jueves, 8 de junio de 2017

Las (más que) confusiones sobre feminismo y machismo

Es frecuente escuchar o leer eso de "no soy ni machista ni feminista". Y ayer volví a conocer otro caso. De una mujer, concejala en Barbate de un partido ya desparecido, el Partido Andalucista (PA), que fue útil en esta tierra hasta que la derecha pura y dura del PP acabó engullendo su electorado. Dicha concejala soltó la frase en pleno fragor de una polémica, suscitada por un compañero suyo, concejal de Cultura, que no tuvo otra ocurrencia que escribir en un tuit: "a unos les gusta chupar cámara y a otras chupar otras cosas, y encima cobrando". Las críticas le han llovido de todas las partes y no sólo en su municipio. Además, desde todos los grupos de oposición se ha pedido su dimisión y hasta la destitución por el alcalde. 

Pese a la frase, claramente desafortunada y cargada de la dosis misógina correspondiente, su grupo político ha cerrado filas en torno a él. Primero lo hizo el propio alcalde, que ha rechazado su destitución. Y la última, la concejala, nada menos, de Mujer y Educación, que ha soltado la frase antes aludida "no soy ni machista ni feminista", y que, además de quitar hierro a lo ocurrido, considera que las palabras del concejal de Cultura no suponen una agresión machista. 


Machismo y feminismo siguen siendo dos conceptos motivo, en determinados sectores, de relación antagónica. Se les sigue equiparando, en la medida que serían los dos extremos de un todo. Toda una declaración de ignorancia o, puede ser también, de mala fe. Ignorancia, porque no es cierto que tengan ninguna relación. Machismo es la forma más habitual y extendida de denominar lo que en realidad no es otra cosa que la manifestación ideológica del sistema patriarcal, esto es, el androcentrismo. Es la concreción de dominio de un género, el varón, para someter al otro, la mujer. Una concreción que se manifiesta en muchos aspectos y que es origen de tantas formas de violencia y, como el caso que nos ocupa, de comportamientos y el empleo de expresiones denigratorias hacia las mujeres.


El feminismo no es la antítesis del machismo. Lo sería el hembrismo, como manifestación del dominio de la mujer sobre el varón. Algo que puede ocurrir en situaciones concretas, siempre muy minoritarias, pero nunca como efecto de un sistema, porque no existe un sistema matriarcal ni, como consecuencia, un dominio de la mujer de sobre el varón.


El feminismo es una ideología, sí, pero también una movimiento, surgido principalmente en el siglo XIX y desarrollado a lo largo del XX que se planteó desde el primer momento un objetivo: la equiparación de derechos entre varones y mujeres. Algo que ha costado muchos sacrificios para conseguir conquistas en muchos países, al menos en cuanto a avances legislativos. Pero que sigue costando conseguirlo en muchos países, en muchas situaciones de la vida cotidiana y también en el avance en cuantos resortes normativos sean necesarios. Ser feminista no es exclusivo de las mujeres y menos de reducirlo a aquellas a las que se descalifica como histéricas y demás expresiones. El feminismo es algo que también corresponde a los varones.


Machismo, pues, no es la antítesis de feminismo. Porque el machismo es dominio patriarcal, con lo que supone de explotación, sumisión, violencia y denigración hacia las mujeres. El feminismo, por el contrario, es igualdad. Un anhelo humano que merece la pena mantenerlo para alcanzarlo en su plenitud.


(Imagen: mural de Panmela Castro)