sábado, 29 de octubre de 2022

Entre el Teatro de Dioniso griego y el Odeón de Herodes Ático romano


Atenas estuvo entre las polis pioneras en hacer del teatro uno de los ejes de la vida pública de sus ciudadanos. Desde la primera mitad del siglo -VI empezaron a representarse las tragedias dedicadas al dios Dioniso y durante el -V su recinto acogió la puesta en escena de las obras de Esquilo, Sófocles y Eurípides, o las comedias de Aristófanes. Lo que al principio fueron una plataforma de madera y unos rudimentarios asientos sobre la pendiente de la ladera sur de la Acrópolis, en la época de Pericles pasó a ser un espacio más ordenado, que incluía unas gradas de piedra. Finalmente, en el -340, ya en el periodo helenístico, fue cuando se construyó un teatro capaz de albergar a 15.000 espectadores y perfectamente definido en su estructura, similar a la de otros tantos de su época, como el de Epidauro. Lo que hoy conocemos son las ruinas que se muestran como huellas del paso del tiempo. Junto a él Pericles mandó construir en la segunda mitad del -V  el Odeón, un recinto de planta cuadrada para la representación de obras musicales. Apenas quedan restos de lo que fue en su día, lo que no ocurrió con el Odeón de Herodes Ático, situado en la misma ladera, pero más alejado hacia el oeste. En este caso nos encontramos ante un monumento que se engarza con el modelo de los teatros romanos, pues fue construido en el año 161, durante el mandato de Adriano. De planta semicircular y con un edificio exento casi en su totalidad, se ha conservado la fachada monumental de su escena.