domingo, 30 de mayo de 2021

El monumento en Madrid dedicado a los novios de la muerte


En septiembre pasado, con motivo del centenario de su nacimiento, la revista digital CTXT le publicó un artículo dedicado a la Legión. Su autor, Luis Gonzalo Segura. El título, "Las sombras de la Legión, '¡lo mejor de la historia de España'". Y su contenido, muy atrevido. Porque hablar del Ejército con sentido crítico en este país sigue siendo un tema bastante tabú. Y la Legión es parte del Ejército. Lo de "lo mejor de la historia de España" en el título alude a unas declaraciones de Margarita Robles, a la sazón ministra de Defensa. Luego, a lo largo del texto, se hace un repaso de algunas de las hazañas de ese cuerpo del Ejército que fundaron José Millán Astray y Francisco Franco Bahamonde: las torturas, las decapitaciones y el empleo de armas químicas en la guerra del Rif; las mutilaciones de prisioneros o cadáveres en la represión de Asturias; las mutilaciones y violaciones durante la Guerra Civil; el refugio que supuso para oficiales nazis tras la Segunda Guerra Mundial; y hasta las denuncias de torturas y crímenes de guerra en Irak. Hazañas de quienes hacen ostentación de ser novios de la muerte cuando cantan su himno.

Luis Gonzalo Segura es un militar valiente. Y no lo digo por su valor en el combate, que ignoro, sino por su palabra. Ha sido por esto último por lo que hace unos años, en 2015, fue expulsado del Ejército. Lo que decía no gustaba a sus superiores y eso, en una institución donde prima la disciplina jerárquica, es algo que se acaba pagando. Desde entonces se dedica a escribir -en realidad, ya lo hacía con anterioridad-. Libros y artículos en la prensa. Y también concede entrevistas. La pluma y su voz, como medio de denuncia. Porque fue esto último lo que hizo que fuera primero castigado y finalmente defenestrado. Por hablar de la corrupción, el machismo, el franquismo... en la institución.  

He sacado a colación al artículo de Luis Gonzalo Segura porque en Madrid, por iniciativa del gobierno de su Ayuntamiento, está previsto erigir un monumento dedicado a la Legión, cuyo autor es Salvador Amaya, basado, a su vez, en un boceto del pintor Augusto Ferrer-Dalmau. La escultura, de 3'5 metros de altura y hecha en bronce, y la peana sobre la que iría colocada se elevarían hasta los 6'32 metros. Se ha elegido para ello la Plaza de Oriente. Uno de los lugares preferidos de la dictadura. Fue allí donde Franco, en septiembre de 1975, se dirigió por última vez a sus huestes y denunció una nueva conspiración comunista y masónica. Era el momento en que el mundo se movilizaba contra las condenas a muerte de varios militantes antifascistas. Se cumplieron cinco de ellas, aunque, es verdad, fueron las últimas. Morir matando, pues apenas dos meses después acabó expirando entubado sobre una cama. 

Hace unos años leí La forja de un rebelde, de Arturo Barea. En su segunda parte, La ruta, nos lleva a África, al Rif. Sí, a la colonia española instalada en el norte del continente para gloria de sus mandamases y desgracia de los pobres soldaditos que no podían pagar la exención que les libraba de ir a lo que con frecuencia se denominaba como matadero. A Barea le tocó estar allí. Fue testigo directo mientras servía como soldado. Y en su novela nos habla de ese matadero, pero no se olvida de algo importante: que la mayor parte de quienes morían eran esos moritos que luchaban para defender su territorio invadido. En una parte de la novela pueden leerse cosas como éstas:

"Pero ¡los otros muertos! Aquellos muertos que íbamos encontrando, después de días bajo el sol de África que vuelve la carne fresca en vivero de gusanos en dos horas; aquellos cuerpos mutilados, momias cuyos vientres explotaron. Sin ojos o sin lengua, sin testículos, violados con estacas de alambrada, las manos atadas con sus propios intestinos, sin cabezas, sin brazos, sin piernas, serrados en dos. ¡Oh, aquellos muertos!". 

¡Ay de esos mejores! 


(Imágenes: la de la izquierda, tomada en Ejército de Tierra; el resto, en Ctxt).