martes, 23 de febrero de 2021

Libertad de expresión, movilizaciones, disturbios... y criminalización

El otro día me llegó un mensaje que emitido por Toni Valero, coordinador de IU Andalucía, que dice lo siguiente: "La ofensiva mediática contra Unidas Podemos no tiene precedentes en democracia. Contrasta con la normalización de la ultraderecha. Queda claro quién es incómodo para las élites económicas".

La mayoría de las portadas de los medios de comunicación abren con imágenes de hogueras, barricadas y saqueos en las calles de Barcelona, Lleida, Madrid, Granada... Que las hay, pero que son el colofón de las protestas pacíficas, mucho más numerosas en asistencia, de quienes están saliendo a la calle para defender la libertad de expresión. Manifestantes pacíficos en su mayoría, pero que están sufriendo también una violencia desmesurada, a veces con secuelas físicas graves.  

Hoy el diario El Salto publica una entrevista realizada por Pablo "Pampa" Sainz a dos jóvenes, estudiantes en Madrid, que fueron agredidos por parte de la policía el jueves pasado, durante la primera manifestación convocada en la Puerta del Sol. Recomiendo su lectura, porque ayuda a entender muchas cosas de las que están ocurriendo. 

Nuria explica las razones que la llevaron a manifestarse: "Me motivó a ir la necesidad de velar por la libertad de expresión. Ya sé que Hasél tiene más antecedentes, pero lo que detonó su encarcelamiento fue su crítica a la monarquía. Y los jóvenes estamos un poco hartos de luchar por lo mismo que ya lucharon nuestros padres, y de seguir heredando un régimen decidido por un dictador y un asesino”. Su compañero, Alexander, redunda en ello: “Lo de Hasél era simbólico, fuimos a manifestarnos por la libertad de expresión y que no se encarcele a la gente por su obra”.

La entrevista resulta muy jugosa, porque pone de relieve una realidad donde al enfado de la gente, joven sobre todo, se le une la actuación desproporcionada de las fuerzas policiales. Alexander alude al "síndrome de Serwood", que fue acuñado por  David Piqué, coordinador de los Mossos d'Squadra hasta 2016. Y se reproduce el meollo del razonamiento hecho por el jefe policial: "Si la manifestación no se prevé bastante violenta, se puede provocar un poco con detenciones poco justificadas para calentar el ambiente... Cuando la violencia empieza a ser generalizada, la actuación policial se retrasa deliberadamente, hasta que los daños causados, sean inaceptables. La consecuencia previsible es que acabará como una batalla campal. Es entonces cuando empiezan las cargas policiales, que en ningún momento quieren ser disuasorias. Se va directamente contra los manifestantes, que ya son considerados vándalos, y se les ataca con suficiente velocidad para que no dé tiempo a la fuga y se provoque el enfrentamiento físico". 

Y en eso seguimos. Criminalizando los actos, las palabras y las protestas que vienen de un lado, mientras se oculta, se minimiza, cuando no se apoya, lo que viene del otro lado. La normalización de la ultraderecha, del fascismo. El ocultamiento de la corrupción del PP, incluidos sus fracasos electorales. El apoyo al sector más moderado del gobierno, con interés por frenar las medidas más sociales y la apuesta más decidida por el feminismo, de ocultar la corrupción existente en el entorno de la corona y de seguir haciendo de la policía unas fuerzas represivas... ¿Contra quiénes?