jueves, 6 de enero de 2022

La cordura de Alberto Garzón en torno al consumo de carne, pese a la demagogia desatada en su contra

Que a Alberto Garzón se la tienen jurada desde la derechona en su conjunto, no cabe la menor duda. De momento no están pudiendo con Yolanda Díaz, pero ya encontrarán o, más bien, se inventarán la ocasión. Miembros del Gobierno de coalición, lo son de Unidas Podemos, por lo que de partida tienen todas las papeletas para tener que sufrir duros y permanentes ataques.

Pero sigamos con el ministro de Consumo, que, una semana después de que se publicara una entrevista suya en The Guardian, ha vuelto a ser objeto de  una burda y malintencionada manipulación por lo que dijo. El punto de partida ha estado en Alfonso Fernández Mañueco, presidente de la Junta de Castilla y León, que tiene la vista puesta en las elecciones autonómicas del mes de febrero. Y la excusa, de nuevo, la producción y el consumo de carne. 

Ya en el verano pasado Alberto Garzón sufrió una malvada campaña cuando defendió el consumo moderado de carne, aduciendo para ello criterios científicos. Se lleva muchos años advirtiendo de las secuelas que tiene sobre el medio ambiente la producción ganadera intensiva y sobre la salud, al generar enfermedades cardiovasculares, sobre todo la que tiene mayor contenido en grasas. Al margen de las esperadas diatribas de la derechona y del sector de la ganadería industrial, flaco favor le hizo el presidente del Gobierno cuando soltó la ocurrencia del "chuletón y, a ser posible, poco hecho". La polémica, sin embargo, se fue calmando, entre otras cosas porque Garzón estaba cargado de razón y no le faltaron apoyos desde diversos ámbitos (profesionales de la salud, la ciencia o el ecologismo), sin contar las recomendaciones lanzadas por organismos internacionales, tales como la OMS o la propia UE. Al poco, incluso, se difundió una campaña desde el ministerio de Consumo bajo el lema "Menos carne. Más vida", que desde la racionalidad y sosiego aportó más claridad.

Y en esta ocasión, ¿cómo se ha concretado el ataque? Veamos. En una de las preguntas que le hizo el periodista a Garzón, concretamente la relativa a cómo iba a cambiar el apoyo de los ganaderos y  la mentalidad de la gente, su respuesta (traducida del original en inglés) fue muy clara:


Todo eso Fernández Mañueco lo resumió en lo siguiente: "Garzón afirma en The Guardian que España exporta carne de mala calidad de animales maltratados". Y se quedó tan pancho, porque el objetivo estaba claro: en primer lugar, contentar al sector de la ganadería industrial; luego, hacer demagogia, destinada al conjunto del sector agroganadero castellano-leonés, tradicionalmente conservador; y, por último, aprovechar para dirigirse a Pedro Sánchez, conminándole a destituir a Garzón, y de paso abrir una crisis en el Gobierno. Tres en uno.

Pero la cosa no ha quedado ahí, porque la reacción desde el PSOE, como ya ocurriera en el verano, no ha sido digna de ejemplo. En esta ocasión no ha sido Pedro Sánchez el que ha salido al paso, sino dos ministras: la portavoz, Isabel Rodríguez, y la de Educación, Pilar Alegría, quienes han matizado que lo de Garzón se trata de una opinión personal, no del ejecutivo. A ellas se han sumado los presidentes de Castilla-La Mancha y Aragón, y algunos más.

Tenemos, pues, al PSOE de nuevo con las suyas. Buscando quizás arrancar algún voto entre esa buena parte de la población castellano-leonesa que, bajo el influjo de ese cóctel hecho a base de patria, bandera, religión y un toque de carne, vota inmisericordemente por la derechona.

Por lo que uno está viendo, si en la primavera pasada Isabel Díaz Ayuso hizo de las cañas de cerveza la idea fuerza, versión cañí, de su campaña electoral, me temo que el hijo del falangista, magistrado y alto funcionario provincial del régimen franquista va a hacer lo propio con cualquiera de las variantes de carne... de origen animal.   

Y para acabar, dejo para la reflexión otra de las cosas que el propio Alberto  Garzón, el único que ha aportado cordura en medio de esta vorágine de palabrería barata, dijo en su entrevista al diario británico, refiriéndose al debate habido durante el verano pasado: "Las organizaciones de la sociedad civil y las asociaciones de ecologistas, pediatras, médicos y nutricionistas han salido a defendernos hasta el final. (...) Creo que eso nos ayudó a ganar el debate, porque el tema se discutió durante tres días en todos los informativos y en los bares".