En el morir de Georges Moustaki, cantante mediterráneo
He sabido esta mañana de la muerte de Georges Moustaki. Cantante egipcio, griego, francés... ¿Y por qué no lo dejamos en mediterráneo? Me vino enseguida el recuerdo de mi primera juventud. De aquel disco de vinilo con funda de color en blanco y negro, cuyo título no recuerdo, que contenía canciones, para mí, memorables como "Le métèque", "Ma liberté" o "Sarah". Ésta última, no sé por qué, me gustaba especialmente y formó parte de mi repertorio de favoritas. Recuerdo ahora otras dos canciones que, no siendo propias, resultan preciosas: la "Balada de Sacco y Vanzetti" y "Son de negros en Cuba". La primera, una adaptación al francés de la que crearon Joan Baez y Ennio Morricone para la película homónima dedicada a los dos mártires anarquistas ejecutados injustamente en EEUU. La segunda, basada en un poema de Federico García Lorca y hecha en colaboración con Mikis Theodorakis, que formó parte del disco colectivo Poetas en Nueva York dedicado al escritor granadino como motivo del cincuenta aniversario de su asesinato por el fascismo. Escuchar a Moustaki fue durante muchos años parte de ese culto pagano a una forma de música que se caracterizaba por una interpretación sencilla, pero más que digna, rica en poesía y muy cálida en sentimientos. La de un hombre cabal y solidario con las luchas por la dignidad humana, sin olvidar la de los pueblos despreciados. En alguna ocasión habló de su alergia a las fronteras, las mismas que trazan quienes niegan tantas cosas en nombre de una libertad falsa. Por eso cobran sentido sus versos finales de "Le métèque": Et nous ferons de chaque jour / toute une éternité d'amour / que nous vivrons á de mourir ("Y haremos de cada día / toda una eternidad / que viviremos en el morir").