jueves, 2 de enero de 2020

La poesía humana de Shigeharu Nakano











































Descubrí hace unos días a Shigeharu Nakano y su poesía. Fue producto del azar. Pese a que puse mi empeño en conocer más de él y de su obra, el resultado ha sido muy pobre. No se ha editado ningún libro en castellano y apenas he podido reunir cinco poemas suyos, que son los que voy a ofrecer para que puedan leerse. 

Nakano es un poeta japonés de origen humilde, que nació en 1902 y vivió hasta 1979. Profesor de la Universidad de Tokio, donde impartía clases de literatura alemana, fue testigo del momento culminante del expansionismo imperialista del gobierno de su país, cuando en los años 30 se lanzó de lleno a la conquista de China y al poco, como aliado de los gobiernos fascistas de Alemania e Italia,  se involucró en la Segunda Guerra Mundial. Fue lo que llevó a Nakano a afiliarse al Partido Comunista Japonés y poner su obra poética al servicio de lo que se conoció en su país como arte proletario. Detenido en 1934, estuvo recluido en la cárcel hasta el fin de la guerra en 1945. 

Los cinco poemas que presento testimonian las duras vivencias que conoció entre la gente corriente y entre quienes como él militaban en un partido clandestino. Estamos ante una poesía realista. Una poesía social y también política. Un género tantas veces denostado y en tantas injustamente. Los versos de Nakano están llenos de calor humano. Se respira una calidez que nos acerca a quienes son enviados a empresas militares ajenas o a quienes se juegan la vida como resistentes. Son alegatos antimilitaristas y por ello en favor de la paz. Y también son llamadas a la fraternidad necesaria para que pueda ser una realidad "hacer florecer / nuestras flores".


La estación de Shinagawa en la lluvia

Adiós, Shin
Adiós, Kim
Ustedes, que suben al tren en la estación de Shinagawa.

Adiós, Li, hombre
Adiós, Li, mujer
Ustedes, que parten hacia el país de sus padres.

El río de Corea se congela en invierno
Su corazón rebelde se congela en el momento de la despedida.

El mar levanta su grito al atardecer
Las palomas mojadas por la lluvia descienden al lecho de los trenes.

Ustedes, mojados por la lluvia, no olviden al Emperador del Japón que
                                                                                  / les expulsa
Ustedes, mojados por la lluvia, recuérdenlo bien, con su barba y lentes, 
                                                                      / cargado de hombros.

En la lluvia vehemente se alza el semáforo verde
En la lluvia vehemente sus miradas se afilan.

La lluvia lava estas piedras, cae el mar oscuro
La lluvia resbala por sus ardientes mejillas.

Sus negras siluetas pasan por la boca de la estación
La falda de su vestido blanco flamea en la oscuridad del corredor.

La luz del semáforo cambia
Ustedes suben…

Ustedes parten,
Ustedes se van.

Adiós, Shin
Adiós, Kim
Adiós, Li, hombre
Adiós, Li, mujer.

Vayan y destruyan aquellos hielos duros y traicioneros
Hagan que calle todo, que salte el agua tanto tiempo detenida.


Saludos de la noche 

Regresó la noche
Mi compañero, mi sombra en la pared,
Regreso la noche.

Voy a salir un rato
A echarme una copita.
Mi hermano sobre la pared,
Vas a aburrirte solo
Pero aguántame un poco
que regreso en seguida.

A mi regreso, claro,
Podrás hacerme llorar como siempre
Y así te divertirás.

A tus plantas
Me echaré a llorar dócilmente.

Entonces, mi hermano sobre la pared,
Vuelvo en seguida. 


Una foto aparecida en el periódico

Fíjese en el segundo hombre colocado a la izquierda:
Es mi hermano
El hijo de usted.

Es su otro hijo, mi hermano,
Vestido con polainas
Con mochila de campaña a la espalda
Forrado con cartucheras
Mi hermano
Al que ordenaron levantar el fusil
Rellénalo de balas
Desenfundar a bayoneta.

Allí
Frente al paredón del arsenal de Shangai
Donde le ordenaron ponerse de pie, despatarrado.
Mire, madre,
Lo que su hijo va a hacer
Su hijo está a punto de asesinar
Está a punto de matar sin razón a gente desconocida
Las manos de su hijo gentil
De repente golpearán
Mira cómo los brazos de su hijo se repliegan
Para que su bayoneta penetre un pecho
Repentina, agudamente.

Y miré
Más allá del paredón
En aquel edificio
En muchos cuartos, corredores, escaleras y sótanos
Otros hijos de otras madres que se parecen a usted
Hacen saltar los candados
Saquean las cajas fuertes
Despegan pisos y techos, robando, violando
Destrozando las espaldas
Los pechos que les ponen resistencia
Pechos redondos, con tetas, pechos arrugados como los suyos
Despedazados con bayonetas como la de su hijo.

Oh,
No aparte la mirada, madre,
No desvíe la mirada del hecho de que han convertido a su hijo en asesino
De que publican su retrato de asesino en el periódico
No lo oculte con su palma que tiembla
Ante la evidencia de que existen miles de madres a quienes han enterrado
                                                                           / un puñal en el pecho

Ante la evidencia de que usted es sólo una de ellas.
Madre,
Madre, la única para mi hermano y para mí,
No cierre sus ojos bañados de lágrimas.


Canto

Tú no cantes
no cantes a las flores de cerezo
ni a las alas de las libélulas
no cantes al murmullo del aire
ni al aroma del cabello de las mujeres.

Niégate
todas las cosas débiles
todas las cosas frágiles
todas las cosas melancólicas.

Rechaza
todas las cosas sentimentales
y canta con franqueza
lo que piensas
lo que llena nuestro estómago.

Canta las cosas que penetran al corazón
canta un canto que aúlle cuando lo destrocen
un canto que brote desde el fondo del agravio.
Estos cantos
cántalos valerosamente con una melodía severa.

Estos cantos
clávalos con martillo en el corazón de la gente.


Adiós a la madrugada

Hemos de trabajar
hemos de discutir nuestros asuntos.
Siempre que nos reunimos
nos asaltan los gendarmes
y nos golpean la nariz
nos golpean los ojos.
Por eso nos cambiamos a este segundo piso
con salida a callejones y atajos de refugio.

Aquí duermen seis adolescentes.
En la planta baja, un matrimonio y un niño de pecho.
No conozco a estos adolescentes
sólo sé que son mis camaradas.
No conozco el nombre del matrimonio
sólo sé que nos han prestado su segundo piso
con buena voluntad.

Pronto amanecerá
nos mudaremos otra vez
cargaremos el maletín
discutiremos minuciosamente
realizaremos bien nuestro trabajo
mañana por la noche dormiremos en otro colchón prestado.

Ya empieza a amanecer
este cuarto de seis metros cuadrados
pañales colgados del cordón eléctrico
el foco tiznado y desnudo
los juguetes de celuloide
los colchones prestados
las pulguitas.

De todo esto me despido
hay que continuar el trabajo
para hacer florecer
nuestras flores:

la flor del matrimonio
la flor del niño de pecho
para que florezcan estas flores
de pronto, plenamente.

(Imagen: retrato fotográfico de Shigeharu Nakano tomada de Wikipedia