Hace poco me encontré con el libro Economía sin corbata. Conversaciones con mi hija(Barcelona, Destino, 2015), de Yanis Varoufakis, y, después de una breve ojeada, no dudé en adquirirlo. Su lectura ha sido rápida y no puedo negar que me ha gustado. Su autor, el que fuera ministro de Economía griego durante medio año hasta julio pasado, se ha trazado un reto importante; "si no puedes explicar las grandes cuestiones económicas de forma que los jóvenes las puedan entender, es que ni tú mismo las entiendes".
Estamos ante un libro atrevido, porque, al margen del reto antes referido -y que creo que lo cumple-, tiene dos rasgos básicos que destacan: está escrito desde una perspectiva antineoliberal; y además es desmitificador de la Economía como ciencia, a la que le despoja de lo que para sus gurús tiene de ciencia aplicada.
A lo largo que casi 200 páginas intenta explicar una serie de conceptos básicos, como precio, valor de uso y valor de cambio, deuda, beneficio, dinero, mercado,inflación, deflación banca, riqueza... Recurre para ello a insertarlos en contextos históricos concretos y para ayudar a comprenderlos, hace uso de obras y personajes de la literatura y el cine: Fausto y Mefistófeles, de Goethe; Frankenstein, de Shelley; Matrix, de los Vachowski...
Me ha encantado la forma de relatar el funcionamiento del sistema capitalista a través de la noción de la "línea del tiempo". Para ello cuenta una especie de cuento:
"Imagínate al empresario de pie ante una membrana muy fina, como una cortina que se alza justo encima de la 'línea del tiempo'; dicha membrana está colgada verticalmente y separa el presente (...) del futuro (...). Rápidamente, el empresario mete la mano a través de la membrana. Él sigue en el presente, pero su mano ha entrado en el futuro. A tientas, coge el valor de cambio y lo trae de forma violenta del futuro a nuestro lado (...) del presente. De este modo, el empresario puede invertir el valor de cambio traído del futuro en procesos productivos que generarán se valor con posterioridad (...). Desgraciadamente, como en todo cuento de magos, no tarda en aparecer la temible magia negra. El papel de los magos malvados en mi 'cuento' está reservado a los banqueros. Porque en realidad, no es el empresario el que decide que su mano traspase la membrana para coger el valor del futuro (...), es... el banquero".
Y un poco más adelante concluye su cuento dándonos las pistas de lo que acaba siendo una economía financiarizada:
"obteniendo cada vez más valores del futuro, el banquero acaba desestabilizando el 'equilibrio diacrónico' [entre el pasado y el presente]. Y eso acaba provocando el... crac".
En un apartado del libro ilustra el funcionamiento de la economía de mercado a través de situaciones reales que tuvieron lugar en algunos campos de concentración de prisioneros de países aliados durante la Segunda Guerra Mundial. En alguno de estos campos se llegaron a establecer los cigarrillos como medida de valor, equivalentes a monedas. No ocurrió lo mismo en el campo donde, durante la guerra civil vivida en Grecia (1946-49), estuvo internado el padre de Varoufakis: "Nosotros compartíamos los paquetes que recibía cada uno (...) Nos ayudábamos el uno al otro". Bella lección la del viejo luchador antifascista. Comunismo en estado puro.