Puede que haya llegado tarde en hacer público mi reconocimiento a Luna, pero eso no importa ahora. Esa mujer que en días pasados protagonizó un acto cargado de humanidad y que ha encogido los corazones de tanta gente. La misma que, precisamente por ello, fue vilipendiada, para humillarla, por los agoreros del mal, del odio, de la muerte... Pero Luna son el corazón y los brazos de la solidaridad, de la fraternidad necesaria que nos permita construir un mundo en el que no sobre nadie.