lunes, 23 de septiembre de 2019

La violencia represiva durante la Transición (a propósito de la ignorancia atrevida de Carmen Calvo)

El diario El País  ha publicado hoy unas entrevista a la vicepresidenta del gobierno, Carmen Calvo, en la que, al hilo de su comentarios sobre la actual situación política, con las elecciones generales a la vista, ha querido dar valor a la Transición española. En este sentido, ha declarado que durante esos años "Salimos de una manera tan brillante de una dictadura a la democracia sin un solo roce de violencia, salvo ETA". Decir esto, así, resulta no tanto una distorsión de la realidad como una falsedad. Y dicho por una persona que, además del cargo que tiene, es profesora universitaria de la especialidad de Derecho Constitucional, deja en entredicho los conocimientos que puede tener sobre la historia más reciente.

Hace un par de años escribí el artículo "La izquierda radical durante la Transición. En busca de una explicación de la derrota política" (publicado en 2018, dentro de Las otras protagonistas de la transición. Izquierda radical y movilizaciones sociales; Madrid, FSS-Ediciones, pp. 737-752), en uno de cuyos apartados traté brevemente el problema de la acción represiva desplegada por el estado durante los años de la Transición y más concretamente entre 1975 y 1983. Lo hice, claro está, basándome en las investigaciones históricas llevadas a cabo, entre las que destaco las de Mariano Sánchez Soler, Gonzalo Wilhelmi y Sophie Baby. 

He decidido reproducir ese apartado, "La acción represiva del estado", porque creo que ilustra sobre algo que la señora Carmen Calvo o bien ignora o bien ha decidido ocultar. No olvidemos que su partido fue protagonista a partir de 1982 de uno de los episodios más turbulentos de esos años a través de la conocida como "guerra sucia" contra ETA, siguiendo la herencia de gobiernos anteriores.      

La acción represiva del estado

No cabe duda que el primer semestre de 1976 fue el momento de mayor y más variado movimiento reivindicativo habido durante el franquismo y la Transición [1]. Confluyeron huelgas de la clase obrera urbana y rural, reivindicaciones vecinales, protestas y huelgas estudiantiles, y hasta movilizaciones de pequeños agricultores y ganaderos. Habría que añadir conflictos propiamente políticos, como la lucha por la amnistía o los de carácter nacionalista y autonomista. Y también la acción de grupos armados, como las dos ramas de ETA y el incipiente GRAPO. Se ha llegado a calificar de clara naturaleza rupturista la dimensión política del movimiento huelguístico y vecinal en las zonas más conflictivas, capaz de acabar con el gobierno de Arias Navarro y obligar a su sucesor a introducir medidas políticas más atrevidas, como el primer decreto de amnistía, la legalización de partidos políticos o el proyecto definitivo de reforma [2].

Entre las razones de que este movimiento no se extendiera no debemos perder de vista la dura acción del aparato represivo. La matanza de Vitoria, con cinco manifestantes muertos, marcó uno de los momentos culminantes, pero en 1976 hubo al menos 18 muertes sólo de huelguistas y manifestantes [3], a lo que habría que unir numerosas personas heridas y torturadas, un incontable número de detenciones y la militarización de algunos servicios públicos [4]. Hubo zonas fuertemente castigadas, en especial el País Vasco y Navarra (que sumaron 12 muertes), pero también Madrid, Barcelona, Alicante, Canarias y varias provincias andaluzas. Fue también el año en que el TOP abrió el mayor número de procedimientos desde su creación en 1963, afectando, a su vez, a un mayor número de personas, después que en 1975 se hubiera duplicado su número en relación al anterior [5]. Otra cosa fue el número de sentencias y de personas procesadas, que bajo ostensiblemente sobre 1975, lo que refleja una contradicción entre la actitud de las  autoridades judiciales y las específicamente represivas.

La violencia ejercida por el estado durante los años de la Transición fue elevada, a lo que hay que unir la violencia que protagonizaron los grupos de extrema derecha [6]. Ambas adquirieron formas y grados diferentes, y tuvo una procedencia variada. Las fuerzas policiales, los grupos paramilitares vinculados al estado, los grupos de extrema derecha y hasta un sector del funcionariado de prisiones llevaron a cabo acciones en las calles, los calabozos o las cárceles que acabaron en muertes, heridas, palizas, torturas, malos tratos, violaciones, etc. En el caso de las víctimas mortales su cuantía varía según las investigaciones: 188, para Sánchez Soler; y 245, para Wilhelmi [7]. Su número en cada año, entre 30 y 40, tendió a ser estable hasta 1980 [8].

Hubo momentos de gran importancia. Uno, entre marzo y mayo de 1976, con los sucesos de Vitoria y Montejurra, además de las muertes habidas sobre todo en varias ciudades vasco-navarras. Otro, en enero de 1977, con la matanza de Atocha, pero acompañada de otras muertes y secuestros, en algunos casos procedentes del GRAPO. Si el primero coincidió, como ya se ha señalado, con el momento álgido de las movilizaciones contra el régimen, el segundo lo fue con el que acabó llevando al PCE al camino definitivo de la moderación. Si el primero conllevó que el régimen tuviera que acabar maniobrando para acelerar el proceso de reforma, como ocurrió con el nombramiento de Suárez, el segundo supuso el abandono definitivo por parte del PCE de cualquier veleidad movilizadora, contribuyendo a dividir por la base los distintos ámbitos de actuación de los sectores sociales y políticos más activos contra la dictadura.        

   
Notas

[1] DOMÈNECH SAMPERE, Xavier, “El cambio político (1962-1976). Materiales para una perspectiva desde abajo”, en EspaiMarx, 4 de marzo de 2003, en www.moviments.net/spaimarx. Ver también EQUIPOS DE ESTUDIO, “Madrid-Enero: un mes crítico”, en Prueba de fuerza entre el reformismo y la ruptura, Madrid, Elías Querejeta, 1976, y  las obras citadas de Emmanuel RODRÍGUEZ LÓPEZ, Gonzalo WILHELMI, etc.
[2] DOMÈNECH SAMPERE, Xavier, ob. cit.
[3] Las dos terceras partes de las cuales fueron en los seis primeros meses: además de las 5 de Vitoria (marzo), las hubo en Elda (febrero), 1; Tarragona (marzo), 1;  Basauri (marzo), 1;  Baracaldo (abril), 1; Montejurra (mayo), 2; Madrid (mayo), 1; Santurce (julio), 1; Almería (agosto), 1;  Madrid (setiembre), 1; La Laguna (setiembre), 1; Santesteban (noviembre), 1; Madrid (diciembre), 1, en ASOCIACIÓN REPUBLICANA IRUNESA “NICOLÁS GUERENDIAIN”, www.asociacionrepublicanairunesa.org, que se ha basado en el libro de Alfredo Grimaldos La sombra de Franco en la Transición, Madrid, Oberon, 2004.
[4] En enero y febrero se militarizaron los servicios de RENFE, Metro y Correos de Madrid, y el funcionariado municipal de Barcelona; y en octubre y noviembre, los autobuses madrileños (SOTO, Álvaro, La transición a la democracia. España, 1975-1982, Madrid, Alianza, 1998, p. 153; y CARBÓ, Rosa, “Precedentes: Las movilizaciones durante la transición política”, en  www.ub.es/tsociologica).
[5] ÁGUILA, Juan José, El TOP. La represión de la libertad (1963-1977), Barcelona, Planeta, 2001, p. 260. Los procedimientos abiertos llegaron a 5.312, mil más que 1975 y alrededor de 3.000 que 1974.
[6] BABY, Sophie, “Estado y violencia en la transición española. Las violencias policiales”, en BABY, Sophie, COMPAGNON, Olivier y CALLEJA, Eduardo González (dirs.), Violencia y transiciones políticas a finales del siglo XX. Europa del Sur - América Latina, Madrid, Casa de Valázquez, 2009; JOTAKE, “Listado de Gudaris muertos de organizaciones armadas vascas de voluntarios 1968-2003”, en La Haine, 4-06-2003, www.lahaine.org; SÁNCHEZ SOLER, Mariano, La transición sangrienta: una historia violenta del proceso democrático en España 1975-1983, Barcelona, Península, 2010; WILHELMI, Gonzalo, “Las otras víctimas de la transición nada política”, en MUGA, José Luis y VEGA, Santiago, Verdad, justicia y reparación. Actas del I Congreso de víctimas del franquismo, Madrid, Atrapasueños, 2012.
[7]  SÁNCHEZ SOLER, Mariano, ob. cit., p. 353; WILHELMI, Gonzalo, “Las otras víctimas…”, p. 5. Para  BABY, Sophie, ob. cit., p. 184,  el número de muertes provocadas por las fuerzas de orden fue de 178.
[8] WILHELMI, Gonzalo, “Las otras víctimas…”, p. 5.