La Luna que se escapó del cielo
Carmen Conde
LA LUNA.- Muy buenas noches, amigos (Por donde anda va una gran luz, rodeándola).
EL ABUELO.- (alargando las manos) ¿Quién entró?
LA LUNA.- Soy la Luna.
NIÑOS y NIÑA.- ¡La Luna! (maravillados).
EL ABUELO.- ¿Qué dice? ¿La Luna?
LA LUNA.- Sí; no te alarmes (dando vueltas). ¿No enciendes la lumbre, Rafaelito? Hace fío dentro de la casa
NIÑA.- (recobrándose). ¿Es que en el cielo no hace frío cuando va usted y viene sola?
LA LUNA.- No, porque entonces las estrellas me envían puñaditos de calor para sostenerme.
NIÑO.- ¿Y cómo dejó usted el cielo y se vino?
LA LUNA.- Porque soy franca; mirad (los arrima), ¿qué veis?
NIÑO.- Un aro flotando en el cielo.
LA LUNA.- Mi sitio. Es que hay eclipse hoy; el Sol me mira por detrás de la Tierra, y me harté y vine con vosotros. ¿Os doy miedo?
NIÑA.- (suspirando) No, señora. Siéntese.
LA LUNA: (moviéndose con su luz redonda). Gracias; prefiero ver qué tenéis aquí.
ABUELO.- Señora Luna… señora Luna.
LUNA.- ¿Qué quieres, hombre? Habla sin miedo.
ABUELO.- No tengo miedo, es que me acordaba de cuando enseñaba a mis nietos a llamarla:
“luna, lunera,
cascabelera”.
¿Se acuerda usted? Ellos jugaban a la rueda en el patio, y usted se balanceaba en los hierros del aljibe, riéndose de la cancioncilla.
LUNA.- Entonces era verano. Yo salía por encima del monte, roja, roja…
NIÑA.- (interrumpiéndola). Y conforme iba usted subiendo la escalerita del cielo se ponía blanca, blanca…
NIÑO.- (interrumpiéndola). Y cuando llegaba arriba del todo, empezaba a andar, a andar, con bufandas de nubes, con pedacitos de estrellinas en los ojos… (Enciende el fuego).
ABUELO.- (sonriendo). Yo no veo, pero ellos me iban contando lo que ocurría. “¡Abuelito! Ahora vienen muchos elefantes de nube, y van a comerse a la Luna”. Luego, cuando usted salía limpia y alegre de entre aquellas nubes feroces, ellos me gritaban: “¡Ha ganado, ha ganado la Luna!”.
LUNA.- (satisfecha). Por eso que sé cuánto me quieren, he venido a verles, y a contarles cosas. ¿Si quisieran venir conmigo!
ABUELO.- (alarmado). ¿Y yo? ¿Qué voy a hacer yo solo y ciego?
NIÑA.- (entusiasmada) ¡Qué se quede Rafaelito! Diga usted, señora Luna, ¿me llevaría de la mano por el cielo?
LUNA.- Sí que sí.
NIÑA.- ¿Y sería yo una estrella con cola muy brillante?
LUNA.- Sí que sí.
NIÁ.- (loca de alegría) ¡Ay, que me voy, que me voy con usted! (Resuelta). Vámonos.
NIÑO.- (despechado) Yo, no; yo, no.
LUNA.- Porque no quieres, tonto.
NIÑO.- (esperanzado). ¿Me llevarías?
LUNA.- ¡Claro que sí!
NIÑO.- ¿Y sería yo un lucero muy grande que va siempre contigo?
LUNA.- Lo serías.
NIÑO.- (anhelante). ¿Y andaríamos los dos por todo el cielo, el uno con el otro, solitos, venciendo a las nubes y el viento?
LUNA.- (sonriente). Todo lo que quieras seríamos nosotros.
ABUELO.- (sollozando). ¡Ay, ay, ay!
NIÑA.- ¡Abuelín, abuelín mío! ¿Por qué lloras tú?
ABUELO.- (desconsolado). ¡Porque os vais con la Luna y me dejáis solo y ciego en el mundo!
NIÑO.- (apenado). No llores más, que no nos iremos.
LUNA.- No te aflijas, hombre; no se vendrán.
NIÑO.- (lo besa y se asoma a la ventana). Allí está tu aro, rueda que te rueda por el cielo.
LUNA.- ¿Qué hay en la ventana?
NIÑA.- Rosas.
LUNA.- Yo las volveré de plata.
NIÑA.- ¡No, que entonces no olerán!
NIÑO. ¡Silencio! ¿No oís un ruido sordo que viene poco a poco?
ABUELO.- Yo lo oigo desde que vino la Luna.
NIÑA.- (asustada). ¡Es el mar que corre hacia aquí, todo el mar!
LUNA.- Ya comprendo. Es que como yo tiro del mar, pues vendrá hasta donde estoy.
ABUELO.- ¿Y nos ahogaremos?
LUNA.- Me iré, descuida.
NIÑA y NIÑO.- ¡Señora Luna! (suplicantes).
LUNA.- ¡Adiós! Si no me voy, os ahogará el mar.
EL MAR.- Uum.
ABUELO.- Váyase usted pronto, que yo soy ciego y no sé nadar.
LUNA.- ¡Adiós! (Desaparece por la chimenea).
NIÑA.- ¡Mírala, Rafaelito, cómo sube la escalerita del cielo! (asomados a la ventana).
NIÑO.- Abuelo, ya estamos solos los tres.
ABUELO.- ¡Qué miedo pasé por si os ibais con ella!
NIÑA.- (pensativa). Ser estrella y llevar cola de luz por el cielo!... (Suspira).
NIÑO.- (íd.) Ser lucero y acompañarla siempre por el cielo (íd.).
(En la puerta se oyen unos golpes secos: troc, troc, troc).
ABUELO.- ¿Quién será?
NIÑO.- ¡Pase quien llama!
ASTRÓNOMO.- (entrando vestido con túnica larga estrellada y cucurucho, desesperado) ¿Han visto a la Luna, que se me perdió hace media hora y no la encuentro?
NIÑA.- Venga usted a la ventana, señor astrónomo, y la verá. (El astrónomo saca su catalejo y la contempla).
NIÑO.- Se fue de aquí hace tres minutos.
ASTRÓNOMO.- (consultando su reloj). Justo: el tiempo que yo tardé en subir las escaleras. Muchas gracias. Buenas noches (Sale).
ABUELO.- (respirando) ¡Buenas las pasamos! Rafael, Candelita (ellos se acercan), ¿cómo era?, ¿de qué vino vestida la Luna? Hace muchos años que no la veo…
NIÑA.- Sólo traía la cara, abuelo: muy blanca, redonda, casi transparente.
NIÑO.- Parecía de rosas blancas, y de agua ligera. Me gusta mucho, más que la lumbre.
NIÑA.- Alguien sube, ¿oís? (Se abre la puerta y entra una flor muy grande, balanceándose).
ABUELO.- ¿Quién es?
FLOR.- (con voz dulce). Soy una flor que se le cayó a la Luna cuando volvía a su sitio y que me vengo donde ella estuvo.
NIÑA.- ¡Qué bien huele, abuelo!
NIÑO.- ¡Qué hermosa es, abuelo!
ABUELO.- (alargando sus brazos). ¿Dónde está? Será la flor que la Luna cogió del patio donde jugabais cuando pequeñitos, una noche que yo regaba la tierra.
FLOR.- No puedo sostenerme sin agua: colocadme en un vaso.
NIÑA.- (la lleva junto a la ventana y la reclina allí). Para ti no tenemos vaso, eres muy grande; te hace falta un río.
(Un rayo de luna viene por la ventana y se vuelca en el suelo, formando un río estrecho, de cristal).
FLOR.- La Luna me cuidará.
ABUELO.- Venid, hijitos, a mi lado, tengo miedo.
NIÑA.- Te queremos mucho, abuelo.
NIÑO.- No temas nada.
(Un gallo, afuera: ¡Ki, ki, ri, ki!).
FLOR.- (se achica hasta quedarse del tamaño natural y cae).
ABUELO.- ¿Es el Sol?
EL SOL.- (entrando por la ventana). ¡Esa loca se escapó y vino a asustaros! Ya estoy yo aquí: ¡tened confianza en mi fuerza!
ABUELO.- (levantándose y avanzando). ¡Sol, Sol!
NIÑO.- (yendo a un rincón y durmiéndose). ¡Sí, pero ser lucero e ir con ella!…
NIÑA.- (acostándose junto a la chimenea). ¡Ser estrella y llevar cola de luz!...
(el gallo: ¡Ki, ki, ri, ki!).
(se asoma por la ventana y mueve la cresta muchas veces).