En el libro El jefe de los espías, escrito por Juan Fernández-Miranda y Javier Chicote, se desvelan asuntos relacionados con lo que se conocen como "papeles de [Emilio Alonso] Manglano", que fue el jefe del CESID en los años ochenta y primera mitad de los noventa. Y uno de esos asuntos tiene que ver con lo ocurrido entre el entonces rey, Juan Carlos I, y Bárbara Rey. Un conocido enredo de amoríos, chantajes, espionaje y hasta de robo de documentos en el domicilio de la actriz. Al parecer, el hoy emérito confesó en su día a Manglano que sólo le tocó una teta, pero las grabaciones de las que se disponía comprometían de largo al titular del trono.
Pilar Urbano, una conocida y veterana periodista, ha contado durante una entrevista en una cadena televisiva que el hoy rey emérito llamó en cierta ocasión "puta verbenera" a la "rubia" que con el tiempo acabó siendo su amante. Sí, Corinna Larsen, la misma a la que aposentó en las cercanías del palacio de la Zarzuela, con la que estuvo a punto de casarse -previo divorcio con doña Sofía, a la que se califica con frecuencia como una reina profesional- y con la que estrechó también lazos muchos provechosos en el mundo de los negocios.
José Manuel Villarejo, veterano comisario de policía, también bastante famoso por sus innumerables líos judiciales y extrajudiciales, ha declarado ante una comisión del Congreso que al emérito tuvieron que suministrarle hormonas femeninas para rebajar su libido, ya que su ímpetu sexual estaba generando problemas de estado.
Que el entonces rey tocara sólo una teta o que hubiera habido mucho más, como se desvela en el libro antes aludido, tuvo un valor de unos cuantos centenares de millones de pesetas. Que salieron, claro está, de las arcas del estado. Eso de "puta verbenera" suena a... ¿Y él que era? En fin, una libido muy cara la del "campechano", ¿no? Y una vida muy provechosa, teniendo en cuenta su gusto por eso del cobro de comisiones millonarias.
¿Problemas de estado?
Post scriptum
La revista digital ctxt. Contexto y acción ha publicado hoy mismo un artículo del jurista Joaquín Urías y cuyo título es "Inviolable, pero no tanto". Acaba con las siguientes palabras: "En democracia, sólo es inviolable la ley, no un señor desvergonzado
escondido en nosequé emirato que se aprovechó de la confianza de todos para
hacerse rico". Recomiendo leerlo.