He visto esta noche en La 2 de RTVE el documental La guerra secreta de Reagan, de Dirk Pohlmann. Me he quedado sorprendido por su contenido, muy crítico con el papel jugado por EEUU durante la presidencia de Ronald Reagan. Se trata de un trabajo emitido por primera vez en 2015, donde se muestran los métodos llevados a cabo en las altas esferas del sistema estadounidense.
Sabíamos de la política de rearme de EEUU, de la guerra económica contra la URSS o de las operaciones de ayuda a determinadas fuerzas anticomunistas (Afganistán, en Centroamérica...). También del apoyo recibido por conocidos líderes europeos, como la primera ministra británica, Margaret Thatcher, o el presidente francés, Mitterrand, sin olvidarnos de Felipe González, artífice del mantenimiento de nuestro país en la OTAN. En su momento todas esas cosas las manejábamos desde los grupos antimilitaristas y pacifistas. Y la conciencia de lo que estaba ocurriendo, dentro de la reactivación de la Guerra Fría, fue la base del enorme movimiento por la paz que se desarrolló en Europa Occidental durante la décadas de los ochenta.
Lo que el documental desvela como desconocido es uno de los ámbitos donde se tramó y se promovió esa política: el Comité de Desinformación, vinculado a la CIA, y dirigido por Bill Casey, que tenía relación directa con el presidente Reagan. Para ello contaron con la ayuda de las fuerzas armadas y los medios de comunicación.
Dentro de la información aportada merece una mención especial lo ocurrido en Suecia. Fue en ese país escandinavo donde EEUU jugó un papel primordial, dada la cercanía a la base soviética ubicada en Murmansk, en el norte de la península de Kola y junto al océano Glacial Ártico. Fueron los años del gobierno presidido por Olof Palme, un socialdemócrata convencido, partidario de la distensión y solidario con los movimientos de liberación de los países del Tercer Mundo.
Dentro de las maniobras de desinformación, distracción, sabotaje, etc. llevadas a cabo por EEUU, y promovidas desde el citado comité, algunas de las que ocurrieron en Suecia fueron más que llamativas. A través del documental he recordado algunas de ellas, como la presencia en las cercanías de las costas suecas de lo que entonces se creía que eran submarinos soviéticos. En realidad se trataba de maniobras realizadas por los EEUU con aparatos preparados para la ocasión, para lo que contaron con la ayuda de los mandos militares suecos. Esto último está entre las revelaciones más sorprendentes del documental.
En la sociedad sueca existía una clara línea divisoria ente entre determinados ámbitos relacionados con los círculos políticos conservadores y las altas esferas del estado y la economía, y el gobierno sueco, expresión de una amplia mayoría social progresista. Y fueron esas operaciones de desinformación, con la ayuda de amplios sectores de los medios de comunicación, las que poco a poco hicieron que la opinión pública fuese cambiando en su percepción de la realidad. A través de ellos lograron convencer a amplios sectores de la población de que el peligro soviético era una realidad.
Y en todo este contexto se produjo en 1986, a modo de culminación, el asesinato del propio Palme. Si siempre se consideró como altamente sospechosa, viendo el documental se puede concluir, sin que se diga explícitamente, que fue preparada desde las altas esferas del imperio estadounidense. Se trataba de un político que resultaba molesto. No sabemos si algún día conoceremos -se conocerán- los entresijos de su muerte. Pero de lo que no hay duda que el supuesto loco que ejecutó la orden fue movido por unos hilos que tenían un cerebro con un objetivo muy claro.