El PP lleva toda la semana de convenciones, por donde va desfilando de todo. Y entre tantas cosas que hemos podido oír, ayer José María Aznar soltó una nueva perla, de esas que dejan huella: "Oigo cada
día una cosa distinta en relación con las pensiones y cada día me preocupo
menos. Y yo no soy pensionista ni estoy jubilado ni nada de eso. Y además ni
tengo ganas de jubilarme ni me pienso jubilar ni nada". Y tan pancho se ha quedado el tío.
Aun cuando pueda parecer que no tiene mucho que ver, me vinieron a la memoria unas declaraciones de hace unos años del ministro de Finanzas de Japón, un tal Taro Aso. No se le ocurrió otra cosa que decir sobre las personas mayores que se dieran "prisa en morir". Consideraba que el estado tenía demasiados gastos médicos para hacer frente a sus atenciones en la salud: "Yo me despertaría sintiéndome mal sabiendo que todo [el tratamiento] está pagado por el Gobierno".
Josemari tiene ahora 68 añitos, cuatro menos que los que Aso tenía en 2013. En ambos casos, han dado muestras de fortaleza y utilidad. ¿Para qué jubilarse? O ¿para qué recibir atención médica? Demasiados gastos, despilfarro, mantener inútiles... Aso era considerado por entonces como uno de los políticos más ricos de su país. En el caso de Josemari, desde que se retiró de la primera línea política, recibe cada año unos buenos emolumentos como miembro de varios consejos de administración de grandes empresas y por su extraordinaria labor intelectual como conferenciante. Eso sin contar sus peripecias con Hacienda.
En fin, carotas a más no poder.