¿Por qué negar que desconocía que existiera la ciudad de Covilha? Situada en las faldas de la mole granítica de la Sierra de la Estrella, en su vertiente este, fue la elegida para poder pasar unos días en un entorno que tenía ganas de conocer y saborear. Una ciudad de tradición industrial, ubicada en otro tiempo en una de las rutas de la trashumancia del ganado ovino y dedicada al trabajo de la lana para la obtención de paños, ahora ha diversificado sus actividades, incluida la universitaria.
Al poco de llegar, después de haber comido, el paseo que hicimos esta tarde, ha sido uno de los momentos más sorprendentes que he vivido en mi afición por los viajes. Pese al calor de aúpa que hemos sufrido, ir descubriendo los distintos rincones de la parte antigua nos ha permitido disfrutar de lo lindo, olvidándonos de los más de 30 grados de temperatura.
El conocido como arte urbano, que no es otra cosa que dar rienda suelta a la imaginación y poner en práctica el buen hacer de quienes se dedican a la creación plástica, se ha convertido en el elemento que llena de color y vida las calles y plazas de Covilha, haciéndola más bella, más amable y, por ello, más humana.
Me consta que en el municipio se están tomando en serio esto de llenar la ciudad de murales, hasta el punto que anualmente se lleva celebrando desde unos años atrás un festival internacional. Enhorabuena a sus promotores, porque resulta una labor digna de elogio. Como también, y sobre todo, la que llevan a cabo quienes, como artistas, ponen su empeño para crear sus obras. Las ciudades, así, se pueden ver de una forma más placentera.
Me consta que en el municipio se están tomando en serio esto de llenar la ciudad de murales, hasta el punto que anualmente se lleva celebrando desde unos años atrás un festival internacional. Enhorabuena a sus promotores, porque resulta una labor digna de elogio. Como también, y sobre todo, la que llevan a cabo quienes, como artistas, ponen su empeño para crear sus obras. Las ciudades, así, se pueden ver de una forma más placentera.
Dejo constancia de cuatro fotografías, entre las muchas que hice, que sirven de muestra de la experiencia tenida. Invito, por supuesto, a visitar la ciudad y una Sierra llena de encanto, de la que espero encontrar lo que he venido a buscar, entre sus gentes, paisajes, rincones y lo que se tercie por el camino.