Hace un par de días El País publicó un artículo de Alberto Garzón titulado "¿Por qué necesitamos una banca pública?". Lo que estaba haciendo era destacar uno de los puntos centrales del programa económico de IU, a la vez que de las 16 medidas que el Consejo Federal de la Presidencia de IU aprobó por unanimidad la semana pasada de cara a la posible investidura de un nuevo jefe de gobierno. Una propuesta no novedosa, pues, a modo de ejemplo, ya estuvo incluida en el pacto de gobierno que hubo en Andalucía entre 2012 y 2014, incluida por parte de IU.
Garzón tiene claro que en los próximos meses nos vamos a enfrentar a importantes retos, entre los que se encuentra el sistema financiero español, una de las claves de las contrarreformas implementadas por los distintos gobiernos y especialmente por el del PP. A la desaparición de la banca pública ya en los años noventa (obra, tanto de los gobiernos de PSOE, con Felipe González al frente, como del PP, con José Mª Aznar) se ha unido la casi totalidad de las cajas de ahorro, bien reconvertidas en bancos privados o bien absorbidas por los bancos privados. Esas entidades de ahorro, no siendo estrictamente públicas, sí disponían de unos rasgos que las alejaban de la banca privada, al estar menos centradas en operaciones especulativas (en las que, no obstante, entraron algunas ya en el siglo XXI con resultados catastróficos), tener una mejor imbricación con el tejido económico de su entorno y derivar parte de sus beneficios a actividades sociales.
Y es ahí donde Garzón plantea su propuesta: la necesidad de crear una banca pública. Esto supondría que se hiciera de cargo de aquellos aspectos de la dinámica económica que tienen que ver con las necesidades de la gente corriente, ahogada por las hipotecas, sufridora de los desahucios, incapaz de conseguir préstamos para iniciar su andadura en la pequeña empresa, etc. Y esto, a su vez, debería ir acompañado del freno en el proceso de privatización de ganancias y socialización de pérdidas que se viene dando en los últimos años, sobre todo desde que las entidades privadas se aprovecharon de la inyección económica dada por la UE.
Nada de lo que Garzón ha propuesto en su artículo y a través de diversos medios de comunicación es ajeno al programa de IU. El único grupo político que, hasta el momento, ha presentado propuestas concretas de cara a la negociación de un nuevo gobierno de izquierdas. En el PSOE se está discutiendo todavía con quién o quiénes pactar, incluso con algunos sectores rechazando un pacto propiamente de izquierdas con un programa como tal. En Podemos se ha preferido hablar del reparto de carteras, indicando hasta los nombres. En los dos casos no se está hablando de programa, que es lo más importante. Y dentro de él la apuesta por una banca pública resultad de suma importancia.