jueves, 27 de octubre de 2022

El canal de Corinto, un sueño de siglos culminado en 1893


El territorio continental griego está formado en su parte más meridional por el apéndice peninsular del Peloponeso. Fue donde desarrolló  durante el -II milenio la cultura micénica y donde estuvo situada, en el sur, la polis de Esparta, que empezó a adquirir importancia a partir del siglo -VII con el reformador Licurgo. La comunicación con el resto de los territorios griegos, con la región de Ática como colindante por el este, se hacía a través de un istmo, que ha recibido el nombre de Corinto por la polis homónima asentada en él. Desde muy pronto, que se sepa desde el siglo -VII, hubo interés por construir un canal que permitiera acortar el recorrido de los barcos, de manera que se unieran los mares Egeo, por el este y a través del golfo Sarónico, y el Jónico, por el oeste, por el golfo de Corinto. Han sido varios los proyectos realizados a lo largo de los siglos (con Periandro, en el -VII; Nerón, en el I; Venecia, en el XVII...), pero las dificultades técnicas y los costes tan elevados lo impidieron. Fue a finales del siglo XIX cuando, ya constituida Grecia como estado independiente (proceso que duró de 1821 a 1832), se inició al construcción del canal definitivo, cuyas obras duraron de 1881 a 1893, teniendo a los ingenieros Ferdinand de Lesseps e Istvan Turr como sus artífices. Su longitud de 6'3 kilómetros permite la navegación entre los dos mares, si bien su estrechez de 21 metros y la escasa profundidad de 8 metros limitan que lo hagan barcos de gran tonelaje.