Las elecciones vascas y gallegas del próximo domingo se están presentando como de gran importancia. Todos los partidos y coaliciones están a la espera de los resultados, desde los que se puedan hacer posteriores movimientos bien hacia la conformación del gobierno central o bien hacia unas nuevas elecciones.
Las previsiones, atendiendo a los sondeos, son muy homogéneas. En Galicia ganaría el PP y posiblemente con mayoría absoluta, mientras que En Marea superaría al PSOE. Si esto último ocurriera, sería un espaldarazo para Mariano Rajoy y su gente, porque reforzaría su posición como líder y como aspirante a la jefatura de gobierno. Y en última instancia hasta reforzaría la posibilidad de que Alberto Núñez Feijoo pudiera ser el recambio de Rajoy si fuese necesario.
En el País Vasco el PNV sería el ganador, con la ventaja de que puede salir investido lendakari Íñigo Urkullu con el apoyo directo o indirecto de PSOE y PP. Curiosa situación en un territorio donde el mapa político es muy diferente, con los partidos del bipartito en caída, situados en cuarto y quinto lugar, y en torno cada uno al 10% de los votos. El PNV de Urkullu no es el de Ibarretxe y está sirviendo como fiel mantenedor de los intereses económicos del sistema y aliado del estado de cosas sobre las relaciones entre el estado y el País Vasco.
Los sondeos para unas elecciones generales apuntan que el PP sería el único que subiría en votos, sin que los escándalos de corrupción le afectaran. La vacuna que ha recibido ese partido está resultando muy eficaz y a la gente que lo vota poco le importa que esté manchado hasta la médula. Intereses mayores existen, aun cuando sean en muchos casos antagónicos: desde la gente con más rentas hasta la que defiende sus pensiones, por muy míseras que sean, pasando por quienes en la actual situación han mantenido su status social intermedio.
El PSOE, y especialmente Pedro Sánchez, lo tiene más difícil. Dividido como está, los resultados que se prevén en el País Vasco y Galicia posibilitarían la defenestración del secretario general. El problema es que la postura de la mayor parte de las baronías y de la vieja guardia abocaría al partido a un mayor desasre, porque eso de dejar que el PP siguiera gobernando sólo tiene sus costes.
Ciudadanos lo tiene difícil. Primero, porque opta a conseguir un escaño en cada parlamento, sin garantía de conseguirlo. Y luego, porque eso debilita su posición aún más, teniendo en cuenta que ya está siendo castigado en los sondeos en favor del PP.
Sobre Unidos Podemos me encuentro desorientado. Podemos, en primer lugar, mantiene muchas disensiones acerca del camino a seguir en una situación general complicada y de la propia organización interna. E IU, por otro lado, se encuentra cuasi paralizada. Podrían cambiar las cosas si en Galicia los pronósticos de mayoría absoluta del PP no se cumplieran, lo que obligaría a un pacto entre En Marea, PSOE y BNG, con las consiguientes repercusiones en el conjunto del estado. Pero...