martes, 23 de febrero de 2021

40 años después del 23-F

Estábamos en clase cuando un becario del departamento de Historia Contemporánea entró en el pequeño aula donde nos encontrábamos y le dijo a la profesora, María Dolores Gómez Molleda, algo así como: "Perdón, doña María Dolores, pero un grupo de guardias civiles ha entrado en el Congreso". En poco tiempo salimos, no sin que antes nuestra profesora hiciera un comentario, que no recuerdo exactamente, pero parecido a "¡Otra vez los militares!". 

Después me dirigí a la facultad de Derecho, en busca de mis amigos y compañeros políticos Maxi y Rafa, por ver qué había. Por allí estuvimos un tiempo, en medio de mucha gente, oyendo todo tipo de rumores y buscando conocer más cosas sobre lo que estaba ocurriendo. En algún momento acabamos yéndonos a la sede de la CSUT, que con anterioridad lo había sido de nuestro partido, el PTE, desaparecido un año antes. En todo momento estuvo presente un miedo contenido, que no afloró, pero que llevábamos dentro. Recuerdo muy pocas cosas más, salvo que llegué a casa sobre las diez de la noche. Mi padre estaba mirando el televisor y, como era natural, se encontraba temeroso, además de preocupado, y pendiente de lo que se iba viendo o iban informando por la radio. Llegamos a ver el discurso del entonces rey, que fue emitido a primeras horas de la madrugada y cuyo final fue como una especie de señal para irse a la cama. 

El día siguiente amaneció ya con las noticias de la radio y con las imágenes de episodios como la rendición de Tejero o la huida de guardias civiles por las ventanas del edificio del Congreso. Ya en la facultad, siguieron los comentarios, a la vez que se iba sustituyendo el miedo contenido por un cabreo que fue en aumento. No faltó la correspondiente asamblea y el desahogo de cuantas personas fuimos interviniendo. Ya por la tarde, Maxi y sus hermanos dispusimos guardar parte de nuestros materiales políticos en casa de una tía suya, que vivía en un barrio de la ciudad. Hasta allí llegó, entre otro papeles y alguna otra cosa que no recuerdo, mi colección de periódicos del partido: "correos del pueblo", "uniones del pueblo", "yescas", "caleidoscopios"... No los he vuelto a ver. 

Durante los días siguientes nuestras cabezas hervían sobre lo ocurrido y no nos faltó empezar a establecer planes por si volvía a pasar, para evitar que no nos cogiera tan desprevenidos. Y todavía recuerdo en uno de los corrillos que formábamos en la Plaza Mayor, preferentemente con estudiantes de Derecho, el comentario que salió de uno de ellos, hijo de un alto funcionario en el Gobierno Civil. Mencionó a Juan Carlos I y a una recomendación que le hizo su padre, Juan de Borbón, para que se alejara del golpe, con palabras parecidas a éstas: "Como hagas lo que hizo tu abuelo, olvídate de la monarquía". ¿Por qué lo dijo?, ¿de dónde provenía?, ¿era cierto?...

Durante esos días también dejé constancia por escrito de lo que iba pasando por mi cabeza. Hace tres años publiqué en este cuaderno, a modo de relato breve, uno de esos escritos, fechado el 26 de febrero y que titulé "El tropel de águilas indomables". En esta ocasión voy a publicar otro, de un día después, el 27. Son unas reflexiones, de cuyo contenido ni quito ni pongo nada. Pero, teniendo en cuenta el momento, cuando poco sabíamos de los pormenores de lo que había ocurrido, no creo que estuviera muy alejado de la realidad. 
             
El intento de golpe de estado fascista que hace cuatro días nos amenazó, aún colea. Ya tendré tiempo, creo, de extenderme más sobre el tema. Ahora sólo quiero trazar una serie de líneas  que puedan servir, más que como conclusiones, de interrogantes. Los medios de comunicación, el estado y los partidos parlamentarios tratan de interpretarlo como un golpe a la democracia. Sin embargo, fue este mismo estado, su gobierno y los partidos  parlamentarios los que no hicieron nada para atajarlo. La "Operación Galaxia" o las razones que obligaron a dimitir Suárez, conocedor del intento, nos muestran el interés [del gobierno] por sofocar la sublevación contra la democracia o, en el caso de la "oposición", las presiones que hayan podido ejercer para denunciar públicamente las maniobras y exigir una depuración seria. A mi modo de ver el golpe en sí no va contra el concepto abstracto de democracia. No está exento de estar inmerso en la lucha de clases. De hecho, hoy se está utilizando para forzar a la "oposición" a apoyar una derechización del gobierno so pretexto de salvar a la democracia. Yo me pregunto: ¿a  quién le interesa el golpe fascista? ¿No se ha dicho que la "democracia" supone una forma de dominación más acorde a los nuevos tiempos y requisito indispensable para poder tener la burguesía española más dinámica relaciones con la europea? A mi modo de ver el fascismo (de cualquier tipo: a los años 30, a lo Franco o a lo actual) es una forma de dominación del gran capital financiero que se utiliza cuando se necesita, cuando peligra su forma de dominación. Aquí, en España, la herencia de 40 años de franquismo ha dejado sus secuelas y se tienen que dejar sentir. Pero hay más: yo no me creo que las supuestas intenciones de los golpistas de suspender ciertos artículos de la Constitución, acabar con el terrorismo de forma contundente y devolver el poder a los civiles con unas elecciones sean las únicas. En España, en la lucha contra el fascismo, ha surgido una generación de cuadros forjados en esa lucha que tienen la suficiente capacidad como para potenciar, o al menos ser el embrión, de futuras bases de lucha contra el sistema. Contra ésos iría dirigido el golpe. Conseguido eso, harían falta muchos años para volver a reconstruir lo perdido.   

(27-02-1981).