Me ha llegado esta tarde un mensaje en el que se informa sobre la conmutación de la pena de muerte del poeta palestino Ashrad Fayad (ampliar información). Puede parecer una buena noticia, en la medida que no va a tener que sufrir la pena máxima impuesta inicialmente por la justicia de Arabia Saudí, el país donde reside en condición de refugiado desde hace tiempo.
Como ya me referí en este cuaderno el pasado 20 de noviembre, los delitos por los que se le acusa son los de apostasía, blasfemia y ateísmo, para lo que los jueces se han basado en los poemas contenidos en su libro Instrucciones en el interior. El problema es que ha sido condenado ahora a ocho años de cárcel y 800 latigazos, que, como se indica en la sentencia, han de darse en 16 series de 50 cada uno. Una verdadera crueldad, en todo caso acorde con un país que sufre una horrenda dictadura y existe una permanente conculcación de los derechos humanos.
Según la información recibida Ashrad Fayad va a recurrir la sentencia, por lo que no está de más seguir insistiendo en su liberación.