sábado, 7 de agosto de 2021

La presencia de Cervantes en Béjar


Llevaba muchos años sin visitar Béjar y ayer fue el día para el reencuentro. Mantenía recuerdos de mi niñez y juventud, pero algunos se fueron despertando según iba paseando por sus calles y plazas. No faltaron tampoco algunas sorpresas e incluso novedades, como la recuperación de una parte de la muralla medieval.

En esta ocasión me voy a detener en la relación que existe entre Béjar y Miguel de Cervantes Saavedra. Sabido es que la primera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha está dedicada al VI duque de Béjar, cuyo nombre de pila era Alonso Diego López de Zúñiga Sotomayor y de Guzmán. En la segunda parte, sin embargo, Cervantes cambió el destinatario de la dedicatoria, en esta ocasión en favor de Pedro Fernández de Castro y Andrade, que era VII duque de Lemos. Los dos, grandes de España, es decir, miembros de la cúpula de la nobleza del país. No hay coincidencia a la hora de determinar la razón de ese cambio: si Cervantes no se sintió satisfecho del apoyo que esperaba del duque de Béjar o si finalmente optó por el más influyente políticamente duque de Lemos. 

El caso es que Béjar, a través del titular del señorío feudal, ha pasado a formar parte de la historia de una de las obras más relevantes de la literatura universal. La antaño villa, famosa desde los siglos medievales por ser sede de una pujante actividad textil lanera que se ha mantenido hasta hace unas décadas, no se ha olvidado del escritor nacido en Alcalá de Henares y luego errante por distintos lugares de a Península y el Mediterráneo. Así, en 1857 se inauguró el Teatro Cervantes, que fue construido bajo los cánones del clasicismo historicista. Tributo honorífico al autor del Quijote, se convirtió en el templo cultural moderno de la floreciente burguesía local. 


Hubieron de pasar nueve décadas para que en 1947 se ubicara en el Parque de la Corredera un "Monumento a Miguel de Cervantes", obra del artista local Francisco González Macías. En el busto, hecho de piedra, se reflejó el siguiente texto: "Béjar, primera población que se nombra en el Quijote". Su deterioro, quizás por ser de roca caliza, llevó a que en 2004 fuese sustituido por una réplica, esta vez hecha en bronce, cuyo autor es Salvador Amaya. 

Más recientemente, en 2016, la plaza que acoge el Teatro Cervantes se ha convertido en el escenario del grupo escultórico en bronce formado por los dos protagonistas principales de la obra cervantina. El artista Pedro Requejo Novoa ha situado en uno de los bancos con un semblante risueño al hidalgo Alonso Quijano y su escudero Sancho Panza. Los mismos a los que Cervantes al final del Prólogo, dirigiéndose a sus lectores y lectoras, dedica estas palabras:

"Yo no quiero encarecerte el servicio que te hago en darte á conocer tan notable y tan honrado caballero; pero quiero que me agradezcas el conocimiento que tendrás del famoso Sancho Panza, su escudero, en quien á mi parecer te doy cifradas todas las gracias escuderiles que en la caterva de los libros vanos de caballerías están esparcidas".