Qué queréis que os diga. Me siento alarmado. Sólo sé que el fin de semana pasado hubo un paro no declarado del sector que controla el espacio aéreo, que ha habido cientos de miles de personas afectadas y que el gobierno declaró de inmediato el estado de alarma, que, entre otras cosas, supone la militarización del personal.
Hasta ahora poco sabíamos de lo que gana la mayoría de quienes trabajan en el sector. Lo que está claro es que los datos que he leído en varias fuentes no concuerdan con los que el ministro Blanco y los medios de comunicación no dejado de airear. Es cierto que ganan bastante, pero no más, o mucho más, que mucha gente que trabaja en otras actividades públicas o privadas con un nivel elevado de cualificación. Sí es cierto que desde hace unos meses están ganando bastante menos, en torno a la mitad, que se les ha ampliado el número de horas de trabajo y que han perdido derechos laborales importantes reconocidos en el Estatuto de Trabajadores o firmados en sus convenios colectivos. Según he leído de una controladora, que ocupa como "aterrizadora" uno de los puestos de mayor responsabilidad y es relativamente veterana, gana ahora 3.500 euros desde el mes de agosto. Acabo de leer del portavoz de USCA en una charla digital que gana entre 3.000 y 8.000 y ocho mil euros al mes, dependiendo de las horas.
Tengo la impresión que el gobierno ha encontrado un chivo expiatorio perfecto. Se han convertido en la referencia de la opinión pública para lanzar su rabia. Así se olvida, por ejemplo, la desaparición de la ayuda de 425 euros para la gente en paro, que se aprobó el mismo viernes. Y sobre el proceso de regresión en los derechos sociales que estamos viviendo y que afecta en mayor medida a las personas que vivimos de un salario, mientras pasan desapercibidos quienes han provocado la crisis, esto es, las personas que controlan las grandes corporaciones del capitalismo, que, además de seguir forrándose, están incrementando la recepción de ayudas estatales.
Lo más triste es la ola de insolidaridad que vivimos, que se manifiesta, por ejemplo, no sólo en el bajo apoyo a las dos huelgas generales convocadas en España este año, sino en el enfrentamiento cainita que existe entre quienes deberíamos estar hombro con hombro combatiendo este sistema económico.
Cuando las cosas se ponen así, corremos riesgos mayores. Y entre ellos están los estados de alarma. Acordaos, si no, de estas conocidas palabras del pastor Martin Niemoeller, adaptadas en verso y popularizadas por Brecht: Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Después vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí.