Vincent van Gogh (https://www.vangoghgallery.com/es/#).
García-Sánchez Marín, Deborah. “El Van Gogh del que nadie habla: su retrato de la clase obrera durante sus años en el Borinage” (Magnet, 16-02-2019; https://magnet.xataka.com/idolos-de-hoy-y-siempre/van-gogh-que-nadie-habla-su-retrato-clase-obrera-durante-sus-anos-borinage).
Lecaldano, PaoloLa obra pictórica de Van Gogh. De Etten a París, v. 1 (Barcelona, Planeta, 1988).
Lecaldano, PaoloLa obra pictórica de Van Gogh. De Arlés a Auvers, v. 2 (Barcelona, Planeta, 1988).
Olivar, Marcial. Los impresionistas (Barcelona, Salvat, 1972).
Prieto González, Mayte. "Sorrow (tristeza) de Vincent van Gogh" (Cinhalam, 23-08-2012; https://cinhalam.wordpress.com/2012/08/23/sorrow-de-vincent-van-gogh/).
ttamayo.com. "El uso de grises en la pintura de Vincent van Gogh” (15-08-2017, https://www.ttamayo.com/2017/08/uso-grises-la-pintura-vincent-van-gogh/).


(La primera imagen contiene varios autorretratos de Van Gogh: los tres primeros, de 1886, verano de 1887 y comienzos de 1888, pintados en París; el  cuarto, de septiembre de 1888, en Arlés; el quinto, de septiembre de 1889, en Saint-Rémy; y el sexto, de julio de 1890, en Auvers).



Post data

El artículo ha sido publicado en Rebelión, con fecha 8-05-2020 (https://rebelion.org/wp-content/uploads/2020/05/1-1.pdf).