Este año el 1 de mayo ha tenido como novedad la ausencia de movilizaciones en las calles y plazas. Las circunstancias que estamos pasando por el covid-19 ha obligado a que se haya tenido que aguzar el ingenio para celebrar el Día de la clase trabajadora. Salvo algunos actos simbólicos en la calle, se ha tendido a hacerlo de una forma virtual, mediante el envío masivo de correos y mensajes a través de las redes sociales.
Por mi parte, he optado por hacer una recopilación de poemas que, explícita o implícitamente, aluden a un día en el que desde hace más de un siglo se pone de manifiesto el orgullo de una mayoría social -llámese clase obrera, clase trabajadora, pueblo, clases populares...- que hace de su trabajo el fundamento de su vida y sin necesidad de recurrir a la explotación de otras personas.
13 poemas de 13 poetas. Y es que, como Mario Benedetti dice en sus versos: "cantamos porque llueve sobre el surco / y somos militantes de la vida, / porque no podemos ni queremos / dejar que la canción se haga ceniza".
Mi primero de mayo
A todos,
los que
marchan por las calles
y detienen
las máquinas y talleres.
A todos,
deseosos de
llegar a nuestra fiesta,
con las
espaldas cargadas de trabajo.
Salid el
primero de Mayo,
al primero
de los Mayos
Recibámoslo,
camaradas,
con la voz
entrelazada de canciones.
Primavera
mía,
derrite las
nieves
Yo soy
obrero,
este Mayo
es mío
Yo soy
campesino,
este Mayo
es mío.
A todos,
tendidos en
las trincheras,
esperando
la muerte infinita:
a todos,
los que desde su blindado,
apuntan
contra sus hermanos,
hoy es
primero de Mayo.
Vayamos al
encuentro
del primero
de los Mayos nuestros,
enlazando
las manos proletarias.
Callad
vuestro ladrido, morteros
Silencio,
ametralladoras
Yo soy
marinero,
este Mayo
es mío
Yo soy
soldado,
este Mayo
es mío.
A todos,
a las
casas,
a las
plazas,
a las
calles,
encogidas
por el hielo invernal.
A todos,
hambrientos
de hambre,
estepas,
bosques,
campos.
Salid en
este primero de Mayo
Gloria al
hombre fecundo
Desbordaos
en esta primavera
Verdes
campos, cantad
Sonad,
sirenas y pitos
Yo soy de
hierro,
este Mayo
es mío!
Yo soy la
tierra,
este Mayo
es mío.
(Vladimir
Maiakovski, 1 de mayo de 1918)
Primero de mayo de 1937
No sé qué
sepultada artillería
dispara
desde abajo los claveles,
ni qué
caballería
cruza
tronando y hace que huelan los laureles.
Sementales
corceles,
toros
emocionados,
como una
fundición de bronce y hierro,
surgen tras
una crin de todos lados,
tras un
rendido y pálido cencerro.
Mayo los
animales pone airados:
la guerra
más se aíra,
y detrás de
las armas los arados
braman,
hierven las flores, el sol gira.
Hasta el
cadáver secular delira.
Los
trabajos de mayo:
escala su
cenit la agricultura.
Aparece la
hoz igual que un rayo
inacabable
en una mano oscura.
A pesar de
la guerra delirante,
no
amordazan los picos sus canciones,
y el rosal
da su olor emocionante
porque el
rosal no teme a los cañones.
Mayo es hoy
más colérico y potente:
lo alimenta
la sangre derramada,
la juventud
que convirtió en torrente
su
ejecución de lumbre entrelazada.
Deseo a
España un mayo ejecutivo,
vestido con
la enterna plenitud de la era.
El primer
árbol es su abierto olivo
y no va a
ser su sangre la postrera.
La España
que hoy no se ara, se arará toda entera.
(Miguel Hernández, Viento del pueblo)
El obrero
Madre:
cuando sea grande
¡ay qué
mozo el que tendrás!
te
levantaré en mis brazos
como el
viento alza el trigal.
Yo no sé si
haré tu casa
cual me
hiciste tú el pañal,
o si
fundiré bronces,
los que son
eternidad.
¡Qué
hermosa casa ha de hacerte
tu niñito,
tu titán,
y que
sombra tan amante
el alero te
va a dar!
Yo te
regaré una huerta,
y tu falda
he de colmar
con los
frutos perfumados:
pura miel y
suavidad.
(Gabriela
Mistral)
A la inmensa mayoría
Aquí
tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que
amó, vivió, murió por dentro
y un buen
día bajó a la calle: entonces
comprendió:
y rompió todos su versos.
Así es, así
fue. Salió una noche
echando
espuma por los ojos, ebrio
de amor,
huyendo sin saber adónde:
a donde el
aire no apestase a muerto.
Tiendas de
paz, brizados pabellones,
eran sus
brazos, como llama al viento;
olas de
sangre contra el pecho, enormes
olas de
odio, ved, por todo el cuerpo.
¡Aquí!
¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo
horizontal cruzan el cielo;
horribles
peces de metal recorren
las
espaldas del mar, de puerto a puerto.
Yo doy todos
mis versos por un hombre
en paz.
Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última
voluntad. Bilbao, a once
de abril,
cincuenta y uno.
(Blas de Otero, Pido la paz y la palabra, 1955)
El poble / El pueblo
El poble és
un vell tossut, / El pueblo es un viejo tozudo,
és una noia
que no té promès / es una muchacha sin novio,
és un petit
comerciant en descrèdit, / es un pequeño comerciante en descrédito,
és un
parent amb qui vam renyir fa molt de temps. / es un pariente con quien reñirnos
hace mucho tiempo.
El poble és
una xafogosa tarda d’estiu / El pueblo es una bochornosa tarde de verano,
és el petit
desfici del diumenge a la tarda, / es la pequeña desazón del domingo por la tarde
és un parapet damunt la sorra, / es un
castillo sobre la arena,
és la pluja
fina de novembre. / es la lluvia fina de noviembre.
El poble és
quaranta anys d’enfilar-se per les bastides, / El pueblo es cuarenta años de
subirse a los andamios,
és el petit
desfici del diumenge a la tarda, / es la breve ansiedad del domingo por la
tarde,
és la
família com a base de la societat futura, / es la familia como base de la
sociedad futura,
és el
conjunt d’habitants, etc. etc. / es el conjunto de sus habitantes, etc., etc.
El poble és
el meu esforç i el vostre esforç, / El pueblo es mi esfuerzo y vuestro
esfuerzo,
és la meva
veu i la vostra veu, / es mi voz y vuestra voz,
és la meva
petita mort i la vostra petita mort, / es mi pequeña muerte y vuestra pequeña
muerte.
El poble és
el conjunt del nostre esforç / El pueblo es el conjunto de nuestro esfuerzo
i de la
nostra veu / y de nuestra voz
i de la
nostra petita mort / y de nuestra pequeña muerte.
El poble és
tu i tu i tu / El pueblo eres tú y tú y tú
i tot
d’altre gent que no coneixes, / y toda la gente que no conoces,
i els teus
secrets / y tus secretos
i els
secrets del altres. / y los secretos de los otros.
El poble és
tothom, / El pueblo es todos,
el poble és
ningú, / el pueblo es nadie,
el poble és
tot, / El pueblo es todo:
el principi
i la fi / el principio y el fin,
l’amor i
l’odi, / el amor y el odio,
la veu i el
silenci, / la voz y el silencio,
la vida i
la mort. / la vida y la muerte.
(Miquel Martí i Pol,
1956-58)
La muralla
Para hacer
esta muralla,
tráiganme
todas las manos:
los negros,
sus manos negras,
los
blancos, sus blancas manos.
Ay,
una muralla
que vaya
desde la
playa hasta el monte,
desde el
monte hasta la playa, bien,
allá sobre
el horizonte.
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—Una rosa y
un clavel…
—¡Abre la
muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—El sable
del coronel…
—¡Cierra la
muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—La paloma
y el laurel…
—¡Abre la
muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—El alacrán
y el ciempiés…
—¡Cierra la
muralla!
Al corazón
del amigo,
abre la
muralla;
al veneno y
al puñal,
cierra la
muralla;
al mirto y
la hierbabuena,
abre la
muralla;
al diente
de la serpiente,
cierra la
muralla;
al ruiseñor
en la flor,
abre la
muralla…
Alcemos una
muralla
juntando
todas las manos:
los negros,
sus manos negras,
los
blancos, sus blancas manos.
Una muralla
que vaya
desde la
playa hasta el monte,
desde el
monte hasta la playa, bien,
allá sobre
el horizonte…
(Nicolás Guillén, La paloma de vuelo popular, 1958)
El pueblo
De aquel
hombre me acuerdo y no han pasado
sino dos
siglos desde que lo vi,
no anduvo
ni a caballo ni en carroza:
a puro pie
deshizo
las
distancias
y no
llevaba espada ni armadura,
sino redes
al hombro,
hacha o
martillo o pala,
nunca
apaleó a ninguno de su especie:
su hazaña
fue contra el agua o la tierra,
contra el
trigo para que hubiera pan,
contra el
árbol gigante para que diera leña,
contra los
muros para abrir las puertas,
contra la
arena construyendo muros
y contra el
mar para hacerlo parir.
Lo conocí y
aún no se me borra.
Cayeron en
pedazos las carrozas,
la guerra
destruyó puertas y muros,
la ciudad
fue un puñado de cenizas,
se hicieron
polvo todos los vestidos,
y él para
mí subsiste,
sobrevive
en la arena,
cuando
antes parecía
todo
imborrable menos él.
En el ir y
venir de las familias
a veces fue
mi padre o mi pariente
o apenas si
era él o si no era
tal vez
aquel que no volvió a su casa
porque el
agua o la tierra lo tragaron
o lo mató
una máquina o un árbol
o fue aquel
enlutado carpintero
que iba
detrás del ataúd, sin lágrimas,
alguien en
fin que no tenía nombre,
que se
llamaba metal o madera,
y a quien
miraron otros desde arriba
sin ver la
hormiga
sino el
hormiguero
y que
cuando sus pies no se movían,
porque el
pobre cansado había muerto,
no vieron
nunca que no lo veían:
había ya
otros pies en donde estuvo.
Los otros
pies eran él mismo,
también las
otras manos,
el hombre
sucedía:
cuando ya
parecía transcurrido
era el
mismo de nuevo,
allí estaba
otra vez cavando tierra,
cortando
tela, pero sin camisa,
allí estaba
y no estaba, como entonces
se había
ido y estaba de nuevo,
y como
nunca tuvo cementerio,
ni tumba,
ni su nombre fue grabado
sobre la
piedra que cortó sudando,
nunca sabia
nadie que llegaba
y nadie
supo cuando se moría,
así es que
sólo cuando el pobre pudo
resucitó
otra vez sin ser notado.
Era el
hombre sin duda, sin herencia,
sin vaca,
sin bandera,
y no se
distinguía entre los otros,
los otros
que eran él,
desde
arriba era gris como el subsuelo,
como el
cuero era pardo,
era
amarillo cosechando trigo,
era negro
debajo de la mina,
era color
de piedra en el castillo,
en el barco
pesquero era color de atún
y color de
caballo en la pradera:
cómo podía
nadie distinguirlo
si era el
inseparable, el elemento,
tierra,
carbón o mar vestido de hombre?
Donde vivió
crecía
cuanto el
hombre tocaba:
La piedra
hostil,
quebrada
por sus
manos,
se
convertía en orden
y una a una
formaron
la recia
claridad del edificio,
hizo el pan
con sus manos,
movilizó
los trenes,
se poblaron
de pueblos las distancias,
otros
hombres crecieron,
llegaron
las abejas,
y porque el
hombre crea y multiplica
la
primavera camino al mercado
entre
panaderías y palomas.
El padre de
los panes fue olvidado,
él que
cortó y anduvo, machacando
y abriendo
surcos, acarreando arena,
cuando todo
existió ya no existía,
él daba su
existencia, eso era todo.
Salió a
otra parte a trabajar, y luego
se fue a
morir rodando
como piedra
del río:
aguas abajo
lo llevó la muerte.
Yo, que lo
conocí, lo vi bajando
hasta no
ser sino lo que dejaba:
calles que
apenas pudo conocer,
casas que
nunca y nunca habitaría.
Y vuelvo a
verlo, y cada día espero.
Lo veo en
su ataúd y resurrecto.
Lo distingo
entre todos
los que son
sus iguales
y me parece
que no puede ser,
que así no
vamos a ninguna parte,
que suceder
así no tiene gloria.
Yo creo que
en el trono debe estar
este
hombre, bien calzado y coronado.
Creo que
los que hicieron tantas cosas
deben ser
dueños de todas las cosas.
Y los que
hacen el pan deben comer!
Y deben
tener luz los de la mina!
Basta ya de
encadenados grises!
Basta de
pálidos desaparecidos!
Ni un
hombre más que pase sin que reine.
Ni una sola
mujer sin su diadema.
Para todas
las manos guantes de oro.
Frutas de
sol a todos los oscuros!
Yo conocí
aquel hombre y cuando pude,
cuando ya
tuve ojos en la cara,
cuando ya
tuve la voz en la boca
lo busqué
entre las tumbas, y le dije
apretándole
un brazo que aún no era polvo:
«Todos se
irán, tú quedarás viviente.
Tú
encendiste la vida.
Tú hiciste
lo que es tuyo».
Por eso
nadie se moleste cuando
parece que
estoy solo y no estoy solo,
no estoy
con nadie y hablo para todos:
Alguien me
está escuchando y no lo saben,
pero
aquellos que canto y que lo saben
siguen
naciendo y llenarán el mundo.
(Pablo Neruda, Plenos poderes, 1962)
Por qué cantamos
Si cada
hora viene con su muerte
si el
tiempo es una cueva de ladrones
los aires
ya no son los buenos aires
la vida es
nada más que un blanco móvil
usted
preguntará por qué cantamos
si nuestros
bravos quedan sin abrazo
la patria
se nos muere de tristeza
y el
corazón del hombre se hace añicos
antes aún
que explote la vergüenza
usted
preguntará por qué cantamos
si estamos
lejos como un horizonte
si allá
quedaron árboles y cielo
si cada
noche es siempre alguna ausencia
y cada
despertar un desencuentro
usted
preguntará por que cantamos
cantamos
por qué el río está sonando
y cuando
suena el río / suena el río
cantamos
porque el cruel no tiene nombre
y en cambio
tiene nombre su destino
cantamos
por el niño y porque todo
y porque
algún futuro y porque el pueblo
cantamos
porque los sobrevivientes
y nuestros
muertos quieren que cantemos
cantamos
porque el grito no es bastante
y no es
bastante el llanto ni la bronca
cantamos
porque creemos en la gente
y porque
venceremos la derrota
cantamos
porque el sol nos reconoce
y porque el
campo huele a primavera
y porque en
este tallo en aquel fruto
cada
pregunta tiene su respuesta
cantamos
porque llueve sobre el surco
y somos
militantes de la vida
y porque no
podemos ni queremos
dejar que
la canción se haga ceniza.
(Mario Benedetti, Inventario I, 1963)
Uno no escoge
Uno no
escoge el país donde nace;
Pero ama el
país donde ha nacido.
Uno no
escoge el tiempo para venir al mundo;
Pero debe
dejar huella de su tiempo.
Nadie puede
evadir su responsabilidad.
Nadie puede
taparse los ojos, los oídos,
Enmudecer y
cortarse las manos.
Todos
tenemos un deber de amor que cumplir,
Una historia
que nacer
Una meta
que alcanzar.
No
escogimos el momento para venir al mundo:
Ahora
podemos hacer el mundo
En que
nacerá y crecerá
La semilla
que trajimos con nosotros.
(Gioconda Belli, Sobre la Grama, 1970)
Para salir de este siglo
Se os
convoca aquí, en el gran prado salado,
en el
bosque de la uría y del paíño,
en los
labradíos del alcatraz y la gaviota,
en las
vegas del pez-luna,
en las
gándaras de la ballena,
en las dehesas
del delfín y el tiburón.
Se os
convoca aquí, en el valle abierto,
entre setos
de espuma,
al final de
los caminos, de los atajos,
donde tiene
su cuna el viento y se hace ronco.
Se os
convoca aquí, al final de la guerra,
donde los
dioses urden las tormentas,
caballerías
al frente, dibujando el horizonte,
protegiendo
el dorado.
Se os
convoca aquí, en el espejo vivo
donde el
tesoro se hunde,
en este embarcadero
de piedras
y de almas,
de arados y
de estrellas.
(Manuel Rivas, Mohicania, 1986)
Uno de mayo
A Horacio Rébora
Mi tango
has sido tú. Recuerdo que te he escrito
con la mejor
ginebra que dio mi corazón.
Contigo la
tristeza fue quizá menos triste
la soledad
tan sólo una mala canción.
Recuerdo
que he llevado tu nombre a los suburbios
y he visto
como el tiempo te convertía en papel.
Inquieta
como un trozo de amor bajo la lluvia
recuerdo
haberte visto temblar sobre mi piel.
Vivimos
codo a codo, nada nos enturbiaba,
en tus ojos
la luna parecía charol.
La ciudad
me miraba con su mejor sonrisa,
con tu
mejor misterio desde aquella pensión.
A ti te he
dedicado mis únicos desvelos
y las dudas
que uno sólo siente una vez.
Detrás de
cada esquina siempre estaba mi abrazo
estrechándote
fuerte, esperándote fiel.
Después
llegó el destino vestido de uniforme,
nos separó
de un golpe y me arrojó hacia el mar,
la
libertad, tu nombre, aquél pañuelo blanco
y en el
puerto ese tango que faltó por bailar.
(Luis García
Montero, En pie de paz, 1988)
Quiero ser hombre
Quiero ser
el hombre de la tierra
La mujer el
niño la tierra aún la tierra
Pero nunca
ser
Un viejo
con corazón carroñero
El malvado
vertebrado
Nunca el
hombre que pudre
Cuanto es
bello
Quiero
vivir sin permiso
Reír sin
permiso
Llorar sin
permiso
Quiero
bailar sin permiso
Odiar sin
permiso
Perdonar
sin permiso
Quiero
morir sin permiso
Pudrirme
sin permiso
Llegar a
ser flor sin permiso
Brotar como
hierba silvestre
Ser tierra
y mar sin permiso
Sin permiso
ser sueño
Sin memoria
sin rostro
Quiero
hacer callar de vergüenzas la noche
Sin permiso
resonar como tam-tam salvaje
Sin permiso
gritar
Libertad
Puede que
mañana seamos viejos
Con tantos
soles en nuestros corazones
Tanto amor
por vivir
Tantos ecos
locos por contestar
Tantas
ofrendas en que empeñarse
Tantas
sendas noches en las que dejar
la huella
de nuestra juventud
Quizá
mañana seamos sí
por fin
compañeros del invierno
(Modou Kara Faye, Poesía póstuma)
Yo puedo decir
Yo puedo
decir madre amigo compañero
Tocayo semejante
compinche colectivo
Hija
militante paisano multitud
Cómplice
votante hermano camarada
Ídolo
partidario amada maestro
Prójimo
socio padre lector
Y hablar de
soledad: NINGÚN DERECHO HAY
El desierto
se traga a las gentes que lo habitan.
(Manuel Fernando
Macías, La criminal pasión de poseer,
2007)
(Las imágenes, vistas de arriba a abajo y de izquierda a derecha, se corresponden con: "Familia trabajando", de Alba Calderón; "Salitreros", de Laura Rodig; "Recolección de frutas", de Tamar Abakelia; "Mujer con bandera" [tratada digitalmente], de Tina Modotti; "Mujeres bantúes con cestas", de Gladys Mgudlandlu; y "Obreros", de Tarsila do Amaral).
(Las imágenes, vistas de arriba a abajo y de izquierda a derecha, se corresponden con: "Familia trabajando", de Alba Calderón; "Salitreros", de Laura Rodig; "Recolección de frutas", de Tamar Abakelia; "Mujer con bandera" [tratada digitalmente], de Tina Modotti; "Mujeres bantúes con cestas", de Gladys Mgudlandlu; y "Obreros", de Tarsila do Amaral).