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sábado, 11 de enero de 2020
Una situación nueva, pero manteniéndose alerta
Pasó el primer obstáculo. Fue duro, porque sólo se oían gritos, insultos, provocaciones, falsedades... Argumentos, pocos. Apuntaron contradicciones, que las hay, claro que sí. Marcaron su ideario, en el que mezclaron la modernidad del neoliberalismo con lo reaccionario en su visión estrecha de la patria/nación, la negación de derechos, el androcentrismo, el racismo... Pero ante todo exteriorizaron inusitadamente unas formas que el diputado Baldoví definió, con rotundidad y precisión, como falta de educación. No les sentó muy bien en el momento que lo dijera, pero lo cierto es que desde entonces amainó en parte el vendaval. Pero bueno, ya estamos donde estamos y ahora toca resolver lo siguiente. Del segundo socio ya sabíamos que junto al vicepresidente Iglesias van estar su compañera Montero, comunistas como Díaz y Garzón, y Castells, propuesto, al parecer, por Colau. A falta de algunos detalles, estamos viendo cómo el primer socio está marcando territorio. En un primer momento el gran jefe Sánchez hizo retrasar la conformación del gobierno. Después dio la orden de empezar a dar nombres. En un primer golpe de efecto se anunció una cuarta vicepresidencia, pese a haberse pactado tres. El nombre, Ribera, no era una novedad, pero sí su ascenso en la jerarquía y la asunción de parte de las competencias de Iglesias. Otras piezas las intuíamos por conocidas. La vicepresidenta Calvo, las ministras Calviño y Robles, el ministro Marlaska, el ministro y dirigente Ábalos... Media sorpresa ha sido el ascenso de la otra Montero, que sustituye a Celáa en la portavocía. En parte como contraaque desde el segundo socio se anunció lo del exgeneral Rodríguez como jefe de gabinete de Iglesias o lo de Rosell al frente de una secretaría de estado. Ayer el primer socio sacó más nombres, repitiendo en sus carteras Celáa, Maroto, Planas y Duque, y apareciendo como novedad González, Escrivá e Illa. Ha dejado en el camino a Delgado, Valerio, Carcedo y Guirao, y faltan por nombrar dos o tres carteras más. Sánchez ha colocado piezas que van a generar tensiones. Una ya conocida es Calviño, que se ve reforzada por la presencia de un Escrivá que viene de la época de Montoro. Austeridad, vamos. Otras son Marlaska y Robles, e incluso González, ésta al frente de la cartera que ha de recorrer el mundo y sus instituciones de mando. No sorprende tanto, como que se corrobora, que las competencias del segundo socio parecen bastante recortadas y más después de algunos de los nombramientos hechos desde el primer socio. El pulso interno se intuye duro. El contexto general es complejo. Están los apoyos externos y el cumplimiento de lo pactado. Están los grupos que permitieron que se diera un paso adelante y que van hacer valer lo también pactado. Están las realidades del día a día, esto es, las decisiones judiciales polémicas, la dinámica de las instituciones europeas, la gente que está encarcelada por motivos políticos, la precariedad laboral, el desempleo, los desahucios, las pensiones, la violencia que su sufren las mujeres, las personas inmigrantes... Está, claro, la presión desde el otro lado, que, siendo ya superlativa desde todos los frentes, va a ir a más. En fin, va a ponerse a prueba la capacidad de resistencia de ambos socios en una situación nueva. Y entre quienes desde la izquierda estamos expectantes por lo que pueda ocurrir, no olvidar que hay que mantenerse alerta.