"Mientras esté desaparecido no puede tener ningún tratamiento especial, es una incógnita. Es un desaparecido, no tiene entidad, no está, ni muerto ni vivo. Está desaparecido. Frente a eso, nosotros no podemos hacer nada. Atendemos, sí, a la consecuencia (...), al familiar. Y a ése, sí, tratamos de cubrirlo en la medida de lo posible". Estas palabras las pronunció en una conferencia de prensa finales de 1979 el propio Jorge Rafael Videla, que era desde 1976 el presidente de la Junta Militar argentina. Palabras nítidas, rotundas, definitorias de lo que fue el destino que sufrieron miles y miles de personas durante esos años sangrientos.
Se sabe bastante de lo ocurrido, aunque falta aún mucho por descubrir. Sabemos que el destino cruel de las incógnitas estuvo acompañado de torturas, muertes visibles, encarcelamientos, robo de bebés y exilio. Un sufrimiento que recayó sobre decenas de miles de personas comprometidas en su lucha diaria por mejorar el mundo. Especialmente, activistas políticos, sindicales, vecinales, culturales... Los "militantes de la vida", al decir de Mario Benedetti.
Pero no sólo hubo eso. Dos años antes el periodista Rodolfo Walsh había denunciado en su "Carta abierta a la Junta Militar" el trasfondo de todos esos horrores. Junto al crimen político se estaba desarrollando en Argentina -y en Chile, Uruguay, Brasil...- otro económico. Y aquí, junto a los militares represores, aparecieron otros personajes de traje y corbata. La gente de la oligarquía económica, con José Martínez de la Hoz a la cabeza. Quienes sufrieron el nuevo crimen fueron muchos más. Ya no fueron sólo las personas comprometidas, fue la sociedad casi entera. Un crimen pertrechado en forma de menos salarios reales, más horas de trabajo, más subida de precios, menos prestaciones sanitarias, peor alimentación... De más miseria, en suma, para la inmensa mayoría. ¿Y para la minoría y los sectores sociales que se arrimaron bajo su sombra? Así lo explico Walsh en su Carta: "El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos ganar sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora".
No hay nada nuevo bajo el sol. Aunque hoy ya no reinan los militares. Uno de ellos, el primero de la jerarquía de entonces, acaba de morir. Jorge Rafael Videla. El mismo que dijo sin rubor acerca de cada una de sus víctimas: "no tiene entidad, no está, ni muerto ni vivo". Una de ellas fue el propio Rodolfo Walsh, que desapareció al día siguiente de la fecha de su Carta. Videla ha muerto recalcitrante en sus crímenes. Apologeta de sus crímenes. Pero, al menos, juzgado, condenado y repudiado.