El Jardín de las Hespérides es una de las leyendas más curiosas de la Hélade. Estaría ubicado en el extremo occidental de lo que por entonces era conocido en el mundo griego, lo que nos lleva, entre otros lugares, a las montañas del Atlas, la Península Ibérica o incluso a las islas Canarias. Estrabón, en el siglo -I, se refirió a Tartessos, en el valle del Guadalquivir, que había sido entre los siglos -VIII y -V el primer estado peninsular. Entre las obras conservadas en el Museo Arqueológico de Olimpia se encuentra buena parte de los relieves de los frontones y los frisos del templo de Zeus, con datación en la primera mitad del siglo -V. Y entre las metopas de los frisos, dedicadas a los doce trabajos de Heracles (el Hércules romano) , una de ellas está dedicada al Jardín de las Hespérides. Y más concretamente, al momento en que Atlas entrega a Heracles las manzanas inmortales de oro que ha robado del jardín creado por la diosa Hera, esposa de Zeus, y que estaba custodiado por las ninfas Hespérides. En la actualidad el titán Atlas, sostén de los cielos y hermano de Prometeo, da nombre a las montañas norteafricanas. Y también se habla de las columnas de Hércules como los puntos más próximos de los dos flancos continentales del Estrecho de Gibraltar, consideradas por entonces las puertas del fin del mundo.