domingo, 18 de septiembre de 2016

Santa Rita, Rita, Rita...

... lo que se da, no se quita. Sí, así es como reza un dicho muy conocido que utilizábamos en la niñez para no ceder aquello que nos habían dado. Santa Rita era famosa por serlo de lo imposible. A Rita -no la santa, sino la mortal pecadora- le dieron un escaño en el Senado y no lo suelta, porque vale mucho. Le ofrece dinero, que no es poco, y sobre todo cobertura judicial. Como aforada ha conseguido retrasar su investigación judicial durante meses, lo que no ha podido evitar la mayor parte de miembros del grupo del PP en el ayuntamiento valenciano. Que sea investigada por tribunales en niveles superiores le reporta, además, la ventaja de que puede obtener más favores, porque en ellos hay más magistrados o magistradas que pueden hacerlos. Ya sabe, nombramientos y tal. 

Lo vivido en los últimos meses ha sido de escándalo. Rita, nombrada senadora y luego, miembro de la Diputación Permanente de la cámara. Y hace unos días, cuando el Tribunal Supremo decidió, por fin, abrir una causa para investigar el blanqueo de dinero del PP valenciano, el espectáculo ha alcanzado niveles inauditos. El caso es que le han pedido que dejara el PP, pero por el bien del propio partido. El caso es que se ha dado de baja en el PP, pero se queda con el escaño. El caso es que le han pedido el escaño, pero justifican que le asiste la ley para hacerlo. El caso es que Rajoy no ha dicho nada, salvo que dice que no puede hacer nada. Las caras que se ven estos días de los y las dirigentes más jóvenes son de circunstancias. Rita misma ya les ha lanzado una especie de "¡qué sabrá esta gente quién soy yo!". La dirigencia más veterana, sin embargo, la justifica. ¿Demasiadas complicidades? Y es que lo que se da, no se quita. ¿Logrará que sea imposible?