Han sido varios los municipios de la provincia de Cádiz donde a lo largo de los últimos años se ha llevado a cabo este tipo de trabajos. En algunos de ellos, incluso, se ha procedido a la exhumación de restos mortales, lo que ha posibilitado conocer más detalles de lo sucedido y, lo que es más importante, la identificación de algunas de las víctimas mortales.
Dentro de las dificultades existentes para hacer un cómputo aproximado, en España todavía son muchas las personas, contadas por decenas de miles, que se encuentran desaparecidas por esa causa. En Andalucía se estima que superan las 30.000, repartidas en cientos de fosas comunes entre las ocho provincias. Los datos para la provincia de Cádiz oscilan entre las 1.600 y las 3.000 desapariciones, con alrededor de un centenar de fosas comunes.
En el caso de los municipios de la comarca de La Janda el número de víctimas mortales no es inferior a 192. El máximo se encuentra en las 57 de Vejer de la Frontera (sin contar las de Barbate, que a partir de marzo de 1938 pasó a ser un municipio independiente) y las alrededor de 40 en Paterna de la Rivera. Las del resto se reparten así: San José del Valle, 17; Barbate, 12 (10 de la localidad matriz, 1 de Zahara de los Atunes y 1 de San Ambrosio); Conil de la Frontera, 10; y Medina Sidonia, 6. De Benalup-Casas Viejas no he podido encontrar datos.
Entre las 12 víctimas mortales de Barbate siguen desaparecidas, por distintas razones, prácticamente todas. Por la información hasta ahora recogida sabemos que sólo una de ellas sigue enterrada en el mismo lugar donde fue depositada tras su asesinato. Sobre las vicisitudes y el destino final de resto la información es diversa, como veremos a continuación.
Francisco Tato Anglada es el único del que conocemos dónde está enterrado, el mismo cementerio de Barbate, lo que fue posible porque su padre conocía a Gonzalo Queipo de Llano. Fue asesinado el 21 de agosto de 1936 en las proximidades de Barbate mediante el método de la "ley de fugas".
De los hermanos Manuel y Juan Caro Marín, asesinados en Barbate los días 11 y 12 de julio de 1936, sabemos que se les enterró, respectivamente, en los cementerios de Barbate y Cádiz, pero años después sus restos pasaron a sus también respectivos osarios.
Lo mismo ocurrió con Francisco Domínguez Benítez, fusilado entre los días 19 y 21 de octubre en el entorno de la Plaza de Toros de Cádiz, para luego ser enterrado en el cementerio de la capital.
Algo parecido pudo pasar con Francisco López Ramírez, en este caso fusilado al año siguiente, el 18 de febrero, en las tapias del cementerio de El Puerto de Santa María y luego depositado dentro del recinto.
Francisco Braza Basallote, vecino de San Ambrosio, fue detenido el 20 de julio de 1936, pero nada más se sabe de él. ¿Fue llevado y asesinado en La Muela, en el término de Vejer de la Frontera, como se dice en la familia? ¿Pudo haber sido en el entorno del cementerio de Barbate?
Manuel Abel Romero, maestro de Zahara de los Atunes, se encontraba con la familia en su localidad de origen, el barrio sanluqueño de Bonanza, cuando, según el testimonio de una de sus hermanas, el 22 de agosto fue detenido por una patrulla proveniente de Vejer de la Frontera y conducido al paraje de Puerto Real conocido como Pino Gordo. Al parecer, allí mismo fue asesinado, pero no se sabe nada de ello.
Juan Porta Crespo se encontraba a finales de agosto en la cárcel de Cádiz, y Antonio Oliva Ramírez salió el 12 de septiembre de la cárcel de Cádiz con destino a la de El Puerto de Santa María. De los dos, compañeros de Francisco Tato Anglada en el mismo sumario militar, sólo sabemos que un año después se informó en algún requerimiento judicial que se les "aplicó el bando de guerra".
Francisco Utrera Rivera, junto a Francisco López Ramírez, salió el día 17 de febrero de 1937 de la cárcel de El Puerto de Santa María para ser trasladado a la de Cádiz. En su caso, empero, no tenemos constancia de lo que pasó después con él.
José Ladrón de Guevara y José Utrera Rivera, condenados por un Consejo de Guerra, fueron fusilados el 24 de marzo de 1937 en el cementerio de Algeciras, pero ignoramos dónde fueron enterrados.
Por último, no está de más nombrar a Diego Ligero Ligero, del que tenemos constancia documental que, al menos, en octubre de 1936 estaba preso en la prisión de El Puerto de Santa María. En la familia se ha dicho que fue asesinado en diciembre de 1936, pues nunca más volvió a casa. El problema es que hasta ahora no disponemos de documentos que así fuera y ni siquiera de haber salido de la cárcel donde se encontraba recluido. Podríamos estar, por tanto, ante la víctima número 13.