Sabido es que entre los altos cargos del PP existe un grave problema de desmemoria. Cuando se les ha preguntado por la financiación ilegal del partido y el cobro de dinero en sobres, o por las operaciones policiales llevadas a cabo para obtener información con el fin de borrar pruebas que los incrimine, han respondido que no lo sabían, que no lo recordaban o que no era cierto.
Sin ir más lejos, se pudo ver ayer en el Congreso con Ignacio Cosidó, director general de Policía durante el mandato de Mariano Rajoy, en su comparecencia en la comisión que está tratando el "caso Kitchen". El mismo del que se sabe, entre otras cosas, que se jactaba de poder controlar "por detrás" el tribunal que debía juzgar a los responsables del procès. ¿Y qué dijo o, más bien, quiso decir? Pues que durante el tiempo que ocupó el cargo en Interior no vio nada ni conoció a personajes como José Manuel Villarejo.
Otro que también estuvo en el Congreso fue Francisco Martínez Sánchez, secretario de estado de Seguridad con Jorge Fernández Díaz como ministro del Interior y por ello el número dos del ministerio. El mismo personaje del que supimos en el verano pasado que cantó de lo lindo ante el juez Manuel García Castellón y que después, como consecuencia de haberse hecho público el sumario, lo ratificó ante algunos medios, como El País. No quería comerse él solito el marrón de la operación que se montó desde la cúpula policial para obtener la información que guardaba Luis Bárcenas sobre la financiación de su partido. Se sentía utilizado, traicionado... y no dudó en calificar de "miserables" a "Jorge, Rajoy o Cospedal". Pero el tiempo pasa y las cosas, cuando es preciso, cambian. Y ayer, si no se desdijo, sí se arrepintió de haber pronunciado algunas de sus expresiones. Como llamar "miserables" a quienes fueron sus superiores. Y es que, contó, las realizó "en un momento en el que yo estaba roto". ¿Un paso atrás, o al lado, como cuando a Bárcenas le prometieron que su mujer no entraría en la cárcel?
Y esta mañana nos hemos enterado de la imputación de María Dolores de Cospedal e Ignacio López del Hierro en el caso Kitchen. Los delitos: cohecho, malversación y tráfico de influencias. El marido de la que fue secretaria general del PP se negó a declarar ante la misma comisión del Congreso. Posiblemente ya tuviera conocimiento de la decisión judicial. La comparecencia de Cospedal acabó siendo suspendida. Un palo duro, pues vuelve a poner en el primer plano de la actualidad la corrupción que lleva arrastrando ese partido.
¿Por dónde saldrán ahora?