El último barómetro del CIS es una muestra descarada de la manipulación del gobierno. Veamos lo ocurre.
Preguntada la gente sobre su intención directa de voto, el resultado es el que sigue: PP, 12,5%; PSOE, 13,7%; IU, 7,1%; UPyD, 4,1%. En relación a la simpatía, no hay variaciones en cuanto al orden, aunque sí se producen algunas sobre la cuantía, que aumenta en casi todos los casos: PP, 15,8%; PSOE, 20,3%; IU, 8,4%; UPyD, 4%. En la suma de ambos aspectos -intención directa de voto y simpatía- sigue en general la tónica anterior: PP, 16,6%; PSOE, 20,1%; IU, 8,1%; UPyD, 5,2%. Hasta aquí no hay grandes sorpresas, salvo el caso de UPyD, que tiene una simpatía algo inferior a la intención de voto, pero que luego en la suma goza de una subida nada desdeñable.
Lo gordo, sin embargo, viene cuando se ofrece la estimación del voto, que da los siguientes resultados: PP, 34%; PSOE, 28,2%; IU, 9,9; UPyD, 7,4%. Así, el PP, que en la suma intención directa de voto y simpatía tiene un 16,6%, en la estimación sube -no sabe cómo- casi 18 puntos, esto es, ¡más del doble! A su vez, el PSOE, sube 8 puntos, quedándose, con el 28,2%, en los niveles que tuvo en 2011 y ha ido manteniendo en los diferentes sondeos publicados, siempre por debajo del 30%. La subida de IU no llega a los dos puntos, quedándose en un 9,9%, lejos de las estimaciones que se están haciendo en otros sondeos, que le atribuyen niveles en torno al 15% de los votos. UPyD, por último, vuelve a recibir una subida, hasta el 7,4, que casi duplica la que se le da, por separado, en intención directa de voto y en simpatía.
¿Qué está pasando? En el argot demoscópico a esto se le llama cocinar los datos. No obstante, la distorsión que se hace en la estimación de voto es de tal magnitud, que no entiendo cómo entre quienes trabajan en el CIS, un organismo público, no sale alguna voz de protesta por lo que no es más que una burda manipulación. Algo falla.