Acabo de leer en el Público un artículo de Boaventura De Sousa Santos: "Colombia en llamas: el fin del neoliberalismo será violento". Su título puede parecer preocupante, pero es la realidad. El capitalismo es un sistema violento per se. Lo ha sido, como sigue siéndolo, en cualquiera de sus versiones.
En sus orígenes, dentro de lo que Karl Marx denominó como acumulación primitiva del capital, la burguesía no tuvo reparos en explotar personas y recursos naturales, expoliando las tierras del campesinado, saqueando las colonias, esclavizando a seres cuando fue preciso, reduciendo a su fuerza de trabajo como una simple mercancía... Cuando surgieron las luchas sociales de la clase obrera, las personas esclavizadas y los pueblos indígenas para enfrentarse a ese estado de cosas, no tuvo reparos en reprimirlas, para lo que contó con la ayuda de los estados. Las sucesivas guerras habidas en los últimos siglos han tenido siempre como motivos los intereses y la rapiña de las potencias coloniales, disputándose territorios, recursos, mercados... Sólo las dos grandes guerras del siglo XX se llevaron la vida de decenas y decenas de personas y en nuestros días no hay un conflicto armado donde las potencias occidentales, con EEUU a la cabeza, no hayan intervenido o lo estén haciendo.
En la vorágine del neoliberalismo, se mezclan las luchas y las resistencias de quienes sufren sus consecuencias en forma de explotación y precariedad, negación o vulneración de derechos esenciales, robo o agotamiento de recursos naturales... No falta la masiva alienación ideológica que lleva a tanta gente a acabar siendo presa de falsas ilusiones. Así, se equipara el consumismo a la libertad, se anteponen las banderas a las personas, se rechaza, se niega o se banaliza a quienes se señala como diferentes...
En su artículo De Sousa Santos disecciona con maestría la realidad colombiana y el presente que se está viviendo/sufriendo en el país. Lo hace con crudeza, pero es lo que hay. Comienza con estas palabras:
"es
uno de los países con más número de muertos por covid-19, ocupando el cuarto
lugar en la región después de Estados Unidos, Brasil y México, teniendo hasta
la fecha tan solo el 3,5% de la población totalmente vacunada y siendo parte de
los países que se niegan a apoyar la solicitud de liberación de las patentes de
las vacunas. Es también el país que en 2020 contó con el 42,5% de su población
en condición de pobreza monetaria y con el 15,1% de la misma en condición de
pobreza monetaria extrema. A estos datos mínimos pero significativos le podemos
sumar que, tras la firma del acuerdo de paz de 2016, se han asesinado entre 700
y 1.100 personas defensores y defensoras de derechos humanos (las cifras varían
entre las ONG y las instituciones gubernamentales).
Pero, no por ello, el intelectual portugués pierde de vista que es posible revertir las cosas:
"Los
colombianos, eso sí, pueden esperar la solidaridad de todos los demócratas del
mundo. En su valentía y en nuestra solidaridad reside la esperanza. El
neoliberalismo no muere sin matar, pero cuanto más mata más muere. Lo que está
pasando en Colombia no es un problema colombiano, es un problema nuestro, de
las y los demócratas del mundo".