Cuando era
joven y el franquismo estaba en las últimas le gustaba mucho a sus
gestores decir aquello del imperio de la ley. Desde hace unos días lo de la ley
ha vuelto a estar en el candelero. El martes pasado Mariano Rajoy, como jefe del
ejecutivo español, se basó en el cumplimiento de la ley para rechazar la
petición del Parlament de Catalunya acerca de una consulta ciudadana sobre su
relación con el estado español. El miércoles Susana Díaz, presidenta de la
Junta de Andalucía, anunció la firma de un decreto que retiraba las
competencias en materia de vivienda a la consejería de Fomento y Vivienda
andaluza aduciendo, tras el alojamiento provisional de varias personas que
habían sido desalojadas en la Corrala Utopía de Sevilla, el respeto de la
ley. Hoy Rafael Hernando, portavoz adjunto del PP en el Congreso, ha dicho
que la bandera tricolor republicana es ilegal. Cuando se tratan los numerosos
asuntos relacionados con la corrupción, donde PSOE y PP se llevan la palma, hay
que oír cosas como "no son ilegalidades, sino irregularidades",
"hay que dejar que los jueces hagan su trabajo", "sólo se
atreven porque soy una sexagenaria", "un jurado popular lo
exculpó", "el delito ha prescrito"...
Y la pobre
República, que en su breve vida durante los años treinta tuvo que sufrir un
golpe militar -ilegal, por supuesto- que derivó en una guerra, tiene que
soportar ahora las palabras de un botarate, el mismo que dijo eso
de “algunos se han acordado de su padre, parece ser, cuando había
subvenciones para encontrarlos”.
(publicado el 14-04-2014)