sábado, 2 de octubre de 2021

Presentada en Barbate El abismo de los límites, la primera novela de Antonio Jesús Roldán

Ayer tuve la ocasión de hacer de anfitrión y presentador de la primera novela de Antonio Jesús Roldán: El abismo de los límites (Córdoba, Utopía, 2020). En enero ya le dediqué una entrada en este cuaderno, queriendo dejar constancia de la sorpresa positiva que me causó su lectura. El acto, que tuvo lugar en la Casa de la Cultura de Barbate, contó con la presencia de una veintena de personas, que pudieron seguir con mucho interés la información que nos trasladó el autor.

Conozco a Antonio desde hace bastantes años: personalmente y en lo que se deriva de su actividad pública. Pese a la distancia que hay entre Conil, su pueblo, y Salamanca, en nuestra juventud, durante los últimos años de la dictadura y primeros de la Transición, compartimos la lucha política en el mismo entorno político: el de la Joven Guardia Roja y el Partido del Trabajo de España.

Antonio siguió un camino político que se mantendría en el futuro y que le daría excelentes frutos: en 1987 fue concejal por IU; desde 1995, ya como alcalde, ha mantenido a su grupo en el gobierno del Ayuntamiento  de Conil ininterrumpidamente; entre 2007 y 2011 compaginó esa labor con la de diputado provincial; y finalmente, en 2012, dejó su puesto en la alcaldía tras haber sido designado viceconsejero de Turismo y Comercio en la Junta de Andalucía.

Siguiendo con las coincidencias, los dos nos hemos dedicado a la misma profesión: la docencia. Antonio, como maestro, orientado a las personas adultas, llegando a estar en los comienzos en Barbate. Por mi parte, como profesor de secundaria, dedicado a la enseñanza entre adolescentes y jóvenes. Y hasta nos hemos jubilado casi a la vez, porque hasta coincidimos en el año de nacimiento.

Como destaqué en la presentación, no debemos olvidar un hecho, relacionado con la relevancia que ha tenido como alcalde durante 17 años: su ejemplaridad, pues estamos ante una persona de una gran altura moral y coherencia. Para ello puse tres ejemplos: cuando en 1991 rechazó la alcaldía, pese a haber sido elegido en el pleno sin su consentimiento; cuando entre 1995 y 1999 compatibilizó la docencia con la alcaldía; y cuando en 2015, después que Susana Díaz decidiera romper el pacto de gobierno entre el PSOE e IU, decidió volver a la docencia.

A Antonio siempre le ha gustado escribir. Fruto de ello ha sido la publicación de varios libros de contenido político. En Mandar obedeciendo (Ayuntamiento de Conil, 2007) hizo una recopilación de los artículos de opinión que había escrito para varios medios de comunicación. En Conil. El esfuerzo colectivo (Atrapasueños, 2015) hizo una valoración de su experiencia como alcalde, remarcándola dentro de una labor de equipo. Y Algo deberá ocurrir (Atrapasueños, 2018) reflexionó sobre el mundo en que vivimos y los retos que se plantean, para lo que planteó propuestas desde una perspectiva transformadora.

Desde que lo conocí percibí su amor por la Literatura: siendo dirigente provincial de IU le gustaba introducir versos tanto en sus intervenciones internas como en los actos públicos. Me consta que es autor de poemas, que mantiene inéditos hasta ahora, guardándolos celosamente. Algunos, no obstante, aparecen en el libro que nos ocupa, como es el caso de este poema:

Plácida la tarde cae en el verde mar,
el viento penetra en el alma de la arena
y la lanza al abismo.
La luz hace que el verde del agua marina
se multiplique en miles de tonalidades,
el salitre quema los ojos del niño
que juega en la orilla.
Divisiones de olas nacaradas
aterrizan en la orilla,
el soplo del aire destroza la espuma,
devolviéndola al continuo movimiento
de las ondas.
No bailan las cometas de colores,
existe sólo el silencio,
quizás el rumor del agua
al chocar con la arena
junto al silbido del viento
al golpear las piernas de los escasos paseantes.
El cálido levante es el dueño de la playa.

Y es que Antonio es un amante de la escritura y la lectura, tanto política como literaria. En 2015 recuperó tiempo para ello y desde 2019, ya jubilado, le ha permitido intensificarlo.

Ayer resalté que la larga introducción que dediqué a su trayectoria política resultaba apropiada para poder entender el libro que nos llevó a la cita. Para quienes vivimos en el litoral jandeño (Conil, Barbate, Zahara de los Atunes… incluso Chiclana…), en su lectura se van descubriendo cosas reconocibles.

La primera, el paisaje, por el que discurren los personajes y con un punto simbólico, el mismo que se refleja en el título y en la portada: el acantilado de Roche. No faltan otros, como las calles de Conil, Caños de Meca, el cabo de Trafalgar...

Otra de las cosas reconocibles es la personalidad de su protagonista, a quien ha puesto un apellido muy zahareño/barbateño: nada menos que Zájara (ya se sabe, Zahara de los Atunes, apellido…). Y a la sazón, jefe de la policía local, al que señala en la novela como inspector. Algo propio del género policiaco: comisario, detective, inspector…

En enero ya destaqué que Zájara es el alter ego de Antonio: por la forma de entender la vida, por su amor a los libros, por su sensibilidad… Un personaje que ha construido también con otros aportes, proveniente de sus raíces y el entorno, tanto familiar como de amistades.

Resulta reconocible también el contexto temporal en el que se desarrolla la trama, con sus connotaciones políticas y económicas. En lo propiamente coyuntural, pues la novela está situada en los prolegómenos y desarrollo de la pandemia del covid-19; y en un contexto más amplio, correspondientes a las tres últimas décadas vividas en nuestro país. Ya se sabe: el neoliberalismo, la especulación financiera, la especulación urbanística…

Como escribí en enero: “Y en ello Antonio es un gran conocedor -quizás, el que más- de las interioridades de ese microcosmos que conforma la ciudad que no menciona en la novela, pero que sabemos que es Conil de la Frontera”. Porque  en la novela se va desvelando lo que se cuece en esas interioridades, que, por extensión, podrían ser las de cualquier otro municipio. Se deja al descubierto el cruce de intereses privados y de corrupciones/corruptelas, de un lado, y los esfuerzos y el atrevimiento de quienes las denuncian y/o las persiguen, por otro. El inspector Zájara y sus colaboradores están entre los últimos, defendiendo desde la ley cosas como lo público frente a lo privado, el respeto a la naturaleza...

El último capítulo, que titula como "La nada vacía", tiene una clara connotación  hegeliana, sobre la que escribe: "se puede ver esta noche cuando uno mira a los seres humanos a los ojos".

Estoy seguro que las personas que asistieron el acto disfrutaron de las palabras de Antonio. También lo estoy de que acabarán haciéndolo con la lectura del libro, pues no en vano en un buen número lo adquirieron.

En su momento dije -y le dije también- que el libro puede ser el arranque de otros más. Es lo que parece que apunta en las palabras finales del libro: "Mañana será otra historia". Algo que, por lo que nos transmitió, puede ser posible.

Al tiempo.
(Fotografías: Felisa Rico Amores).