martes, 2 de febrero de 2021

A casi dos semanas de las elecciones catalanas 2021


Todo parece abierto de cara a las próximas elecciones catalanas. Los sondeos últimos apuntan en una misma dirección, pero sin un partido ganador claro. Las dos semanas que quedan puede que sean decisivas. Por otro lado, en la derecha unionista, con unas perspectivas negras, se está dilucidando una batalla propia, por ver cuál de los tres grupos quedará primero y cuál el último.

La batalla por ser el primero

Tres son los grupos que compiten por el primer puesto: Esquerra Republicana de Catalunya, Juntos per Catalunya, y Partido de los Socialistas Catalanes. Hasta finales de año el primero de ellos estaba erigiéndose en el más votado, pero en poco tiempo la cosa ha cambiado, hasta el punto de existir ahora cierta igualdad en las perspectivas de los tres grupos. 

Siguiendo los sondeos de este año, las previsiones para ERC se están moviendo en una horquilla que va del 19% al 24%, con una media de 32 escaños. En el caso de JxC, la horquilla estaría entre 20% y 21%, y una media de 30 escaños. Y con respecto al PSC se movería entre el 19% y el 24%, y podría tener también 30 escaños.

La clave se encuentra en la presentación de Salvador Illa como candidato por el PSC. Su labor al frente del ministerio de Sanidad le ha granjeado popularidad, descontando, claro está, el campo de la derecha españolista, en especial la más extrema. En Catalunya, además, ha conectado con una parte del electorado no nacionalista, antaño votante del  PSC, pero que se fue yendo hacia Ciudadanos en las últimas citas electorales y, sobre todo, en la de 2017, cuando se convirtió en el grupo más votado y el más numeroso del Parlament. Con Illa, pues, el PSC parece que puede recuperar parte de lo perdido, a lo que hay que sumar lo que pueda arañar en el electorado de En Comú Podem y posiblemente en el que estuvo más ligado a Iniciativa per Catalunya-Verds. Todo esto ha supuesto que el PSC esté en condiciones de disputar la primacía electoral.

ERC se ha visto perjudicada indirectamente por ello y en favor de JxC. Esto explica por qué intentó retrasar las elecciones, aprovechando como argumento la situación crítica de la pandemia en estos momentos. ¿Y por qué? La subida del PSC podría conllevar un posible acuerdo entre los grupos de izquierda: a dos bandas (ERC/ECP), tres (ERC/PSC/ECP) y, mucho más difícilmente, cuatro (ERC/PSC/ECP/CUP), independientemente de quién encabezara el gobierno y la forma de concretarse (coalición, pacto de legislatura...). Esto podría suponer que una parte del electorado independentista progresista esté reorientándose hacia JxC, que sigue haciendo del procès el eje de su acción política. Con márgenes tan estrechos, consecuencia de potenciales trasvases de votantes desde distintas direcciones para cada grupo, todo puede ser posible de cara al 14 de febrero.

La batalla entre los grupos independentistas

Cuatro son los grupos de este campo que compiten entre sí: ERC, JxC, CUP y el PDeCat. Los dos primeros, como hemos visto, luchando por conseguir la primacía y, como consecuencia, la presidencia de la Generalitat. Por eso entre los dos se está llevando a cabo una lucha feroz por ver quién se muestra más leal con respecto a lo que fue el procès y lo que pueda seguir siendo en el futuro. 

En el caso de JxC, haciendo valer lo que llevó a cabo mientras Quim Torra estuvo al frente del govern y aprovechando la referencia simbólica de Carles Puigdemont en el exilio. Y en el de ERC, con Pere Aragonés al frente, evitando que sea identificada como una fuerza posibilista, capaz de pactar con el españolismo, de manera que primara en las actuales circunstancias su faceta progresista sobre la independentista, como ya ocurrió durante las dos legislaturas del tripartito entre 2003 y 2010. Eso explica ese mensaje reiterativo que ha salido desde sus filas de que el triunfo del PSC con Illa supondría una vuelta hacia el españolismo y recordando el apoyo que el PSOE dio a la aplicación del artículo 151. 

La Candidatura de Unitat Popular, por su parte, parece que podría conservar el nivel obtenido en las últimas elecciones e incluso aumentarlo, tanto en votos como en escaños, pudiendo pasar de los actuales 4 hasta 7. Aunque no debe perderse de vista tampoco el riesgo que corre de que finalmente una parte de sus votantes pudiera optar por el voto útil a JxC o ERC, en caso de percibir el peligro de una victoria del PSC.

Muy difícil lo tiene el Partit Demócrata Europeu Català, un grupo desprendido de JxC y que ha heredado en gran medida la esencia de lo que fue Convergencia Democràtica de Catalunya. La posibilidad que le daban los sondeos de obtener uno o dos escaños por Barcelona parece que se ha esfumado ante el peligro de una victoria del PSC, lo que que estaría haciendo que su votos acabaran quedándose en JxC. 

La batalla en la izquierda 

Cuatro son los grupos que se encuentran en este espectro: dos, ERC y CUP, lo son independentistas; uno, ECP, es el más claramente federalista; y el cuarto, el PSC, está situado entre un federalismo teórico y el españolismo de una parte de su militancia y de una parte mayor todavía de su electorado. Todos esos ingredientes dificultan, de entrada, que pueda haber un acuerdo postelectoral. Y sobre todo porque, de un lado, ERC necesita mostrarse no menos independista que JxC para no perder votos y, de otro, el PSC tiene que hacer lo propio para despegarse de ese campo y atraer votantes que en buena medida abastecieron en 2017 a Ciudadanos.

ECP tiene difícil aumentar sus votos, por lo que conservarlos ya sería un éxito. Lo sondeos oscilan entre 6% y el 10%, si bien como media de escaños se mantendría en los 8 de 2017. No le está favoreciendo la falta de cohesión interna, que ha hecho que no haya dejado de perder dirigentes y militantes. En gran medida porque su conformación fue muy variopinta, tanto en grupos (Podems, IC-V, EUiA, el entorno de Ada Colau...) como en sensibilidades (soberanistas, federalistas, unionistas, partidarios del procès, contrarios...). A ello hay que añadir la coyuntura actual, que parece estar favoreciendo la utilidad del voto. Esto conllevaría, en suma, que podría perder votos hacia el PSC e incluso, aunque en menor medida, ERC. Su apuesta en estas elecciones es lograr un pacto de gobierno entre los grupos de izquierda. Algo que es difícil verlo ahora, pero que tras las elecciones se iría viendo. 
 
La batalla en el seno de la derecha españolista

Lo que parece más claro es la debacle de Ciudadanos, que de ser la primera fuerza en 2017, con el 25'4% de los votos y 36 escaños, podría caer hasta el cuarto lugar, con pérdidas sustanciales en votos (entre 13 y 16 puntos) y escaños (en torno a 22), para quedarse entre el 9% y el 12% de los votos y en una media de 14 escaños.

El PP prolongaría su travesía en el desierto, en esta ocasión por la competencia que le ha salido a su derecha con Vox. Lejos de aprovecharse de la pérdida de Ciudadanos, apenas subiría entre 1 y 3 puntos, y sumaría como mucho 3 escaños más que en 2017, hasta los 7. El principal beneficiario por la derecha de la caída del partido naranja sería Vox, que irrumpiría en el Parlament, con una horquilla de votos entre el 4% y el 6'6%, y la posibilidad de obtener 6 escaños. El miedo, si no pavor, que hay en el PP deriva de que pueda sufrir un sorpasso por su derecha y acabe quedando como última fuerza política en la cámara legislativa catalana, lo que supondría una clara derrota para la actual dirección del PP y Pablo Casado.

Los resultados por bloques

Es importante no perder de vista los diferentes bloques políticos que existen en Catalunya. Si nos atenemos a los dos sondeos de organismos oficiales, el CIS estatal y el CEO catalán, hay algunos aspectos coincidentes, pero en uno, serias discrepancias. Para el CIS el bloque independentista sumaría el 39'8%, bastante por debajo de lo ocurrido en las elecciones anteriores, de las previsiones de los diferentes sondeos y, más concretamente, del sondeo del CEO, que apunta al 48'9% de los votos. La clave de esa diferencia tan sustancial por parte del CIS se encuentra en el 23'9% de votos que prevé para el PSC y, quizás lo más sorprendente, el escaso, por no decir raquítico, 12'5% que concede a JxC.

En cuanto al bloque de la izquierda, apenas hay diferencias entre los dos institutos demoscópicos: el CIS le otorga el 58'2% y el CEO, el 54'3%. En las elecciones de 2017 esa suma fue del 47'3%, lo que supone, en un principio, un aumento sustancial entre 7 y 11 puntos, a lo que no es ajeno la distorsión que supuso en su día la subida de Ciudadanos en detrimento, sobre todo, del PSC. 

Por último, el bloque de la derecha españolista oscilaría entre el 22% que le da el CIS y el 21'4% del CEO, es decir, alrededor de 8 puntos menos sobre 2017. 

La participación 

Las dos últimas elecciones catalanas alcanzaron las dos mayores cotas de participación: 77'5%, en 2015; y 79'1%, en 2017. Las previsiones, sin embargo, son que haya una bajada. En parte podría deberse a las circunstancias de la pandemia, pero puede que no sólo por eso. Según el último sondeo para El Periódico, estaría bajando, de manera que las previsiones han pasado del 74'6% de principios de enero al 61'5% de finales. 

La abstención afectaría en menor medida al electorado de los tres partidos que se disputan ganar las elecciones, llamando la atención la creciente movilización del electorado del PSC, consecuencia del denominado "efecto Illa". El electorado que se sentiría menos interesado en votar sería el de la derecha españolista, en mayor medida el del PP, y el que se siente menos independentista.    

Por grupos de edad, el interés por participar aumentaría de menos a más, de manera que por debajo de 30 años no llegaría al 50% y por encima de 65 años se alcanzaría casi el 70%. 
 
Algunas conclusiones

Las elecciones están muy abiertas entre los grupos que se disputan la primacía.

Sus electorados respectivos son, a su vez, los que parecen más movilizados.

El "efecto Illa" ha trastocado las previsiones que se hacían hasta finales del año pasado, de manera que habrá una recomposición del voto entre JxC y ERC, y hacia el PSC, cuyo candidato  se está convirtiendo en el principal referente político. 

Atendiendo a los bloques independentista y no independentista, apenas habrá grandes variaciones en el número total de votos. El primero seguiría sin alcanzar el 50% y sin que se prevea una subida, que, de darse, no sería tanto por una subida real de votos como por una mayor retracción del electorado no independentista. 

El bloque de la izquierda es claramente superior al de la derecha, con una subida entre 7 y 11 puntos sobre 2017, y en la línea de las elecciones generales.

La izquierda más radical, ECP y CUP, sumaría entre el 10% y el 16% de los votos, una horquilla muy amplia, pero que contempla en su interior el 12% que, por separado, consiguieron en 2017. 

No se vislumbran posibilidades de un pacto postelectoral entre los grupos de izquierda, aunque hay que esperar a los resultados finales. 

El bloque de la derecha españolista, que bajaría entre 7 y 8 puntos, seguiría siendo una minoría en Catalunya.

El PP va camino de una nueva derrota, con la posibilidad de ser superado por Vox.

El desarrollo de la campaña electoral puede dar lugar a nuevos cambios de cara al resultado final. Quedan casi dos semanas muy intensas, donde pueden suceder muchas cosas.