martes, 9 de mayo de 2023

El mosaico pompeyano de Issos (y la frustración de no haber podido ver el original)


Entre las imágenes más conocidas de Alejandro Magno realizadas en las Antigüedad está una que aparece en el fragor de la batalla de Issos, enfrentándose al rey persa Darío III. Se cree que la escena reproduce la de un fresco pintado a finales del siglo -IV (quizás en el -325), dentro del periodo helenístico del arte griego. Lo que actualmente conocemos, sin embargo, es una copia posterior realizada en forma de mosaico durante la época romana, entre finales del siglo -II y el -I, que estaba situada en una vivienda de la ciudad de Pompeya. El mosaico fue descubierto a principios del siglo XIX entre las ruinas de la ciudad sepultada por el Vesubio en el año 79, dentro de lo que se conoce con el nombre de la Casa del Fauno. Desde allí se trasladó al Museo Arqueológico de Nápoles, donde está expuesto, no sobre el suelo, sino verticalmente sobre la pared.

Entre las preferencias que tenía para la visita de dicho Museo estaba poder contemplar esa obra y, dentro de ella, la cabeza de Alejandro, cuyo semblante expresivo sintetiza las andanzas de uno de los personajes más conocidos de la historia. Al ver la imagen de lejos, mientras un grupo de visitantes situados al lado de la obra atendía con atención la información que le estaba dando su guía, hice una fotografía, pero sin reparar todavía en un más que importante detalle: lo que tenía delante era una reproducción sobre una lona, que sustituye el original, que, como supe después, se encuentra desde hace un par de años en un proceso de restauración. Una frustración que no ha impedido que, al menos, le dedique una entrada.


La batalla de Issos tuvo lugar en el año -333 en las cercanías de lo que al poco acabó siendo la ciudad de Alejandreta, situada en el golfo del mismo nombre. Actualmente forma parte de Turquía y está próxima, por el sur, a la frontera con Siria. La batalla hay que inscribirla en el proceso de expansión territorial que Macedonia inició durante el reinado de Filipo II, padre de Alejandro, cuando en los años cuarenta del siglo -IV se fue anexionando los territorios griegos situados entre la península Balcánica y las islas del mar Egeo. Alejandro continuó ese proceso y se dirigió hacia el conjunto de Asia Menor (la actual península de Anatolia), que formaba parte del imperio Persa, el enemigo lejano del mundo griego. 

 

En el mosaico se nos muestra el enfrentamiento entre los dos jefes militares, cada uno al frente de sus soldados: Alejandro, en la parte izquierda; y Darío, en la derecha. Pero al tratarse de una obra panegírica del primero, el joven emperador macedonio, que aparece sin casco y montando su famoso caballo Bucéfalo, es representado con el ardor guerrero propio de quien se sabe ganador. Frente a él, el emperador persa, ataviado con un casco protector, refleja una cara de  preocupación, mientras el auriga que conduce su carro muestra una cara algo más que asustada.

la obra tiene amplias dimensiones, pues supera los 5 metros de largo y casi llega a los 3 de alto, y está compuesto por alrededor de millón y medio de teselas. Pese a que una parte de las mismas se ha perdido, sobre todo en la parte donde está situado Alejandro con sus soldados, eso no impide que pueda percibirse lo impactante de una obra que acabó sobreviviendo a la acción destructiva del Vesubio allá por año 79.

Lástima que mi ilusión por ver el mosaico original se haya quedado en una pequeña frustración.