Una megabomba de 10 toneladas ha sido lanzada en Afganistán contra las posiciones del ISIS. Su nombre resulta rimbombante: GBU-43/B Massive Ordnance Air Blast (Bomba de Aire de Explosión Masiva). Bautizada también como la madre de todas las bombas, se dice que sólo la bombas nucleares tienen mayor capacidad destructiva. Fue fabricada, al parecer, durante el mandato de su antecesor, Barak Obama. Oculta su existencia hasta ahora, ha sido el nuevo mandamás estadounidense quien ha apretado el simbólico botón rojo.
Días antes había ordenado el ataque contra Siria durante la visita a su país del presidente chino, Xi Jimping, y mientras comían una tarta de chocolate. No sé qué habrá comido o bebido en el último episodio -¿un bombón acaso? ¿se habrá atragantado.
En efecto, Donald Trump ha mandado otro aviso. Esta vez en forma de una megabomba. El escenario, Afganistán. El objetivo a primera vista, el ISIS. El objetivo por ahora oculto, Corea del Norte. La lógica, que no deja de ser el presidente de un imperio. En decadencia, sí, pero con el suficiente poder para dejarse ver. Ningún imperio ha desaparecido sin haber dejado de sembrar guerras. Es su sino. ¿Acabará llevándonos a la muerte?