martes, 7 de agosto de 2018

¿De la hipocresía?






















Dos amigos hablaban. Era el atardecer de la estación otoñal. Desde la ventana se divisaba el paisaje que uno de ellos contemplaba cada día. Los árboles verdes y los tejados rojos salpicados de chimeneas y antenas, y el horizonte donde los edificios nuevos iban incrustándose sobre el campo y habían hecho desaparecer la visión del río. A esa hora la luz iba perdiendo intensidad, mientras en el cielo el azul se fundía con los colores cálidos que la luz del sol en su ocaso iba desprendiendo. Los dos amigos hablaban observando un papel. 

-¿Qué ves en este dibujo?

-Veo dos cabezas saliendo a través del cuello del mismo tronco. Están de perfil y unidas por sus respectivas partes posteriores. La cabeza situada en la izquierda es algo mayor en tamaño y en ella se contempla su cara izquierda. Se puede decir que es el reverso de la otra, la situada en la derecha, que, además de ser algo más pequeña, se corresponde con su cara derecha


-En efecto.

-Sus miradas resultan imposibles entre sí… por opuestas.

-Puede ser.

-En cuanto a los ojos en sí, son algo grandes, ¿verdad? 


-Sí, pero tampoco mucho.

-Y esquemáticos.

 -También. 

-Me recuerdan algo los ojos almendrados originarios de las antiguas culturas orientales del Mediterráneo.

-Como la egipcia, la arcaica griega...

-Sus gestos son serios. Lo corroboran sus bocas, que están cerradas.

-¿Y no distingues en las cabezas algunos matices que las haga diferentes entre sí?

-Vamos a ver. La cabeza de la izquierda parece más calmada o, mejor, contenida. Quizás manifieste cierta actitud de sorpresa.  En la cabeza derecha… se observa…  gravedad. Sí, eso, una mayor gravedad.  Se atisba en ella un ceño que parece fruncirse. 

-¿En qué lo notas?

-Por ejemplo, en la raya negra que hay sobre su óvalo facial. También, en su ceja, que la tiene algo más pronunciada.

-¿Y la mano?

-Bueno, está separada. Es una mano izquierda. No tiene una conexión física como tal, aunque sí… digamos que mentalmente. Con la cabeza situada a la derecha, claro.

-¿Por qué crees que sus trazos no tienen una ligazón con esa cabeza?

-No sé. Ya dije que parece que puede tener una conexión mental con la cabeza derecha. En cuanto a su significado… No parece amistosa. Más bien, amenazante. Quizás exagere, pero también podría expresar una advertencia.

-Advertencia... puede. ¿Y paternalismo?

-Bueno, podría ser. Pero no lo veo.


-¿Ves más cosas? 


-Hombre, fuera de lo que son los rasgos físicos y psicológicos, veo también a Jano. El dios romano de las dos caras. El protector de las ciudades. El que se situaba en sus puertas. El mismo que despedía tanto al año que se iba como saludaba al nuevo que llegaba. Pero ante todo, lo segundo, hasta el punto que se le atribuyó el nombre del primer mes del año.

-Uno de los dioses favoritos. Era muy popular.


-Es curioso todo esto. Era uno de los meses del año que de niño no sabía a quién estaba dedicado, como ocurría con febrero, abril y mayo. Sabía lo de marzo, dedicado a Marte; o lo de junio, a la diosa Juno, esposa de Júpiter. También, lo de julio o agosto, dedicados a los dos gobernantes que sentaron las bases del imperio, esto es, Julio César y Augusto. Y lo de los meses que aluden a números ordinales, que acabaron desplazados en el orden por los dos anteriores: septiembre, el noveno; octubre, el décimo...  Cuando, ya de joven, averigüé quiénes eran enero, febrero, abril y mayo, entendí entonces, en el caso del primero, por qué en francés se dice janvier o en inglés, january.
  
-Jano era un dios protector, pero también expresaba ambivalencia. Sus dos caras muestran una cosa y la contraria. ¿No te sugiere esto último algo?

-La actitud humana de la hipocresía. 

-Por supuesto. Aunque quizás sepas que esta idea fue introducida posteriormente. 

-Es que no era propia del mundo romano. Como Jano era una de sus divinidades preferidas, quizás eso explicara que acabara teniendo esa connotación negativa, quizás por influencia del cristianismo.


-¿Estás seguro de esto último?

Bueno, es una elucubración. 

-Fíjate en el nombre de Juan: ¿no tiene cierto parecido al de Jano? Aun siendo de origen hebreo, su significado etimológico es también positivo: fiel, la gracia de Dios. Y fíjate en los personajes  del mundo cristiano con ese nombre: el Bautista, el Apóstol, el Evangelista...

-Sí, pero relacionar Jano con Juan es hacer también conjeturas. 

-De acuerdo, pero insisto sobre la hipocresía.

-Sinceramente, no lo sé.

-¿Y el dibujo? ¿Tiene que ver con ello?

-¿Por qué no? Pero, en todo caso, habría que preguntárselo a quien las hizo.

-Ésa es la cuestión.   

(¿1983?/2018)