sábado, 8 de agosto de 2015

En torno a los discursos sobre las migraciones, el racismo y el capitalismo

En 2010 escribí el trabajo "Análisis crítico del discurso en el reportaje 'La valla de los mundos'", que tuve que realizar en el curso Migraciones y multiculturalidad, dentro del máster Cultura de Paz. Ahora lo he rescatado y me he decidido a publicarlo, porque creo que su contenido principal sigue teniendo una enorme actualidad y puede ayudar a entender, al menos un poco, el fenómeno de las migraciones y los discursos que se generan sobre ellas. Es cierto que hace cinco años no se había iniciado todavía el ciclo de desestabilización política en los países del Mediterráneo oriental y meridional y de guerras, agravando la presión migratoria, pero no cabe duda que el origen del problema no se encuentra en esos países, cuyas poblaciones no dejan de sufrir las consecuencias de las intervenciones económicas y geopolíticas de quienes detentan el poder en el mundo y en los países ricos.   


1. Migraciones, racismo y capitalismo global

Las migraciones actuales en el contexto de capitalismo global

Las migraciones no son un fenómeno actual. Han estado siempre presentes a lo largo de la historia de la humanidad, en la medida que el nomadismo estuvo relacionado con los primeros grupos humanos. A lo largo de los milenios y siglos los desplazamientos de los grupos humanos se han ido sucedido en sus formas, se han debido a causas diversas y han tenido dimensiones cambiantes.

Las migraciones actuales tienen como principal novedad con respecto a las de épocas anteriores el que buena parte de los  desplazamientos se vinculen con grupos de personas desde las áreas más pobres a las de los países ricos. Pero existen también desplazamientos entre los países ricos. Si en el primer caso es frecuente identificar a esas personas como inmigrantes, en el segundo no se hace así, aunque técnicamente, dentro del cómputo estadístico, sí lo sean en ambos casos. La inmigración se identifica con la pobreza o con quienes se encuentran en escalones sociales inferiores con respecto al lugar de destino. No así con las personas de los estratos sociales intermedios o superiores que se asientan de una forma más o menos permanente en otros países por motivos profesionales o de retiro.

Las causas de los movimientos migratorios actuales son diversas, pero están directamente relacionadas con la economía capitalista globalizada en la que vivimos, que facilita los intercambios de mercancías, personas e información a unos niveles antes desconocidos. Para las personas que se desplazan desde las zonas más pobres tiene que ver en un principio con la búsqueda de una mejora en las condiciones de vida, que en la mayoría de las ocasiones son una consecuencia de los cambios estructurales que se están operando en sus países. Factores como la presión demográfica o los cambios climáticos pueden actuar como circunstancias que los han precipitado, pero no nos sirven para explicarlos en toda su dimensión. Estos cambios tienen que ver con las políticas económicas neoliberales dictadas y aplicadas desde las empresas multinacionales, las grandes instituciones económicas mundiales (FMI, BM, OMC…) y los gobiernos de los países ricos que han ido socavando las formas tradicionales de subsistencia de los países pobres y en vías de desarrollo. Todo esto se está traduciendo en una enorme presión sobre la posesión de la tierra, dando lugar a la sustitución de los cultivos tradicionales por otros orientados al mercado internacional; sobre los recursos pesqueros, que ha acabado con muchos de ellos o alejado a sus tradicionales extractores; sobre los espacios donde se encuentran recursos estratégicos como el agua,  los combustibles fósiles o los minerales; sobre las formas artesanales y de comercio a pequeña escala, libres de las ataduras del gran mercado globalizador…  

Michel Wievorka (2006) ha aludido a estos cambios como “indisociables de la globalización, agente que disemina poblaciones diversas y numerosas por la superficie del planeta”. También ha relativizado las motivaciones de las personas que se desplazan, desmintiendo explicaciones que se dan desde el mundo rico: llegar al nuevo destino para fundirse con la población de acogida; o hacerlo temporalmente, con la intención de regresar. Susana Moreno (2006) ha estudiado el  caso de la población senegalesa en España, cuya llegada, forzada por la ruptura sufrida en sus formas tradicionales de subsistencia, no es sino una traslación de las prácticas económicas que llevan realizando desde décadas o siglos, ahora fuera de sus ámbitos tradicionales de movimiento. Por eso habla de una identidad simultánea en espacios diferentes e incluso de una comunidad trasnacional.

Juan Terradillos (2010: 6 y 15) utiliza el término “despliegue simbólico” para designar a lo que las leyes españolas denominan lucha contra las mafias del tráfico de personas, está poniendo el dedo en una de las claves del problema: tales mafias, que existen, las hay sobre todo en la explotación económica sobre las personas inmigrantes, hasta el punto que la legislación española parece que desconoce que “las ‘mafias de la explotación’, las interiores, rentabilizan los beneficios que produce el trabajo sucio de las ‘mafias del tráfico’, las exteriores”. En la mayoría de las ocasiones se denominan mafias a las redes de apoyo de las personas que se trasladan de un lugar a otro.

Redes de una solidaridad que se basa, siguiendo a María Eugenia González (2007: 158),  en “relaciones interpersonales de confianza” y que van adquiriendo formas muy diversas desde que salen de sus lugares de origen hasta que llegan a los países de destino. Para Wievorka (2006) existen “redes de diáspora y a su desplazamiento casi continuo, en ocasiones a lo largo y ancho del planeta, cabe añadir los flujos de comunicación que representan internet o el teléfono”. Por eso propone cambiar los términos que solemos emplear para adecuarlos a la nueva realidad: en vez  inmigración e inmigrantes hay que “hablar más bien de migraciones y de migrantes”.

Europa, sobre todo la occidental, y América del Norte son ahora las zonas del planeta donde hay una mayor afluencia de población migrante, lo que está dando lugar a cambios sociales importantes y una mayor diversidad cultural. En esos países  se ha conformado poblaciones multiculturales, una realidad compleja que está planteando nuevos retos a la hora de afrontar el futuro.

Migraciones y racismo

La complejidad social está dando lugar a una percepción diversa de la nueva realidad, en este caso en los países receptores. Se da tanto en las personas que sienten vínculos identitarios de pertenencia a esos países como en las que progresivamente, a lo largo sobre todo de las dos o tres últimas décadas, van llegando y se van asentando en sus lugares de destino. La percepción de la nueva realidad y su expresión no es algo uniforme, sino que adquiere una gran diversidad.

Una de esas manifestaciones es el racismo, íntimamente vinculado a los fenómenos migratorios. Para Tahar Ben Jelloun el racismo consiste en “desconfiar de las personas con características físicas y culturales distintas de las nuestras e incluso también en despreciarlas” (2002: 19). Por su parte, para Teun van Dijk (2006) es “un sistema de dominación, un abuso sistemático de poder de un grupo sobre otro grupo” que históricamente ha sido ejercido por los “europeos blancos sobre los pueblos de África, Asia y las Américas”, y actualmente “se ejerce sobre la gente del Sur y del Este que han migrado a Europa y Norteamérica”. Esta dominación puede adquirir varias formas, si bien distingue dos niveles: “el nivel de las prácticas sociales, como la discriminación -que incluye el discurso racista-, y el nivel de las ideas, como los prejuicios e ideologías racistas”.

Discurso e ideología

Entramos así en algunas de las claves para poder entender lo que las personas acaban expresando: los conceptos de discurso e ideología, que resultan básicos. El propio Van Dijk (2001: 192-193) entiende por discurso un evento comunicativo específico, que se expresa de forma escrita y oral principalmente, aunque también no verbal (dibujos, cuadros, gestos…), donde se da una interacción en el uso del lenguaje. Para el mismo autor las ideologías son “sistemas que sustentan las cogniciones sociopolíticas de los grupos” (1996: 18).

Las ideologías son organizadoras de las actitudes de las personas que conforman los distintos grupos sociales. Tienden a organizarlas, aunque esquemáticamente, en los temas de mayor relevancia. De esta manera ponen de manifiesto una estructura polarizada en dos extremos: el NOSOTROS y el ELLOS (Van Dijk, 1996: 19). Es decir, por un lado, el mundo de quienes se benefician del sistema, y, por otro, el de quienes viven en la exclusión o sus proximidades, donde se encuentran las personas que se ven obligadas a migrar.

Las élites están formadas por aquellos grupos políticos, burocráticos, corporativos, mediáticos y educativos que “controlan las dimensiones y decisiones más cruciales de la vida cotidiana de las minorías y los  inmigrantes” (Van Dijk, 2001: 191). Dado su acceso más fácil y eficaz a las fuentes del conocimiento y la información, son las principales conformadoras de los valores y las metas sociales, así como las creadoras del consenso social. Son, pues, la generadoras de los distintos discursos que compiten entre sí por hegemonizar la sociedad e intentan contrarrestar los discursos que surgen a modo de contrapoder desde los grupos dominados.

Desde una perspectiva crítica, el análisis de los discursos permite descubrir las ideologías subyacentes que los sustentan, así como articular sistemáticamente sus estructuras con las estructuras de las ideologías (Van Dijk, 1996: 24).


2. Un análisis crítico del reportaje "La valla de los mundos"

Características del reportaje

El reportaje es obra de Pedro Ingelmo y ha sido publicado en el Diario de Cádiz (edición digital de 23-11-2008). En él se hace una descripción de la ciudad de Melilla que, como ciudad de frontera entre España y Marruecos, resulta una verdadera encrucijada de diversas situaciones: la de la población española, cristiana o musulmana, que vive en ella por razones distintas que luego apuntaremos; la de la comunidad china, que se dedica al comercio de  ropa barata con destino a Marruecos; la de la población migrante subsahariana, en su mayoría, hindú y argelina, que vive en chabolas, en la calle o en el CITE, a la espera que se tome una decisión sobre su futuro; la de la población subsahariana que desde el monte Gurugú espera la ocasión para poder acceder a Melilla, saltando la valla o camuflándose en los bajos de camiones; la de la población marroquí que entra y sale por la frontera de Beni Enzar para portar los productos que le permiten vivir; la de la población marroquí que trafica con hachís hacia España...

Describe esas situaciones desde tres intentos de saltar la valla y las alambradas que separan Marruecos de Melilla ocurridos en 2005 y 2008. Hechos que son narrados con un lenguaje bélico (“la batalla ha durado una media hora”), presentando a uno de los bandos como atacante (el ELLOS) y otro a la defensiva (el NOSOTROS). En medio, la vida cotidiana de la gente pobre de un lado y otro que lucha por sobrevivir, pero dentro de un panorama donde reina la ley del más fuerte (“se aleja insultando a los derrotados de la refriega”), la corrupción policial (“no viven de esa miseria [de 250 euros], sino de la rasca”), la explotación insinuada (“ropa que la comunidad china vende a precios irrisorios”), la falsificación de marcas comerciales (“el paraíso de las Nike de pega”), la ilegalidad de sus actividades (“contrabandear”, “desde allí salen las lanchas con hachís”), la maldad de los inmigrantes que viven en Melilla (“no paran de provocar peleas”), su también astucia (“mientras no diga su origen, su principal secreto”), la insolidaridad entre esos grupos (“un ejército de desclasados que apedrean (…), les patean”), la nimiedad de las mujeres porteadoras (“reguero de hormigas”)…   

El título del artículo, "La valla de los mundos", sintetiza las situaciones que describen. Melilla es la frontera entre España y Marruecos, pero también, por extensión, entre el mundo rico y el mundo pobre. El reportaje se centra en la lucha por la supervivencia de la población subsahariana que espera en el monte Gurugú, la migrante que vive en Melilla, la dedicada al porteo de mercancías… Me pregunto si la policía marroquí, que completa su salario con la “rasca”, e incluso los guardias civiles españoles, que cobran un plus por estar en Melilla, no se le puede también incluir entre esa gente pobre, aunque, por supuesto, no al mismo nivel.

El subtítulo se refiere a “la porteadora que murió pisoteada” en medio del “caótico comercio fronterizo”, al que sitúa “en el limbo de los ‘sin papeles’”. Es decir, la muerte de una mujer pobre que, siendo víctima de la lucha por la supervivencia, es mostrada como víctima de las personas de su misma condición que viven en una especie de jungla salvaje. Apenas aparece en este paisaje de los dos mundos quién es la gente rica. De la comunidad china, “los chinos”, difusa en su caracterización, aparece un “proveedor chino”. De Marruecos se habla de Mohamed VI y de “un comerciante marroquí”. Y de España aparece el presidente de la ciudad. ¿Dónde están quiénes generan la pobreza y obligan a que haya tantas personas que se jueguen la vida para mejorar en ella?

Una  aproximación crítica al discurso que sustenta el reportaje

El comienzo del relato refleja una hipérbole en el tratamiento de uno de los intentos de saltar la valla. Este tratamiento resulta más acentuado, en primer lugar, con su ubicación en un desastre natural: “las lluvias torrenciales (…) arrojaron sobre Melilla toneladas de cañizo y raíces, cuarenta tortugas y lazadas de serpientes, que atravesaron la valla y convirtieron la ciudad en un lodazal de mugre y bichos desquiciados”. Pero también con la identificación de esos elementos naturales con los “negros” y “africanos”: “detrás de la comitiva destructora, los negros se colaron por el agujero. (…) Los africanos que reptan (…) armados con ramajos y navajas”.

Hay una gran confusión en el uso de términos hacia la gente de color, a quienes se llama indistintamente “negros”, “africanos”, “subsaharianos” e incluso “sin papeles”.  Con frecuencia se les identifica con animales (“reptan”). También en el caso de las mujeres marroquíes, de quienes se dicen que forman un “reguero de hormigas”.

Las palabras y expresiones utilizadas son un compendio de la forma como se trata a las personas que protagonizan el reportaje:

  • De “los africanos” asaltantes se dice “que reptan”; que están “armados con ramajos y navajas; que emiten “un grito enloquecido”; “que contestan a palos”; que van “apuñalando la nada”; “que lanzan dentelladas, atacan con todo”; que forman “turbas”, “una marea”, una “avalancha”…
  • De “los porteadores marroquíes”, que son “un grupo de desclasados”; que está formado por personas que cumplen sus tareas, como el “motorista asaltado”, los “paisanos enzarzados a puñetazos” o las mujeres que forman “un reguero de hormigas aplastadas por gigantescos bultos”; que lo hacen en medio de una competencia feroz y violenta “a puñetazos”, que “se matarían a navajazos”, que destilan “salvajismo masculino”, que provocan “tumultos diarios”…
  • De los subsaharianos, argelinos e hindúes que están en Melilla se dice que “vagabundean” o “matan el tiempo”; que esconden su origen como “su principal secreto”; que se ofrecen “a conseguirnos hachís”; que uno de ellos, “bebido hasta el vencimiento”…
Sin embargo, apenas aparecen sus voces. Sólo la de ese inmigrante de adentro “bebido hasta el vencimiento”, pero del que no se resalta ninguna expresión entrecomillada. La de un hindú al que sí se reproduce entrecomillado que su viaje costó “mucho, mucho dinero, todo mi dinero”. O la de Abdul, que mostrando el hierro clavado en una de sus piernas, advierte que “me la cortarán si no la cura un médico antes, un médico de Madrid”. Casi todos estos testimonios son anónimos y con frecuencia aparecen con expresiones entrecortadas, sin un hilo narrativo continuado. Esto da la  impresión  de un lenguaje pobre, pese a la mezcla de palabras del inglés, el francés y el castellano: “prison, prison”; “mucho, mucho dinero, todo mi dinero; “help, journalist, do you understand”; “oh, señor, only fish”... El periodista ha dado muestra de un escaso interés por buscar un acercamiento a esas personas, por conocer las motivaciones de su presencia allí, por conocer de sus propios testimonios el infierno que están pasando. La barrera lingüística podría servir de explicación, si bien, sólo es una conjetura. Este argumento no sirve para la ausencia de voz de otros grupos, como el de los porteadores marroquíes o el de la comunidad china, de quienes no se ofrece ningún testimonio.

La mayoría de los testimonios son de un guardia civil musulmán, el presidente de la ciudad, un funcionario de la delegación del Gobierno, una periodista de la televisión local o dos miembros de asociaciones de solidaridad, tratados, además, de distinta manera y extensión. Todos, menos el presidente de la ciudad, Juan José Imbroda, son interlocutores del periodista. Las dos personas que representan a los grupos de solidaridad tienen una menor cabida. Y la propia expresión escrita marca las diferencias en el uso de las comillas, al enfatizar dichas expresiones tanto por quien las dice como por las personas a  quienes se refiere.

A modo ilustrativo se puede poner los siguientes ejemplos:

  • Del guardia civil, a quien se entrecomillan sus declaraciones, se reproducen expresiones como: “estoy convencido que hubo algún muerto”; “la vida del negro allí no vale nada”; “¿armados? Claro”. Es el mismo que cuenta cómo descubrió un día “a dos chavales africanos” en los bajos de un Peugeot. 
  • Dos miembros de asociaciones de solidaridad intentan contra argumentar la imagen negativa. José Alonso, de Derechos Humanos, no cree en la versión del asalto de 2008 y que fueran armados, pero sin que se entrecomillen sus palabras. A Isabel, de Melilla Acoge, se entrecomilla su referencia a la represión marroquí y la huida desde la zona de asentamiento. 
  • Del presidente de la ciudad, Juan José Imbroda, se mencionan testimonios sin entrecomillar acerca de la violencia de los subsaharianos o su agradecimiento a Marruecos.
  • Un funcionario de la delegación del gobierno hace una narración más amplia, siempre entrecomillada. Empieza refiriéndose al mal trato recibido por “los subsaharianos” por parte de las autoridades marroquíes, que matiza con la frase “por utilizar términos suaves”; luego se refiere al cambio de actitud del gobierno desde 2005, cuando “Rabat recibió dinero europeo”; después sobre el refuerzo de “la valla con una estructura tridimensional” y “alambre” a lo largo de 16 kilómetros, y su coste  de “30 millones de euros”.
  • Una periodista de la televisión local, a quien se da nombre, María, acompaña al reportero a recorrer la valla por la noche. Hace una descripción del efecto que produce hacia quienes puedan saltarla y los melillenses. De los primeros dice cosas como que “al parecer, al recibir cuatro o cinco flashes, la visión se desestabiliza”. De los segundos, que “se sienten encerrados”. En su relato se refiere al aumento de la población melillense musulmana sobre la cristiana o las diferentes expectativas que tienen. Si en el primer caso es  “para quedarse”, en el segundo “no lo tienen claro”. Por eso entre la población de origen peninsular se viaja con frecuencia a Málaga, los fines de semana “escapan a las desiertas playas del vecino” o, más contundentemente, explica la principal razón que les retiene en Melilla: “nos atrapa el sueldo”, al recibir un complemento de residencia.  
Si el cuadro que se describe resulta tremendamente negativo en todos los grupos que pertenecen al otro mundo, en él podemos incluir a Marruecos, del que se trazan unos perfiles variados, pero muy reveladores de lo que se busca. Veamos unos ejemplos:

  • En la alusión a la ensenada desde la que “salen lanchas con hachís rumbo a Alicante”.
  • La descripción de las actuaciones policiales: “antidisturbios de Fez hicieron una batida por el monte (…); “desmantelaron campamentos ‘con contundencia, por utilizar términos suaves’”; “se los llevan (…) al desierto”.
  • La actitud de los portadores hacia quienes quieren saltar la valla, a quienes tildan de “ejército de desclasados” y reflejando su insolidaridad, si no su racismo (“fuera, cerdos, fuera”).
  • Resaltar la actividad delictiva que realizan, porque “deberán contrabandear bultos de ropa”.
  • La relación de la actitud cambiante del gobierno desde la recepción de los fondos europeos, que pasó de “la pasividad de los gendarmes de Mohamed VI” a ponerse “las pilas y limpió su lado de la vaya”.
Es un tratamiento que en parte se repite con la  comunidad china, que, aunque se  menciona menos, en la explanada de su barrio es donde se encuentra una  de las zonas más conflictivas de Melilla y lugar donde se produjo el suceso que da origen al reportaje: la muerte de la porteadora marroquí.


3.  Reflexiones finales

En la entrevista ya referida en este trabajo, Van Dijk (2006) manifiesta que “el racismo de los sectores populares se hace visible a través de los medios de comunicación que reproducen esos discursos de discriminación”.

En este reportaje se refleja de una forma muy ilustrativa las actitudes y lenguaje de la gente pobre. La violencia o la delincuencia están expresadas explícitamente; la insolidaridad o el racismo, de una forma más sibilina e implícita. Es algo que se corresponde con las palabras que pronuncia Van Dijk (2006) en la entrevista ya referida en este trabajo: “Ellos, los pobres, los inmigrantes, son racistas entre ellos, dicen los medios de las élites”. Sin embargo, cabe preguntarse cómo se construye ese racismo. Y aquí los medios de comunicación juegan un papel importante, como parte de las élites a las que nos referimos antes: “El racismo de los sectores populares se hace visible a través de los medios de comunicación que reproducen esos discursos de discriminación. No los ignora, sino que los enfatiza. Y, así, es una forma de construir el racismo”.

La dicotomía entre las élites y los grupos dominados está presente a lo largo del reportaje. Pero una dicotomía tratada de distinta manera, asimétricamente. El NOSOTROS aparece visibilizado sobre todo en quienes aportan la mayor parte de la información al periodista e invisibilizado en quienes se benefician pero no aparecen. El ELLOS aparece visibilizado, pero sin apenas voz. Otras personas hablan por ellas y cuando se lo permiten, sólo se muestran frases cortas, sin interés por parte del periodista por conocerlas.

La práctica invisibilidad de quienes en el fondo son responsables de todas estas situaciones dramáticas, incluida la que el periodista denomina “el limbo de los ‘sin papeles’”, contrasta con la presencia relevante en el reportaje de la figura del guardia civil que ofrece su testimonio: se trata de un guardia civil musulmán. Es decir, quién  mejor refleja la integración desde su comunidad originaria en el mundo al que pertenecen las personas y los grupos invisibles en el reportaje, pero responsables de la verdadera jungla, que no limbo, que se describe. Una integración hecha a través de la actividad que mejor define la barrera punitiva que se interpone entre los dos mundos.

Ya para acabar, voy a hacer una mención de algo, quizás anecdótico, que con frecuencia realizo en las clases que imparto en el instituto donde trabajo. Se trata de formular al alumnado la pregunta sobre qué personas ricas conocen. Las respuestas suelen estar en la mayoría de las ocasiones alejadas de la realidad. Es normal que les cueste mencionar a personas y casi siempre empiezan por el jefe de gobierno de turno (González, Aznar, Zapatero), luego sigan con “los políticos” y cuando se les aprieta un poco más, mencionen a algunos futbolistas de élite. Raras veces se refieren a “ricos de verdad”, aunque pueden aparecer personas como “el dueño de Zara” o Florentino Pérez. A los banqueros no se les menciona. Cuando al final les voy ofreciendo más nombres de personas o de empresas, suelen reconocerlas. En ocasiones, dependiendo de las circunstancias, les puedo pedir que busquen en casa información para traerla a clase. Me gusta concluir con una frase parecida a ésta: “la gente rica es tan lista, que existiendo, apenas se sabe identificarla, pasando así desapercibida”. Cuando he estado haciendo este trabajo no he podido por menos que recordar esto.   


DOCUMENTACIÓN UTILIZADA

Documento de análisis

INGELMO, P. (2008).La valla de los mundos, en Diario de Cádiz edición digital, 23 de noviembre, www.diariodecadiz.es (consultado el 2-04-2010).

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(En Salamanca y Barbate, 1 al 4 de abril de 2010).


(Fotografía: mural en Melilla, kahinarte.com)